Reforma protestante, que es, concepto, definición, en qué consiste

Eso de la reforma protestante es un tema que siempre me ha llamado la atención. Por eso extraje esta lectura para mis contertulios:

El pensamiento y la obra de Martín Lutero se inscriben en ese gran movimiento religioso de principios del siglo XVI denominado la Reforma protestante, que finalizó con la supremacía eclesiástica, religiosa y política de la Iglesia de Roma en Europa creando iglesias protestantes de diferentes denominaciones. Aunque la Reforma fue esencialmente un movimiento religioso, produjo importantes cambios en casi todos los aspectos de la vida social, económica y política, con grandes repercusiones en la historia moderna del mundo occidental.
Con la disolución de los principios fundamentales del Medioevo y el surgimiento de las nuevas corrientes intelectuales del humanismo y el Renacimiento, se dieron las condiciones propicias para el desarrollo de la Reforma protestante, especialmente en los territorios de habla alemana, en donde el fervor religioso se entremezclaba con el disgusto hacia la Iglesia romana.

La Reforma fue denominada “protestante” después de la segunda Dieta de Espira (1529), en la cual los dirigentes luteranos firmaron una enérgica protesta dirigida al Emperador manifestando su disconformidad y reafirmando su fe con ahínco. Las cuatro tradiciones protestantes principales que surgieron de la Reforma fueron la luterana, la calvinista, la anabaptista y la anglicana, cada una con importantes implicaciones en la teoría y la práctica políticas.
La Iglesia de Roma
Después de la caída del Imperio Romano, Europa Occidental se descentraliza en reinos feudales, siendo la Iglesia cristiana la principal fuerza que aglutina al continente frente a las diversas invasiones. Esta centralización del poder fue el principal elemento unificador durante la Edad Media.
Con la invasión de los vikingos desde el norte y de los húngaros desde el este entre los siglos IX y XI las unidades políticas europeas se fragmentaron, y debido a la necesidad de protección militar se consolidó el feudalismo como sistema basado en vínculos de dependencia establecidos entre un superior feudal y su vasallo. El principio fundamental era la subordinación de una persona a otra, con una estructura social rígidamente jerarquizada en la cual el vasallo intercambiaba independencia por protección.
Una de las características de la Edad Media en lo político fue entonces la fragmentación del poder, aunque existió la necesidad de un orden universal, de una justicia suprema que estuviera por encima de los intereses particulares, y la única posibilidad de ello era a través del Papa, la Iglesia de Roma, que pretendió instaurar en Europa un poder político por encima de los relativos poderes de los señores feudales.
Se dio simultáneamente una lucha entre la Iglesia y los señores feudales para lograr la dominación política, con papas que eran alternativamente apoyados, dominados o depuestos por los poderes seculares. El Papado, con sus luchas con los Estados italianos y su exilio en Aviñón, el gran cisma que opone hasta tres Papas rivales, la crisis que lo somete a las decisiones de los concilios, y finalmente su injerencia en la política y los conflictos europeos, había perdido su autoridad moral sobre una gran parte de los fieles.
En la vida medieval lo político y lo religioso se entremezclaban sutilmente, y se daba por sentado que el reino y el sacerdocio formaban jurisdicciones complementarias dentro de la república cristiana. El fin de esta unión entre lo religioso y lo político fue anticipado por Marsilio de Padua en el siglo XIV. Las pretensiones temporales del papado habían perjudicado la efectividad de la autoridad secular, al confundir el poder secular con el espiritual.
Antecedentes
El desafío de Lutero a la autoridad de Roma es la culminación de un largo proceso en el cual se combinan una serie de elementos, circunstancias y condiciones que rebasan los aspectos meramente religiosos. La Reforma no comienza con el famoso episodio de las 95 tesis de Lutero (31 de octubre de 1517), sino en una serie de fermentos de reforma religiosa profundamente sentida en la Iglesia ya desde finales del siglo XII. Además, durante siglos hubo una continua lucha por la supremacía del poder político terrenal entre los papas y los poderes seculares.
La sumisión a Roma, los impuestos, las extensas posesiones de la Iglesia en toda Europa libres de cargas, la inmoralidad de muchos eclesiásticos en todas las jerarquías del clero, y otras cuestiones relacionadas con el desarrollo de las monarquías nacionales, produjeron una gran animosidad en contra de la Iglesia católica. La denominada “cautividad babilónica” de los papas en Avignon durante el siglo XIV y el consiguiente Gran Cisma provocaron graves daños en la autoridad de la Iglesia, dividiendo a sus partidarios en seguidores de uno u otro Papa. Se reconoció la necesidad de una reforma, y pese a los debates y los programas, no se instituyó ningún cambio en el concilio de Constanza (1414-18).
