Guernica,Picasso

Guernica, Picasso, corresponde a un texto que tenía alojado en blogger pero que he trasladado a este blog, borrando la entrada antigua. Ojalá les aporte tanto como a mí en su momento.
Guernica: Una cosmovisión mito-poética para exorcizar el olvido
Manuel León Cuartas*[1]
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Mucho se ha dicho sobre el Guernica de Picasso y su significación política, ideológica y simbólica, pero, siempre habrá espacio para otras lecturas, como la que intentaré construir a partir de esas, de los textos explicativos de las mismas, y de mi interpretación del pensamiento intuitivo y simbólico de Picasso.
Comenzaré por tener en cuenta varios aspectos importantes del artista, los cuales perfilan su carácter y definen su temperamento, a la vez que sirven de indicios para la comprensión de su expresión plástica y de interpretación de su lenguaje simbólico; en primer lugar su aguzada sensibilidad; luego, su memoria prodigiosa; ahora, su formación académica clásica, y en definitiva, la capacidad de significación de su lenguaje plástico.
La precocidad estética de Picasso está cargada de significantes desde su más temprana edad, que como imágenes mnémicas aflorarían durante la madurez del artista. Me refiero en particular al dibujo del Torero levantado por los cuernos del toro, y que a su vez, en la parte superior al voltearse el dibujo aparece una serie de detalladas palomas realistas, realizado a la edad de 8 años, junto con la primera pintura al óleo conocida de Picasso, titulada El Picador y fechada en 1889-90, o sea a la misma edad. De estas obras de infancia se destacan por su realismo el toro, las palomas y el caballo, respectivamente, siendo coincidencialmente las imágenes de mayor connotación de su obra artística: Guernica -1937 -.
Significan estas obras su sensibilidad precoz orientada al arte y su pensamiento predictivo, desarrollado por su acervo imaginario, y hecho expresión plástica mediante su intuición estética creativa.
Asumo su retiro voluntario, a la edad de 16 años, de la famosa academia de San Fernando de Madrid, como la cúspide lograda en su formación clásica, confirmada por sus obras La primera comunión, El monaguillo y Ciencia y caridad, con la cual obtuvo medalla de oro en Málaga y mención de honor en Madrid. Esta referencia tiene una sola implicación: el pleno conocimiento académico del arte de la pintura logrado por Picasso y el manejo maestro de la estructura arquitectónica de toda obra a realizar.
Respecto al sentido de significación que denotan sus obras y al grado de simbolización de muchas de ellas, está en concordancia con el rango de abstracción obtenido durante el proceso del cubismo, en cuya etapa inicial llamada analítica, aplica la intencionalidad de disgregar los hechos naturales de su representación geométrica, es decir, pasar del pensamiento metafísico a la abstracción; “es una metáfora óptica: se podría decir que provoca una refracción de la realidad”. 1 De la misma manera en el cubismo llamado “sintético”
Picasso logra una dimensión metafórica ambivalente de la realidad presentada, sentidos divergentes de connotación simbólica que, años más tarde (1925) aplicaría en su obra La danza, analizada como una de sus obras cargada de innumerables signos y desde luego con un simbolismo polisémico, alusivo y contradictorio a la vez. “Una figura esconde varias imágenes latentes: es una cosa y otra al mismo tiempo. La identificación tácita entre el ojo, la vagina y la boca tiene importantes justificaciones psicoanalíticas, y nada podía encantar más a los surrealistas que esta vigorosa expresión pictórica de los temores y anhelos del inconsciente profundo. Picasso alumbró antes que nadie el mito vanguardista de la mujer como ente tenebroso y luminoso a la vez, fuente de éxtasis y de tragedia, mantis religiosa, amante insaciable y devoradora del objeto de su amor”.2
Considero de vital importancia el conocimiento que Picasso tenía de la historia y la mitología de las culturas arcaicas y de su representación iconológica en muchas de sus obras a través de su vida: Poeta decadente -1899-; Autorretrato con corona egipcia -1901-; Niño con paloma -1901-; Las señoritas de Aviñon -1907-; La danza -1925-; Minotauro -1933-; La corrida -1934-; Minotauromaquia -1935-; Minotauro cambiando de domicilio -1936-; Sueño y mentira de Franco -1937-, entre tantas otras.

