La Ilustración, que es, significado, definición

La Ilustración, que es, significado, definición.

«La ilustración, siglo o época de las luces son los nombres que recibe un período histórico circunscrito, en general, al siglo XVIII y que, como resultante de un determinado estado de espíritu, afecta a todos los aspectos de la actividad humana y de la reflexión filosófica. La Ilustración, que se extendió particularmente por Francia, Inglaterra y Alemania, se caracteriza ante todo por su optimismo en el poder de la razón y en la posibilidad de reorganizar a fondo la sociedad a base de principios racionales.

Procedente directamente del racionalismo del siglo XVII y del auge alcanzado por la ciencia de la Naturaleza, la época de la Ilustración ve en el conocimiento de la Naturaleza y en su dominio efectivo la tarea fundamental del hombre. Por eso convienen hasta cierto punto a la Ilustración caracteres opuestos a los usados para describir el romanticismo. La Ilustración no niega la historia como un hecho efectivo, pero la considera desde un punto de vista crítico y estima que el pasado no es una forma necesaria en la evolución de la Humanidad, sino el conjunto de los errores explicables por el insuficiente poder de la razón.

Por esta actitud de crítica, la Ilustración no sostiene un optimismo metafísico, sino, como precisa Voltaire frente a Leibniz, un optimismo basado única y exclusivamente en el advenimiento de la conciencia que la humanidad puede tener de sí misma y de sus propios aciertos y torpezas. Fundada en esta idea capital, la filosofía de la Ilustración persigue en todas partes la posibilidad de realizar semejante desiderátum: en la esfera social y política, por el «despotismo ilustrado»; en la esfera científica y filosófica, por el conocimiento de la Naturaleza como medio para llegar a su dominio; en la esfera moral y religiosa, por la «aclaración» o «ilustración» de los orígenes de los dogmas y de las leyes, único medio de llegar a una «religión natural» igual en todos los hombres, a un deísmo que no niega a Dios, pero que lo relega a la función de creador o primer motor de la existencia.

Sin embargo, la confianza en el poder de la razón no equivale exactamente al racionalismo entendido como en el siglo XVII; la Ilustración subraya, justamente, la importancia de la sensación como modo de conocimiento frente a la especulación racional, pero el empirismo de la sensación no es sino un acceso distinto hacia una realidad que se supone, en el fondo, racional. Por eso ha dicho acertadamente Cassirer que la razón tal como es entendida por los «ilustrados» del siglo XVIII no posee la misma significación que la razón tal como fue empleada por los filósofos del siglo XVII. En el XVII la razón era la facultad por la cual se suponía que podía llegarse a los primeros principios del ser; de ahí que su misión esencial fuese descomponer lo complejo y llegar a lo simple para reconstruir desde él toda la realidad.

En otras palabras, el racionalismo del XVII es una deducción de principios que no están fuera, sino dentro del alma, como «ideas innatas». En el XVII, en cambio, la razón era algo humano; no se trataba, dice Cassirer, de ideas innatas, sino de una facultad que se desarrolla con la experiencia.

Por eso la razón no era para la Ilustración un principio, sino una fuerza: una fuerza para transformar lo real. La razón ilustrada iba del hecho al principio (y no a la inversa); más que un fundamento era un «camino» que podían recorrer en principio todos los hombres y que era, por supuesto, deseable que todos recorriesen. En este sentido general y con la reserva de sus considerables divergencias, la Ilustración es representada en Francia por los enciclopedistas; en Inglaterra, por los sucesores del sensualismo de Locke, los antiinnatistas y los deístas; en Alemania, por la llamada «filosofía popular». La tendencia utilitaria de la Ilustración resalta particularmente en su idea de la filosofía como medio para llegar al dominio efectivo de la Naturaleza y como propedéutica indispensable para la reorganización de la sociedad. La tendencia naturalista se refleja en el predominio dado al método de conocimiento de las ciencias naturales.

La tendencia antropológica se deriva del interés superior despertado por el hombre y sus problemas frente a las grandes cuestiones de orden cosmológico.
Por este boquete pudo ser superado desde sí mismo el naturalismo de la Ilustración a beneficio de un mayor conocimiento de la peculiaridad de lo humano y de lo histórico, sin que en la consideración de éste se abandonara la actitud crítica apuntada. La Ilustración, entendida en un sentido muy general, como concepción del mundo más bien que como filosofía o doctrina social o política, puede ser concebida como una constante histórica, como una forma espiritual que se manifiesta asimismo, con más o menos diferencias, en otros períodos de la historia. En este sentido Spengler efectúa una comparación morfológica de la Ilustración del Setecientos con la sofística griega, el período de las sectas mutacilitas y sufitas en la cultura árabe y los sistemas Sânkhya y budista en la India.»[1]
Ver también: Revolución francesa, Rousseau
[1] Tomado de Ilustración. Ferrater Mora José. Diccionario de Filosofía. Editorial suramericana Buenos Aires. Quinta Edición 1964.

Versiones 2011-15-18

Feria en Francia 1305-Historia de la economía

En Francia 1305, vamos a describir una feria, en un mundo medieval donde no había surgido la economía como ciencia. Recordemos que en esta etapas del desarrollo humano el asunto de la supervivencia se solucionaba aferrándose a la tradición y a las costumbres o dependiendo de las decisiones de un rey o noble que en su jurisdicción respectiva decidía la suerte de sus amparados.

Llegan los mercaderes y montan sus tiendas coloridas. Las transacciones la realizan entre ellos y con los contados pobladores de la localidad que poseen alguna riqueza. Para los nobles y las damas de la ciudad que concurren a los puestos de venta esto es un evento fuera de serie que los pondrá en contacto con la moda y con el exterior en general.

Lo que llama la atención, fuera del variopinto panorama, es que si bien se llevan libros comerciales, son tan solo algo así como cuadernos donde se anotan las transacciones: «Desde la Pascua del Pentecostés me debe un hombre diez gulden. He olvidado su nombre». Para añadir más trabas al crecimiento del comercio en general, las anotaciones se hacían en números romanos y casi nadie sabia sumar…y como para completar una escena de horror, pocos tenían ;claro el uso del cero.
Resulta irrisorio que fuera tan llamativa una feria local como la anteriormente descrita, dada la pequeña cantidad de mercancías transportadas. Pero guardando la proporción, era el acontecimiento del año en la zona.

Leer también: definiciones de contabilidad, Que es economía