En el siglo XIV el inglés John Wycliff atacó al Papa por las mismas cuestiones por las cuales Lutero lo haría más adelante. Tradujo la Biblia al inglés y predicaba en esa lengua. Su seguidor en Bohemia, Jan Hus, es ejecutado por herejía en 1415, desatando las guerras husitas reprimidas por las fuerzas combinadas del Papa y el Emperador. Lutero subrayó posteriormente que no luchaba contra los papistas a causa de su licenciosa vida, sino en contra de su doctrina. Hus y Wycliff “han fustigado sólo su conducta, pero cuando se ataca la doctrina es cuando se agarra al ganso por el pescuezo”.
El mundo de la cristiandad estaba siendo socavado como resultado de una combinación de factores. Desde lo ideológico, movimientos tan divergentes como el misticismo, con su énfasis en el encuentro directo con lo divino, y el nominalismo, que enfatiza lo concreto, desafiaron sin quererlo la estructura jerárquica y corporativa de la Iglesia de Roma. Los humanistas, con el entusiasmo de sus nuevos descubrimientos en el campo de la cultura clásica, favorecían el estudio de Grecia y Roma más que las sutilezas de los teólogos escolásticos. El descubrimiento de América, las nuevas ideas de Copérnico, y sobre todo la expansión de la información a través de la imprenta, que expuso nuevos horizontes del conocimiento no asequibles anteriormente.
En lo político, el Imperio estaba acosado por la conciencia de sentimientos étnicos y nacionales. La consecuencia eran que las agresivas demandas de los grupos nuevos no podían ser satisfechas por los representantes de las tierras alemanas: los príncipes y los nobles. La Reforma suministró una nueva teología de la autoridad política y de la relación entre el hombre cristiano y la autoridad. En cuanto al contexto social, el sistema feudal estaba siendo amenazado por el crecimiento de una nueva clase, la burguesía, interesada en el comercio y el intercambio. Los pequeños pueblos se iban convirtiendo en centros urbanos, y existía un nuevo sentimiento de independencia de los señores feudales. Los campesinos explotados estaban listos para rebelarse, y así lo hicieron durante la Reforma.
La Reforma de Lutero se produce en un período caracterizado por el tránsito del feudalismo al capitalismo, con grandes alteraciones sociales, resistencia de los perjudicados a la nueva coyuntura, difíciles cambios de mentalidad, y descontento del campesinado en una Europa desproporcionadamente rural. Si bien Lutero ayudó a darle forma y dirección a muchas de las nuevas tendencias, gran parte de lo que sucedió posteriormente quedó fuera de su dirección, intención y dominio.
Antes de Lutero, muchos cristianos consideraban que la Iglesia de Roma había perdido sus tradiciones espirituales y que se preocupaba excesivamente por el poder temporal. El aumento de la alfabetización y la impresión de libros a fines del siglo XV hicieron que muchos cristianos redescubrieran a los antiguos cristianos comparándolos desfavorablemente con la Iglesia Católica Romana, y sus métodos para financiar las diversas construcciones en las que ésta estaba abocada fueron muy criticados. Dichos métodos incluían las indulgencias (pagos por la remisión que hace la Iglesia de las penas debidas por los pecados), la venta de reliquias, la venta de misas para los muertos, peregrinajes espirituales, y el logro de “méritos” por donaciones.Los reformadores, basados en su interpretación de la Biblia, muestran una postura del cristiano en el mundo diferente de la católica, de la cual surge una visión de la autoridad política con importantes consecuencias futuras tales como su reforzamiento, sin abandonar la explicación teológica de que la autoridad derivaba su poder directamente de Dios.[1]
[1] Tomado de “El pensamiento político de Martín Lutero”, por Tomás Várnagy, en Borón Atilio (compilador) La Filosofía Política clásica, Buenos Aires: CLACSO-EUDEBA, marzo de 1999.

La crítica de Lutero a la Iglesia

Martín Lutero (1483-1546) es un monje alemán, profesor de teología en la Universidad de Wittenberg, Sajonia. Acusa a la Iglesia Católica de abusos, como la simonía (la compra de bienes espirituales u oficios eclesiásticos). Se opone especialmente a la venta de indulgencias (que exime al pecador de las penas debidas por sus pecados), cuyo producto se utiliza para completar la construcción de la Basílica de San Pedro en Roma.

El 31 de octubre de 1517 , Lutero exhibió sus 95 tesis en la puerta de la iglesia del castillo de Wittenberg . Denunció el sistema de indulgencias. Lutero cree que comprar una indulgencia no hace nada para lograr la salvación. Más que buenas obras (a fortiori cuando las “compramos”), la fe sola asegura la salvación a los ojos de Dios.

Sus teorías en el campo espiritual causaron escándalo y se extendieron por toda Europa. Tanto es así que en 1520 , el Papa León X publicó una bula pidiéndole que cesara sus críticas y reconociera sus errores. Lutero se niega y quema públicamente la burbuja. Luego es excomulgado , es decir, expulsado de la comunidad de creyentes. II.