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Guernica, Picasso

Con estas premisas históricas y referentes artísticos sobre Picasso, abordaré paulatinamente mi lectura del Guernica.
Analizaré, en primera instancia, la estructura compositiva de la obra, su arquitectura, la distribución espacial del plano básico o espacio pictórico en el cual se hayan inscritas las formas plásticas.
El espacio en el cual transcurre la escena representada del etnocidio de Guernica es un espacio histórico transitivo, en el cual se haya latente la tríada (ayer-hoy-mañana) como un espacio-tiempo omnipresente en la representación iconológica.
Así, el hecho pasado, el suceso de la acción mancilladora se percibe en el tratamiento caótico del mismo logrado por la direccionalidad opuesta de líneas, formas, espacios, en sentido diagonal, y por la recurrencia de estos mismos elementos plásticos en sentido expansivo circular, característico del movimiento barroco, como ruptura de lo clásico y apertura del mundo de lo sensual, dinámico y dionisíaco. Este mismo hálito o atmósfera significada se intuye en La guerra y en La paz, dos monumentales óleos (4.60 x 10.30 mts) realizados para la Capilla de Vallauris. Este instante ido, Picasso lo refiere en las imágenes de la niña muerta en brazos de su madre, y del guerrero descuartizado.
El hecho presente de la acción transcurriendo está denotado en la angustia, el llanto, la desesperación, la agonía y la impotencia física de la madre que gime, del caballo relinchando estertores mortales, de la mujer que arrastra exánime su cuerpo, de la mujer que con los brazos extendidos busca una fuente de apoyo en su caída. Todos ellos destacados como topos de interés plástico e ideológico por el artista, por el fuerte contraste tonal o lumínico con que los realza.
El tercer instante del futuro virtual transcurrido, corresponde al estado de predicción del pensamiento Picassiano proyectado en los signos-significantes:
la puerta como única salida factible hacia el mañana; el toro testigo incólume del etnocidio, protector de la proveedora de vida humana que gime dentro del espacio ventral de su cuerpo; la mujer que con su dolor trasciende la transitoriedad del momento; el ave que desde su cuerpo-féretro aletea y pía en el intento de su ascenso hacia el infinito de la vida; la florecilla que tenue y leve nace de la mano del guerrero como símbolo que encarna la lucha perenne por la libertad; y la memoria presente que no olvida uno de tantos etnocidios cometidos por las fuerzas endógenas del fascismo, representada por la mujer que asoma su cabeza por una estrecha ventana y con su brazo inflexiblemente acusador insufla su luz testificante al ojo de la historia que no permite, desde su altura máxima que este hecho indignante perezca en el olvido.
Picasso conocía, como buen pintor clásico, el manejo del espacio pictórico y su significación contextual: así, el eje longitudinal divide en dos la superficie, una supra y otra infra; la primera, confiere a los elementos que contenga, el sentido de levedad, de elevación, de insustancialidad corpórea, de relación aérea y hasta mística por su connotación celestial; la inferior, participa a las formas que la ocupen un concepto de pesantez, de terrenalidad y de materialidad corpórea, de finitud y descanso, dada su connotación con el inframundo, el caos y el olvido total; de igual manera, el eje transversal divide a lo largo en dos la superficie, la primera de ellas, de izquierda a derecha, implica entrar al plano básico o espacio pictórico hasta el eje mismo, luego, a partir de este límite se empieza a salir; el topos central está constituido por el punto de unión de los dos ejes y significa el pleno equilibrio, el sitio predilecto de ubicación exaltada de las imágenes para los artistas clásicos. Es precisamente, en esta zona que Picasso ubica el triángulo-pirámide que contiene las imágenes escatológicas de Guernica: el caballo moribundo, la niña exánime, el guerrero fragmentado, y la mujer que se arrastra desfallecida.
Quizá por esta proyección de su imaginario, muchos críticos e historiadores del arte consideran esta obra como la pieza clásica por excelencia de Picasso. Hecho por lo demás contradictorio.
Considero importante, antes de iniciar el recorrido de la obra, plantear una circunstancia paradójica del artista relacionada con los dibujos y obras que transcurrieron desde el 1º de Mayo al 1º de junio, fecha en la que se inicia la ejecución propia de la obra, y es la conversión del espacio abierto que tienen estos supuestos apuntes o bocetos de la obra al espacio cerrado que connota la obra concluida.
Esta configuración del espacio virtual de Guernica confiere un mayor dramatismo a la obra y se aparta intencionalmente de su proceso preformal.
Creo, igualmente, que las diversas representaciones de carácter mítico de Guernica, pertenecen al acervo cultural de Picasso y son expresión del inconsciente psicológico, de su imaginario, aflorando de manera lógica e intuitiva por esa capacidad desarrollada en imágenes de su “bisibilidad”, que Pierre Cabanne descubre en su obra.
Esta manera ambigua, equívoca o ambivalente de Picasso confiere a la obra un carácter de “bisibilidad”, es decir, “una forma de yuxtaposición e interpretación de las imágenes, que surgían simultáneamente en el espíritu y el ojo del pintor”.3
Si la lectura de toda obra pictórica se efectúa de arriba-abajo y de izquierda-derecha la entrada a Guernica se da por la forma-puerta custodiada por el toro.
Por eso, al entrar por la “puerta” del espacio de Guernica me aventuro, como tantos otros, a leer el texto simbólico, mito-poético, que subyace en la expresión estética de su representación plástica. De tal suerte, el símbolo “puerta” establece “ipso facto” el carácter de hierofanía de dicho espacio, de su sacralización, de algo que manifiesta lo sagrado, de ingreso a un territorio protegido, en donde la transgresión no existe. Es el agujero por el que se ingresa al mundo, pero por el cual se puede pasar al más allá, salvarse, liberarse, especialmente el alma. La puerta está custodiada por la figura del toro, mitad noche, mitad día, atento con su cabeza de perfil oteando el exterior y formando con su cuerpo un nicho protector de la madre que dentro de él, gime por el cuerpo exánime de su hijo que yace en uno de sus brazos.
Para Picasso, el toro significó bravura, fuerza, poder, y simbolizó a España, a su pueblo, a él mismo, al mito del Minotauro, ese dios antropozoomorfizado que de forma metafórica representa la vida cotidiana de la humanidad universal y la desnuda y somete a la mirada de los espectadores, y en muchas de las obras, del artista de su vida personal…4 Cierto que, en ninguno de los bocetos preparatorios de Guernica el Toro representa agresión, por el contrario, mantiene en ellos su gallardía, imponencia e integridad. Aquí, el toro es el guardián del espacio sagrado de Guernica, a la vez que su mirada tiene el raro encanto clásico de la Gioconda: se desplaza cinéticamente con su interlocutor con cierta magia omnipresente. Su actitud instintiva se percibe en toda la gestualidad corporal, siendo su cola, simultáneamente, expresión de efecto-receptor y de flama humeante.
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El toro, mitológicamente es identificado con los dioses primordiales “fecundadores, símbolos del espíritu macho y combativo de poderes elementales de la sangre, arquetipos de las ‘sociedades de hombres’, de funciones genésicas de divinidades atmosféricas. El mugido del toro fue asimilado en las culturas arcaicas al huracán y al trueno, ambos, epifanía de la fuerza fecundante.[2]
En las culturas paleorientales ‘el poder’ está simbolizado por el toro, y se le llama el poderoso, el amo del universo, el rey del cielo y de la tierra, el gran guerrero” 5.
En las representaciones de los bocetos, Picasso lo significa plásticamente con variados atributos, como: joven esbelto, (boceto 2), toro poderoso (boceto 6), el toro de las estrellas (boceto 10), el joven toro de cuernos robustos (boceto 12), que las divinidades lunares del Mediterráneo oriental se envestían con estos mismos atributos taurinos.
Contra éste dios de la tormenta, gran macho orgiástico, rico en epifanías dramáticas, se dirige un culto opulento y sangriento (sacrificios, orgías, etc.).6. El toro de Guernica es el distribuidor de fecundidad y protector de la vida, representa la “bisibilidad” del régimen nocturno y diurno del espíritu, que recibe en su cuerpo-nicho la vida del infante y garantiza como efecto fecundador la generación de una nueva vida, la misma significación fundante del ave que ensaya su primer vuelo, precisamente, como origen de esa nueva vida, o mejor aún como reiniciación del ciclo vital y que compositivamente pertenece a ese espacio simbolizado del toro.
Continuando el recorrido visual, el punto más alto y centrado lo representa el ojo-bombilla que, por el amplio espectro angular de su iconografía dispersa por toda Guernica la presencia visual de la ignominia, demarcando, a la vez, el vértice del triángulo-pirámide que contiene la imaginería más densa de la obra.
Quiero, ahora, detenerme en el análisis mitopoético de esta forma pirámidal, ubicada por Picasso como el centro virtual del universo de Guernica y de su holocausto. Allí se condensa el caos, se arremolinan las antinómias clásico-apolíneas y barroco-dionisíacas, es decir, el pensamiento lógico racional y el sentimiento analógico sensorial, la figuración iconográfica y plástica del pueblo herido, derribado, abatido, y la figuración imaginada, espiritualizada, que, trasciende en su significación iconológica y estética el fatídico e infausto suceso.
El simbolismo celeste de esta forma primordial se relaciona con el significado de “altura”, “ascensión” y “centro”, como la “montaña sagrada”, punto de encuentro entre el cielo y la tierra, domicilio de los dioses, la casa de las tempestades, de la energía cósmica, que permite “trascender la condición humana, por el hecho de penetrar en una zona sagrada (templo, altar), por la consagración del rito, por la muerte y que se expresa concretamente por un paso, una subida, una ascensión” 7.En la base de este triángulo-pirámide y hacia adentro, se encuentra el cuerpo desmembrado del guerrero, y en el ángulo de la derecha el cuerpo arrastrándose de una mujer; el brazo izquierdo del guerrero se haya en estado descarnado y los dedos expresan el rictus del dolor, y la palma de la mano muestra con nitidez las líneas de la vida, de su destino; la cabeza decapitada, con la boca y ojos abiertos, mirando hacia arriba connotan su presencia vital, aunque su tonalidad blanca denota, en este caso particular, su oquedad, lo cual se confirma con el recipiente cercano lleno de sangre (por su tonalidad oscura) que se esparce por la superficie del suelo; el brazo derecho por su figuración natural indica la lucha real permanente, la actitud combativa, proyectadas en la mano que empuña férreamente el arma lacerante, y de la cual brota metafóricamente la flor iniciática, la flor de oro.
El tratamiento del cuerpo del guerrero en su carácter “desmembrado”, que aparece en el séptimo estado de la obra, obedece al mito por el poder de “ascensión” y la supremacía del “campo de las ofrendas” o “campo del reposo”, entre el dios solar funerario (imperial) personificado en Ra, y el triunfo del dios solar funerario no aristocrático, relacionado con Osiris. En este combate Osiris es vencido (con engaño, solapado, como en Troya, o en Guernica) y su “cuerpo desmembrado” para evitar la inmortalidad del alma en la preservación del sóma físico se le decapita, pero, finalmente es triunfador del “campo del reposo”; ideológicamente, este mito establecía la transición política del dominio de los dioses al de los seres mortales. 8. Metafóricamente, Picasso plantea la lucha del pueblo contra la tiranía fascista. Ese combatiente desmembrado, fue antes guerrero griego (boceto 6), ciudadano íntegro (bocetos 10-12), luchador triunfalista (primer estado de la obra), hombre pletórico de vida (segundo estado), combatiente vencido (tercer, cuarto, quinto y sexto estado) y, finalmente, guerrero triunfador en los estados séptimo y definitivo de la obra.
La historia confirma que a partir del mito y del Ritual de los muertos se empezó a momificar los cadáveres de los gobernantes muertos y se erigieron la pirámides (casa-templo) que, como el símbolo de Picasso, dan testimonio del triunfo definitivo del poder de los humanos, en su lucha contra el hado esclavizante.
Haciendo parte del ángulo derecho, o de salida, del triángulo-pirámide del cual me ocupo, sobre los 45º grados de inclinación de su arista se haya ubicada la imagen de una mujer que busca con su mirada el alto punto del ojo-sol, del ojo bueno, del dios supremo, tratando de buscar en él respuestas al vacío de sus brazos, de su vida, de su orfandad.
Todo el aspecto de ella es una mímesis de “La leona herida”, ese hermoso relieve de las escenas de caza del Palacio de Asurbanipal, alusivo al deporte de los reyes. Aquí es la mujer-madre herida, por el símbolo de manutención del género humano significado en el busto desnudo, igual que en las llamadas Venus primitivas de Willendorf, Vestonice, Laussel; La dama de Auxerre de los kórai de la escuela dedálica del período arcaico griego; de La Venus de Milo de la Grecia helenística; de La Eva de Autun de la plástica Románica; y quizá, la más sugestiva de todas: La Libertad guiando al pueblo de Delacroix. Picasso enfatiza este sentido con el diseño de pezón-chupete de la mujer (boceto 36), así como, igual que en la mano izquierda del guerrero caído, reitera supersticiosamente en las líneas de la mano derecha de esta figura, su destino, su “caída mortal”.
El otro elemento plástico constituyente de la estructura compositiva e iconológica del triángulo-pirámide es el caballo.
El caballo es un referente temprano en la memoria de Picasso; una especie de arquetipo o imagen visual primordial, recurrente a lo largo de su expresión plástica. Indudablemente, el artista conoce también el lado mítico y simbólico de este animal, su origen y ascendencia sobre el género humano.
Un indicio de ello se encuentra en la séptima y octava escenas del aguafuerte Sueño y mentira de Franco; allí, aparece el dictador cerca de su rocín destripado y cuyas vísceras semejan sinuosas serpientes, igual que los cabellos en el mito de la Gorgona Medusa, de cuyo tronco, una vez decapitada por Perseo, emerge un alado corcel, el famoso Pegaso, caballo divino, compañero de Belerofonte en sus aventuras. En la escena octava, Pegaso se resiste a ser montado por Franco, como en el mito, y éste decide atravesarlo con su lanza hiriéndolo de muerte. En esta imagen virtual “el corcel divino” no pudo ser domado por el dictador, pues el sacrificio del toro por Atenea (diosa de la sabiduría) no fue consumado. Sabía Picasso que Atenea nace armada de una lanza y que ésta simboliza la guerra, pero que, sin embargo, no es la diosa de la terrible furia bélica, sino de la estrategia, y por eso protege a los hombres inteligentes y valerosos. Picasso muestra a Franco utilizando el poder físico, militar, de la furia bélica, simbolizado por la lanza que hiere mortalmente al caballo, pero esta muerte no significa su extinción, la muerte de su espíritu, éste se perpetua indefinidamente.