La fundación de otra Iglesia

El descanso se consume. Lutero se esforzará por crear una nueva Iglesia . Solo guarda dos de los siete sacramentos, el bautismo y la comunión; acepta el matrimonio de los sacerdotes (él mismo se casó en 1525), rechaza el culto a los santos y da gran importancia al conocimiento de la Biblia .

Finalmente, a diferencia de la Iglesia católica que es centralizada (su cabeza, el Papa, vive en el Vaticano) y jerárquica, la Iglesia luterana es descentralizada y no jerárquica (sin embargo, depende en parte de los príncipes alemanes).

Alrededor de 1550, el luteranismo se estableció en casi todo el Sacro Imperio Romano Germánico y en gran parte de los países escandinavos. Pero, en Francia, la Reforma luterana no se afianzó. III.

Los otros reformadores

Durante la vida de Lutero, otros reformadores estuvieron activos. Si bien tienen la misma hostilidad hacia la Iglesia católica, a veces apoyan ideas y doctrinas diferentes.

  • El suizo Ulrich Zwingli (1484-1531) es el primero en escribir una obra para exponer sistemáticamente la teología protestante.
  • El francés Jean Calvin (1509-1564) se convirtió al luteranismo en 1533; se queda en Estrasburgo donde crea el calvinismo. Luego, en 1541, se trasladó a Ginebra. A diferencia de Lutero, él cree que la salvación del hombre no proviene de su fe, sino de la gracia que Dios elige conceder de antemano a un pequeño número de elegidos : esto es lo que llamamos predestinación. Calvino impone una religión austera. Su influencia es importante en Suiza y Francia, pero también en Holanda y Hungría. Después de 1550, los calvinistas franceses fueron perseguidos por el poder real. Luego estallaron las Guerras de Religión.

Ver también Erasmo de Rotterdam, Ulrico Zuinglio

Ediciones 2011-18-21

Alemania y la reforma protestante, historia

Alemania y la reforma es un texto tomado de “El pensamiento político de Martín Lutero”, por Tomás Várnagy, en Borón Atilio (compilador) La Filosofía Política clásica, Buenos Aires: CLACSO-EUDEBA, marzo de 1999, que nos ayuda a comprender de mejor manera lo que sabemos respecto a la reforma protestante:

La evolución histórica del siglo XV en Alemania llevó a la desmembración del Reich y a la anulación del poder imperial, el cual fue perdiendo una serie de atribuciones y derechos que recayeron en los príncipes y los nobles, mermando la autoridad del monarca alemán en favor de los grandes señores (Herren). Existían casi cuatrocientas unidades políticas: ducados, condados, principados, obispados, ciudades libres, abadías, cada uno de ellos independiente en su régimen interno. La situación era anárquica y complicada. La defensa de la independencia de los gobernantes respecto de la Iglesia le ganó a Lutero el apoyo de muchos príncipes.
Los grandes príncipes, unos cuarenta en total, querían unificar sus territorios para lograr una organización administrativa eficiente. Las ciudades imperiales, más de setenta, eran bastante prósperas. Junto con estas dos instancias privilegiadas se encontraban los caballeros (Ritter) y los campesinos, que habían empeorado de condición: los primeros por los cambios experimentados en el arte militar, y los últimos porque en ellos recaían todas las exacciones de las clases sociales propietarias.

Mientras Lutero estaba refugiado en el castillo de Wartburgo, el movimiento religioso que había desencadenado se escapaba de su dirección y dominio. Los predicadores “evangelistas” difundieron la nueva doctrina y las nuevas fórmulas interpretativas, buscando en la Biblia el programa que apoyara incontenibles inquietudes espirituales y aspiraciones revolucionarias dentro de un gran hervidero social y religioso.

La alta nobleza alemana, partidaria o no de las nuevas doctrinas, se encargó de ahogar en sangre el levantamiento de los campesinos, que habían encontrado en la Biblia los puntos básicos de sus aspiraciones redentoras. Hubo movimientos agrarios con reclamos estrictamente sociales. Otros postulaban una reforma evangélica de la sociedad o predicaban posturas radicalmente igualitarias, proclamando un comunismo bíblico o la comunidad de las mujeres. Thomas Müntzer predicó entre los campesinos el exterminio de los enemigos de Dios y la comunidad de bienes.

Lutero era respetuoso del orden feudal y la autoridad ya que el Evangelio sólo hablaba de salvación espiritual, pero hubo quienes extrajeron consecuencias sociales de unos principios germinalmente revolucionarios: los anabaptistas y reformadores radicales como Thomas Müntzer, quien estaba convencido de las capacidades transformadoras del nuevo credo. La iluminación interna del espíritu era capaz de realizar la utopía democrática, con una sociedad sin necesidad de Iglesia, de Estado o, en su expresión más radicalizada, de propiedad privada.