Los bocetos, preámbulo de Guernica, muestran desde el primero y segundo el cuerpo del caballo yacente, mientras su espíritu (Pegaso) aletea sobre el cuerpo sólido del toro, formando con éste una bina simbiótica. En el boceto 6, el caballo herido de muerte da origen a Pegaso que sale de su herida bajo la atenta protección del toro; en los demás bocetos Picasso busca la expresión precisa, agónica y sufriente del caballo, hasta sublimar su imagen en el estado cuarto donde se yergue para morir de pie.
Es esta la “bisibilidad” que Picasso descubre desde muy temprano en la imagen múltiple, dotándola, obviamente, de diversos significados, con una visión polisémica de la realidad.
Picasso asume míticamente el rol que desempeña el caballo en sustitución del toro, como símbolo patriarcal, como culto fecundador solar, con cuyo sacrificio (reproduce) simboliza el acto de la creación, el cual implica la regeneración del tiempo en su totalidad y la manera de tornar las cosas presentes. Es la alegoría del sacrificio humano.
Sobre estos símbolos Josep Palau i Fabre, considera que, “del mismo modo que el toro al dejar de ser Minotauro deja de ser un símbolo unilateral del pueblo español, el caballo deja de ser un símbolo unilateral, el del franquismo, y uno y otro se convierten en lo que realmente son, un toro y un caballo, víctimas ambos de una misma atrocidad, tanto aquí como en la corrida de toros”,9.
De parecida forma, Joseph Campbell nos dice que, “en el Guernica de Picasso, la deslumbrante bombilla es el único signo del nuevo orden de poder y vida que está destruyendo al antiguo: el toro del establo y el caballo de guerra, el campesinado y la caballería. El caballo, vehículo conquistador del período que está terminando parece haber sido atravesado por la lanza de su jinete y corneado por el toro. La herida de la lanza es una referencia evidente a la guerra civil, la Guerra Civil Española de 1936-1939, durante la cual la ciudad Vasca de Guernica fue bombardeada en 1937. “En la arena, de donde Picasso tomó su imaginería, el viejo y cansado caballo del picador es corneado por el toro, pero, a su vez, éste es muerto por un arma solar -la espada del matador, que va vestido con el “traje de luces-“; “en la obra de Picasso no hay tal vengador: el enigmático toro sigue de pie”.
“Pero ahora, ha pasado el cenit del día del caballo, aproximándonos a la hora en que la pólvora y los cañones darán la ventaja a la infantería. No es extraño, pues, que en el apocalíptico Guernica, el héroe caído se rebele como una estatua hueca y su Rocinante traspasado por la lanza como un extraño objeto de papier-machè”.10
Creo, que, la intencionalidad de Picasso de representar parte del cuerpo del caballo (exactamente la que corresponde a las zonas lanceadas) como si fuera de papel, establece ideológicamente el carácter evanescente de la transubstanciación mítica, en la conversión escatológica del Ritual de los muertos. Corrobora este concepto la profunda y amplia herida en la grupa del caballo que parece desinflarse y visualizar su oquedad, y con ello, su caída. La lanza que atraviesa su lomo y asoma por el vientre no pertenece al guerrero abatido, confirmándose así la metáfora mítica. Los ollares dilatados y el hocico abierto, junto con la afilada lengua en el rictus de la muerte es el topos más dramático de la obra, el armónico relincho como “acorde perfecto” al gemido de la madre en su clamor.
En el último triángulo compositivo, el de salida visual de la obra, Picasso plasma las imágenes de dos mujeres; la primera, tiene una extraña coincidencia de sentido en el tratamiento de la cabeza y del brazo, con la imagen de la cabeza y el brazo del guerrero desmembrado. Parece ser el mismo desmembramiento, en dos espacio-tiempos. El brazo es un medio plástico que ingresa exhabruptamente al escenario del etnocidio, sin estructura anatómica definida, contrario a la mano que aprisiona férreamente el quinqué con el cual se enciende el “ojo supremo”, el testigo del tiempo.
Esta mujer según Palau i Fabre es la representación de Dora Maar, o inspirada por ella, aunque su morfología o perfil sea en última instancia el de Marie-Thérèse Walter.11 El estrecho espacio por el que penetra este brazo al escenario pictórico no permite el ingreso del cuerpo, reiterando de esta manera su sentido de intrusión, de presencia testificadora de los hechos, concepto éste que puede ser confirmado por el significante abstracto de los dos senos y la otra mano, en medio de estos, indicando alegóricamente el ciclo del tiempo lunar entre un estado creciente y otro menguante, en medio de un símbolo estelar, con el sino de la fatalidad allí inscrito. Es como una fuerza cósmica, como energía primordial, es la imagen de Dora-Atenea que cuida e ilumina a Picasso en el proceso de la obra, como esencia misma de su presencialidad, es su mitología personal, que Picasso construye con los sucesos vivenciales, y con los acontecimientos esenciales de los periplos de su existencialidad, siendo la única forma de socializar dichos estados de neurosis, su lenguaje plástico, muchas de las veces complejo y críptico, no fácilmente descifrable para no poner en evidencia su privacidad, ni su dimensión sensible.12.
La segunda mujer, con la que concluye el espacio pictórico de Guernica, a la vez que indica la salida visual-compositiva de la obra, es simultánea y paradójicamente una mujer atrapada, sin salida de este espacio mortal. Indudablemente que esta imagen expresa la ambivalencia de la “caída-huida”; la caída, por la aparente desaparición parcial del cuerpo, pues, se destaca la cabeza y los brazos “en vilo” sin el soporte del tronco, lo cual, sugiere un estado de levedad, de ingravidez y, obviamente, de caída estrepitosa; la huida, por la continuidad visual del triángulo invertido, (vértice hacia abajo) que se articula a la rodilla de la pierna de la mujer, la cual se arrastra con dificultad y sugiere la forma misma del cuerpo en actitud orante, de plegaria y súplica, apoyado fuertemente al suelo, pero, tratando desesperadamente de lograr su “escape” definitivamente.
Pienso, que el pensamiento lírico de Picasso bebe de su universo mítico y, que, sus imágenes imaginadas trascienden, definitivamente, el mundo físico de sus imágenes graficadas. Es la cosmovisión mito-poética la que simboliza su expresión plástica.
Al respecto, alguna vez Picasso planteó que para hacer un mural era necesario expresarlo en símbolos, así, paradójicamente insistiera en relación a Guernica que, “el toro es un toro y el caballo es un caballo. Son animales sacrificados. Y eso es todo”.13 Pero ese “todo” es un símbolo.
Los cuarenta y cinco bocetos que anteceden la ejecución de Guernica expresan el sentido, el significado y contenido metafórico de su pensamiento, de su ideología. La narración iconográfica épica de Guernica se da a campo abierto, tal y como sucedió en la realidad, como quiera que la población vasca fue sorprendida por la aviación nazi, con beneplácito del gobierno del general Franco, el día 26 de abril de 1937, a las 4:30 de la tarde, en su actividad cotidiana de trabajo. Pero, el espacio abierto deja muchas salidas de justificación a los acontecimientos y aminora el impacto de barbarie allí cometido, por lo tanto, Picasso, en los bocetos 38 y 39 encierra los personajes en el reducido espacio de lo irremediable. Esta idea de cerrar el espacio vital se hace realidad física en el séptimo estado de la obra, es decir, un día antes de su conclusión, logrando de esta manera un alto grado de dramatismo y enfatizando el hecho del asalto intempestivo, traicionero y premeditado, sin opción de escape alguno para los seres indefensos.
Como el holocausto de los encerrados hornos crematorios de Auschwitz.
En cambio, desde un comienzo la presencialidad de la conciencia humana como veedora testimonial de los acontecimientos se evidencia en el primer boceto, en la imagen de la mujer asomada por la ventana con el brazo extendido sosteniendo el quinqué, lo mismo que en el sino fatídico expresado en las líneas funébricas del supuesto caballo que se haya bajo ella, y, de cuyo cuerpo ha brotado Pegaso, que aletea alborozado sobre el lomo del toro-picasso, cual rito iniciático de la renovación, rito que se reitera en el boceto sexto, en donde Pegaso surge del vientre herido del viejo caballo, como un joven sol naciente (el Apolo naciente, dios griego de la luz y la verdad). Esa relación toro-Picasso, y mujer quinqué-Dora se evidencia vivazmente en el boceto diez, de una manera casi simbiótica; al fin y al cabo ella fue la única testigo del proceso genésico de Guernica, algo así como la partera de dicho alumbramiento.
Esa misma identidad atribuida por muchos historiadores del arte al toro-Picasso, ha sido extensible a la imagen de Minotauro-Picasso, a partir de la ilustración que el artista hiciera para la revista Minotaure en 1933; y por el aguafuerte Minotauromaquia realizado en 1935, lo mismo que por el óleo de 1936 Minotauro cambiando de domicilio, que en los bocetos 19 y 22 aparece como parte de su mitología personificada.
Una metáfora importante, por lo insólita, es la del caballo juguete correspondiente al boceto 4.
Allí el caballo se convierte en el evento lúdico de la vida en la niñez, de la propia alegría de vivir y de la vida naciente. No es un caballo para ser montado por un niño, (de hecho esto no representa), es la idea del niño que no pudo llegar a montarlo, es decir, que no tuvo vida para ser feliz. Significa el sacrificio de la vida naciente.
Sobre la divergencia simbólica y el enfrentamiento ideológico del toro y el caballo que muchos autores aducen, dicha situación graficada del toro y el caballo, aparece únicamente en el boceto 11, y en él, ninguno de los dos tiene primacía o prevalece sobre el otro para poder deducir de allí la significación del pueblo y del fascismo, que respectivamente se les endilga. Creo que plantea los odios o enfrentamientos fraticidas de manera genérica, como una característica humana primordial.
Esta analogía se hiperboliza en el boceto 15, cuando Picasso atiborra de cadáveres la escena, señalando de esta manera el devenir vandálico del hombre a través de la historia, lo cual indica el signo-rueda ubicado por encima y por detrás de las víctimas, signo éste que representa, clásicamente, el paso irremediable del tiempo.
Otro símbolo insólito es el concerniente a la figura del boceto 35, imagen que corresponde a una interpretación de la figura de la foto publicada por el diario francés Ce soir, el día primero de mayo, del paracaidista Clem Sohn quien se arroja desde lo alto de la Torre Eiffel en París, sin que su paracaídas se hubiera abierto. Esta impresionante toma aparecía junto con las fotografías de Guernica que tanto impresionaran a Picasso.14 Sin embargo, encuentro una relación de analogía entre esta imagen de “hombre-casa” como símbolo de la vida humana civilizada, y la imagen de la “mujer-caída-huída”, aprisionada en su espacio vital con las tablas o tejado sobre su cuerpo y masacrada por la furia irracional de la barbarie.
El enorme sentido metafórico de Picasso, a la vez poético, que transforma la realidad concreta en iconologías plásticas lo exterioriza una vez más en los bocetos 12 – 13 y 14, con la representación de la mujer arrastrándose con su hijo sostenido en el brazo izquierdo; esta figura la diseña con base en La leona herida, ya mencionada, por el profundo sentimiento de maternidad (análogo al tema de La Pietá), allí se transforma el deseo de la mujer de escape de aquella realidad terminal, hasta lograr su deseo, mediante la metamorfosis de la mantilla que aparece asida a su cabello, en el boceto 14, en una enorme ala para elevar así su “último vuelo”. Es el “realismo mágico” picassiano que torna lo enajenante en sublime y lo imposible en realidad.
Los bocetos 25, 36 y 37 que proyectan el tema análogo a La pietá, el de la madre con su hijo muerto sobre su regazo, muestran en la estructura compositiva la presencia abstraída de las bombas asesinas sirviendo de red a manera de vector geométrico o magnitud destructiva, e imbricando la onda expansiva del artefacto bélico y la desintegración morfológica de sus cuerpos. Esta misma idea, el 13 de mayo se esboza bidimensionalmente, el 28 de mayo se define contextual y metafóricamente, a la vez que de manera volumétrica; el boceto 36 es patético en su representación, y el boceto 37 convierte uno de los brazos en bomba mortífera y uno de los senos en otra arma mortal; aparece en este boceto un significante-signo en forma de lanza rota que atraviesa el cuerpo del niño que gesticula, como la madre: la cinestesia del dolor. Es indudable que la simbología de la lanza atravesando el cuerpo del caballo, como en éste boceto, el cuerpo del niño, significa la fuerza destructora dirigida contra la población de manera indiscriminada. Simboliza el espíritu nefasto del fascismo.
Por último, la visión y capacidad creativa de Picasso configura continuamente su pensamiento, como se puede apreciar en los ocho estados del proceso de ejecución de la obra. Definitivamente el interés de Picasso por hallar la correspondencia entre las imágenes representadas y las imágenes pensadas, se concreta en su afán por registrar plásticamente el testimonio histórico de este etnocidio que, según él podría ser el preludio de un futuro totalitarista dominado por el poder irracional del armamentismo en contra de la humanidad, y también, para expresar su compromiso social y político, tal como lo hiciera el 24 de marzo de 1945 a Simone Déry y publicado en Lettres francaises:
“¿Qué cree usted – le decía- que es un artista? ¿Un imbécil que sólo tiene ojos si es pintor, orejas si es músico, o una lira en todos los pisos del corazón si es poeta, o incluso, si es boxeador, únicamente músculos? Muy al contrario, es al mismo tiempo un ser político, constantemente alerta, ante los desgarradores, ardientes o dulces acontecimientos del mundo, y amoldándose por completo a su imagen. ¿Cómo sería posible desinteresarse de los demás hombres, y en virtud de qué ebúrnea despreocupación podría uno desentenderse de una vida que tan copiosamente le ofrecen?
No; la pintura no se ha hecho para decorar viviendas. Es un instrumento de guerra ofensiva y defensiva contra el enemigo”. 15
NOTAS
1. RAMIREZ, Juan Antonio. Picasso. Alianza Editorial. Madrid 1994.
2. op. Cit.
3. CABANNE, Pierre. El siglo de Picasso. Tomo III. La guerra. RAYCAR S.A. Madrid 1982.
4. JAFFÉ, Hans L. Pablo Picasso. I Maestri del Novecento. Grafica L’impronta. Firenze-1969.
5. ELIADE, Mircea. Tratado de historia de las religiones. Biblioteca ERA, México 1972.
6. op. Cit.
7. op. Cit.
8. SPENCE, Lewis. Los misterios del antiguo Egipto. Edit. Ariel. Guayaquil 1975.
9. PALAU I FABRE, Josep. El Guernica de Picasso. Editorial Blume. Barcelona 1979.
10. CAMPBELL, Joseph. Las máscaras de Dios. Mitología creativa. Alianza Editorial. Madrid 1992.
11. PALAU I FABRE, Josep. (op. Cit.).
12. (op. Cit.).
13. RODRIGUEZ -AGUILERA, C. Picasso 85. Editorial LABOR. Barcelona 1968.
14. PALAU I FABRE, Josep. (op. Cit.).
15. RODRIGUEZ-AGUILERA, C. (op. Cit.).
[1] Aquelarre. Revista semestral del Centro Cultural de la Universidad del Tolima. N 5. Mayo 2004, páginas 39-50.
[2] Nota Del Editor: ver alusiones al toro en los artículos sobre Baal, el dios El, la mesolítico y neolítico: religion, 7000-4500 ac