Müntzer, discípulo de Lutero, seis años más joven que él, estaba convencido de que los Elegidos habían recibido directamente de Dios su Espíritu para identificarse con el “Cristo viviente”, quedando las Escrituras en segundo plano puesto que la palabra de Dios es transmitida al elegido. Su predicación adquiere tonos escatológico-sociales, desarrollando una intensa actividad e invitando a los príncipes alemanes a que se rebelen contra Roma y contra el Imperio. En julio de 1524 declara la hora en que los tiranos van a ser eliminados físicamente para instaurar el reino milenario de Cristo, un reinado de la justicia. Estalla la rebelión armada, y Müntzer se convierte en profeta y guerrero, pero la rebelión es aplastada y él decapitado.

La guerra de los campesinos fue combatida por la nobleza y aniquilada en 1525, caracterizándose la represión de los disturbios por su crueldad, alentada por el feroz lema de Lutero de exterminar al adversario para salvarle. La intranquilidad social subvertía la paz pública, y la Reforma parecía estar condenada a su atomización interna y su arrasamiento, de no ser por el ala derecha que defendía sus principios, los grandes príncipes alemanes.

Después de 1525 los nobles alemanes tomaron a su cargo la lucha por la Reforma, que concordaba claramente con sus intereses de clase y sus apetencias económicas y les ofrecía nuevas garantías para mantener su independencia territorial frente a las pretensiones autoritarias y unificadoras de su emperador católico. La unión entre el luteranismo y la aristocracia alemana se efectuó también a través de la secularización de las propiedades eclesiásticas.
Al mismo tiempo se desarrolló en Suiza la secta de los anabaptistas, ala izquierda de la reforma protestante. Nacida de la inquietud social en las clases bajas del campo y la ciudad, adoptó desde sus primeros días formas apocalípticas y comunistas (de bienes y mujeres), pasando luego a Alemania y los Países Bajos. La última gran sublevación en Münster fue reprimida por un ejército imperial en 1535.
Véase también: La reforma protestante; SEO Alemania

Ediciones 2011-18

El eje, segunda guerra mundial

El eje se refiere a las potencias que durante la segunda guerra mundial(1939-1945) combatieron contra los aliados (Inicialmente Polonia, Gran Bretaña, Francia y, más tarde Estados Unidos y la Unión soviética). Alemania, Japón e Italia fueron los países que fundaron El eje; posteriormente involucraron a Bulgaria, Rumania, Eslovaquia y Hungría entre otros. La planificación militar de dicho eje correspondió a Adolfo Hitler, Benito Mussolini y el primer ministro japonés de esa entonces, Hideki Tojo.

 

Las potencias del eje concentraron todos sus esfuerzos en dos partes del mundo concretamente. Alemania pretendía ganar predios en Europa en tanto Japón se lanzaba voraz sobre el Pacífico. Esta estrategia obligó a las fuerzas aliadas a dividir sus fuerzas también en dos grandes frentes de batalla.

En el clímax de su expansión las potencias del eje dominaron gran parte de Europa, Asia, África y el océano pacífico. Al final fueron derrotados por los Aliados.

¿Cuando se empezó a gestar El Eje? El eje se empezó a configurar en 1936 cuando Italia y Alemania firmaron un pacto de amistad. El término Eje se deriva de una declaración de Mussolini respecto a que toda Europa pivotaría en torno al Eje Roma-Berlín como resultado de su respectivo acuerdo de cooperación. El tratado tripartito que estableció oficialmente las potencias del Eje como una fuerte amenaza militar, fue firmado Por Alemania, Italia y Japon el 27 de septiembre de 1940. Los tres países mencionados querían construir imperios y establecer literalmente un nuevo orden mundial. El tratado suscrito por estas naciones reconoce un interés particular para cada país, contiene promesas de ayuda mutuas para alcanzar sus metas militares, económicas y políticas. Otros países se vieron seducidos para integrar El eje.

Si bien es cierto que las potencias del eje fueron derrotadas en la segunda guerra mundial, vale la pena destacar ciertos detalles valiosos en esta reconstrucción histórica: Mussolini fue depuesto en Italia y encarcelado; los italianos firmaron entonces un tratado con los Aliados en septiembre de 1943. Alemania seguía combatiendo ferozmente en toda Europa hasta que empezó a ser arrinconada, rindiéndose incondicionalmente el 7 de mayo de 1945. Los aliados sin embargo continuaron combatiendo en el Pacífico contra Japón hasta agosto de 1945. Japon se rendiría después que Estados Unidos lanzara la bomba atómica contra Hiroshima y Nagasaki.

Ediciones 2010-18