Mujer en America-historia

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La mujer en America nos cuenta la situación de género en hispanoamerica en tiempos del descubrimiento de America.
La mujer en América, texto de Victoria Sau, Escritora Española[1]

“Sin la mujer, tanto española como india, la conquista española no hubiera podido ser sino una aventura bélica y comercial, que hubiera cristalizado en meras factorías a la manera de las fenicias, pero nunca en aquella pléyade de naciones…” (1)
La autora de la cita se asombra en su libro, una y otra vez, candorosamente, -¡mujer al final!- de que no uno sino todos los cronistas de Indias, desde Bernal Díaz del Castillo, Garcilaso de la Vega y Fuentes y Guzmán, hasta López de Gomara y Fernández de Oviedo, se olvidan misteriosamente de mencionar a la mujer en su relato de la empresa americana.
Acontecimientos casi insignificantes, que a la preocupación del hombre moderno parecen desprovistos de todo interés, son narrados con escrupulosa nimiedad.
Acciones contra los indios de muy escasa trascendencia, con todas sus idas y venidas, anécdotas curiosas y detalles pintorescos, ocupan largas páginas de los historiadores. Los movimientos más insignificantes de los conquistadores, sus rencillas y rivalidades, son tratadas con desmesurada extensión (…).
Pero se echa de menos ese cúmulo de temas ajenos a la actividad bélica (y masculina) sobre todo en lo que concierne a la vida social y familiar, al desarrollo de las instituciones, al desenvolvimiento económico, etc. (2)
Pero si los cronistas no mencionan a la mujer española más que para destacar una figura muy principal, casi siempre por su linaje y a las demás sólo casualmente cuando representan un suceso harto original o se hallan incluidas por casualidad en un hecho del que no son el núcleo, qué no sucederá con las de la tierra, con las propias indias. Carne de placer, de reproducción y de trabajo como las españolas, pero en una posición muy inferior debido a su situación de pueblo conquistado.

“…AVÍA MUCHA FALTA DE TALES MUGERES DE CASTILLA” (3)

Con ser las mujeres una mercancía preciosa para los conquistadores, no trascienden a pesar de todo dicho concepto, y son a menudo mencionadas después de la larga lista de objetos y herramientas con que se equipan unos bergantines, o a continuación del número de caballos con que se inicia una expedición.
Es imposible, pues, determinar en qué momento llegan Ias primeras mujeres españolas a Indias.
Parece ser que no se embarcó ninguna en el primer viaje de Colón, pero pudiera ser que sí lo hicieran en el segundo, según algunos autores deducen de la Historia del Almirante Cristóbal Colón escrita por su hijo Fernando.
Pero de lo que no cabe duda es de que las autóctonas, las del Nuevo Mundo, esas ya estaban ahí antes del 12 de octubre de 1492; porque de lo que se trata es de que las mujeres, blancas, negras o indias, están presentes ahí, y ejerciendo su rol, desde el primer momento.
Hasta 1502 no hay certeza de la llegada de españolas a Indias, las cuales fueron con el Comendador Ovando. No se conoce su número ni sus nombres, pero sí que formaban parte de “familias principales“. Sin pretender quitarles valor no a éstas sino a todas las mujeres que cruzaron el Atlántico durante un siglo, con sólo un 50% de probabilidades de llegar, y si llegando, expuestas a rudezas y esfuerzos sin cuento, es de suponer que antes que las que eran miembros de “familias principales” lo harían las más humildes, necesitadas, perseguidas y aventureras. Pero sobre ellas pesa el silencio; la Historia está escrita por Hombres.
El Catálogo de Pasajeros a Indias, (4) por otra parte, además de empezar a confeccionarse en 1509, aporta apenas datos, salvo el nombre y la procedencia, acerca de las mujeres. Como detalle curioso puedo decir que en el susodicho año de 1509 la lista es de 27 pasajeros, de los cuales sólo uno es mujer (Ana Rodríguez, negra cristiana, hija de Pedro Mateos y de Catalina Rodríguez) la cual figura con el número 21.
Pero leyendo detenidamente se encuentran tres mujeres más, dos que viajan en calidad de esposas y una tercera, de hija, lo cual eleva el número total a 4.
No hay un número por persona sino por cabeza de grupo; algunos hombres viajan con chicos, con escuderos y criados o con varones de su parentela.
También, por supuesto, con esposas e hijas. En el año 1510, de 108 pasajeros sólo cuatro son mujeres, pero otras tres viajan como esposas, dos como hijas y una como criada. En 1511, de 295 pasajeros 16 tienen número ellas mismas, pero otras 16 viajan como esposas, 6 como hijas, 3 como hermanas y una como criada, lo cual hace que sumen en total 42. Y así en los años siguientes, sólo que cada vez hombres y mujeres en número más crecido.

“LLEVO VEINTE INDIOS QUE TOMO DE YTARA Y POTANO…” (5)

Si alguna duda pudiéramos tener acerca del papel que han jugado -y juegan- Ias mujeres en la historia del hombre, no hay sino que hacer un análisis de hechos tan relativamente recientes como son el descubrimiento, conquista y colonización de América.
Las mujeres son tratadas en términos de ganado, y de hecho se las reseña a menudo entre las propiedades del hombre, después de aquél. Si sus virtudes son ponderadas a veces, esto es en la medida en que las mujeres proporcionan beneficios, solucionan, curan, salvan, alivian, colaboran, y hasta sustituyen al hombre con plena eficacia.
De alguna manera, pues, en tanto que sirven a sus fines. Y siempre dentro de un plano individual, porque genéricamente hablando las mujeres en América son robadas, secuestradas, regaladas, trasegadas, apareadas, casadas, descasadas, intercambiadas, fecundadas, violadas, distribuidas, adjudicadas, repartidas, torturadas y explotadas, como es obvio, sin su consentimiento. Tendríamos que visitar muchísimos pueblos primitivos para poder reunir la gran cantidad de formas de extorsión que hallamos de una sola vez por todas en las Indias, y ciñéndonos sólo a la primera mitad del siglo XVI.
En una ocasión en que corrió la voz de que Hernán Cortés y los hombres que lo acompañaban habían muerto, “el factor mandó que todas las mujeres que se habían muertos sus maridos en compañía de Cortés, hiciesen bien por sus ánimas y se casasen…”( 6).
Como la esposa de uno de ellos, Juana de Mansilla, no se quisiera casar porque tenía confianza en Dios y creía que su marido, Cortés y los demás estaban vivos, el factor “y porque dijo estas palabras la mandó azotar por las calles públicas de México por hechicera”. (7).
Cuando Cortés regresó, efectivamente, Ia volvió en su honra de la afrenta. Sobran comentarios.
Veamos cómo se expresa don Pedro de AIvarado, Adelantado y Gobernador de Guatemala, al referirse a un lote de mujeres cuya llegada anuncia y que vienen con su segunda esposa. Segunda no por viudez, sino porque la primera esposa de don Álvaro fue una india de sangre real, una de las que le tocaron en el reparto de las que habían sido dadas a Cortés por los mexicanos, no habiendo sido dicho matrimonio legitimado. Escribe Alvarado al cabildo de Guatemala:
…Doña Beatriz (su esposa) está muy buena, trae veinte doncellas, muy gentiles mujeres, hijas de caballeros y de muy buenos linajes. Bien creo que es mercadería que no me quedará en la tienda nada, pagándomelo bien, que de otra manera excusado es hablar de ello..(8).
En una de las fiestas en casa de Alvarado que se dieron por aquellos días, las doncellas, escondidas tras unas puertas por la honestidad, miraban a los que pronto serían sus maridos y una de ellas dijo:
Doylos al diablo, ¡parece que escaparan del infierno según están de estropeados: unos cojos y otros mancos, otros sin orejas, otros con un ojo, otros con media cara, y el mejor librado la tiene cruzada una o dos veces!
A lo que contestó otra:
No hemos de casar con ellos por su gentileza sino por heredar los indios que tienen, que según están viejos y cansados se han de morir pronto, y entonces podremos escoger el mozo que quisiéramos en lugar del viejo… (9)
Pero tampoco las viudas lo tenían tan fácil como hemos visto por la afrenta a doña Juana de Mansilla, y podremos seguir viendo.

…PORQUE LOS CASADOS EN INDIAS SON LOS QUE PERPETUÁN LAS INDIAS (10)

El Comendador Ovando dispuso desde el principio que se casaran no sólo los indios entre sí, según lo manda la Santa Madre Iglesia, sino algunos cristianos con indias y algunas cristianas con indios. Las españolas eran inferiores en número, y aunque los indios las deseaban, los conquistadores tenían prioridad. Así las mujeres son tratadas en términos de ganado, y de hecho se las reseña a menudo entre las propiedades del hombre, después de aquél. Todos los casos que se encuentran de blancas cristianas unidas a indios, es por razón de robo o secuestro. Los conquistadores en cambio casaban a veces con indias, pero las abandonaban cuando tenían la oportunidad de hacerlo legalmente con una española.
Al principio de la conquista la Corona española prohibió el traslado de las solteras a las Indias, pero la prohibición no debió de ser cumplida como se desprende de la Real Cédula de 1514 en la que se daba entera libertad a españoles y españolas de casarse con quien quisieran. Dicha Cédula fue confirmada por Felipe II en 1575.
Los hombres de la península que embarcaban hacia las Indias con su mujer, o que una vez allí la mandaban llamar, tenían muchos gajes: mejores cargos, mayor repartimiento de indios y distribución de tierras, etc. La insistencia de los Reyes era machacona y manifiesta, y aunque también se alude a veces a la moral y las buenas costumbres, el motivo era económico y político:
…Además de la ofensa que se hacía a Dios nuestro Señor, se seguía gran inconveniente a la población de aquellas tierras, porque no viviendo los tales de asiento en ellas no se perpetuaban, ni atendían a edificar, plantar, criar ni sembrar, ni hacer otras cosas que los buenos pobladores suelen hacer, por lo cual los pueblos no van en el aumento que conviene, como sería si vivieren poblados con mujeres e hijos como verdaderos vecinos…
El matrimonio se convirtió así en una razón de Estado, y no sólo el de las solteras sino también el de las viudas. Porque en Indias, si el marido moría, la mujer heredaba su repartimiento de indios y tierras, y a la Corona le interesaba que dicho lote no fuera a parar por un segundo matrimonio a manos de hombres menos dignos de confianza y poco serviciales a la Corona. La pureza de la sangre, el demostrar que se era castellano viejo, y la seguridad de que no se era hijo ni nieto de persona sancionada por la Santa Inquisición, eran las máximas garantías. Escribe el Inca Garcilaso:
…Es de saber que como en las guerras pasadas hubiesen muerto muchos vecinos que tenían indios, y sus mujeres los heredasen, porque ellos no casasen con personas que no hubieren servido a Su Majestad, trataron los gobernadores de casarlas de su mano, y así lo hicieron en todo el Perú.
Paridora oficial, vehículo de transmisión de la propiedad, perpetuadora de los usos y costumbres del Viejo Mundo, ¡y todo por cuenta de otros, de ellos!
¿Y las indias? Manipuladas también, pero de otra manera. En 1545 escribía al Rey el capellán González Paniagua:
Acá tienen algunos a setentas (mujeres); sino es algún pobre, no hay quien baje de cinco o seis; la mayor parte de quince y veinte, de treinta y cuarenta. (11).

…PORQUE ENSEÑARAN A LOS NUESTROS SU LENGUA… TRAJO COLON SIETE INDIAS A ESPAÑA (12)

La mayor preocupación, de Colón primero, de todo conquistador después, fue la de la lengua, el vehículo de comunicación y entendimiento.
Las mujeres de la tierra, las indias, además de concubinas y sirvientas hicieron un gran papel en esto. Se llamaban “ladinas“, por corrupción de “latinas“, las que aprendían el castellano y podían hacer de intérpretes. Giménez Caballero Cita unas pocas:
Hojeda tuvo de intérprete, guía y esposa a “Isabel”. Alvarado. “una india moza”… (13)
En Cartagena, en Venezuela, en Jamaica, en todo el continente. Pero cuando siglos más tarde se habla de Hispanidad nadie las coloca en el lugar que les corresponde. La traición viene de lejos, porque ya Hernán Cortés, al escribir al Rey de España, no le mencionaba a la Malinche, su amante, a la que había escogido antes que por su belleza por ser Buena Lengua.
En Cartagena de Indias la india Isabel Corral no se rindió de amor al hombre que había de utilizarla, como la Malinche con Cortés. El gobernador Pedro de Heredia informó de ella:
Si saben que la conquista y pacificación de esta tierra no se ha de hacer sin la dicha Isabel Corral, a causa de ser lengua de Hurava, y no haber otra… ( 14)
Mujeres, cualquiera que sea el color de vuestra piel, ¿dónde está vuestra gloria?

POR LA HONESTIDAD DE LA CIUDAD Y MUJERES CASADAS.

Puerto Rico, 1526. El Rey, Concejo, Justicia, Regidores… Hay necesidad de que se haga una casa de mujeres públicas. Y se hace. Las busconas también hacen Hispanidad.
Evitando personalismos no hemos querido hablar de la mujer. Las parejas de los famosos -sólo un recuerdo a la primera esposa de Cortés, la Marcaida, a la que él asesinó una noche-, sino de las mujeres, las indias, las negras, las españolas, en grupo, en conjunto, en sexo. Las que empuñaron la lanza y la rodela, las que sembraron el primer trigo de América, las ladinas, las prostitutas, las amantes, las aventureras, las brujas, las esclavas, las parturientas, las madres, las torturadas, las asesinadas, las suicidadas (como aquéllas que tomaron solimán en venganza de la afrenta que Diego de Carvajal les había hecho). Anónimas la mayoría, como aquélla que el propio cronista Fernández de Oviedo dice que mandó azotar y sacar los dientes porque acusó su marido falsamente. O como aquella Elvira hija de Aguirre, asesinada en algún recodo, ¡ay! del Amazonas, de la que sólo sabemos el nombre y que era mestiza. Y la mujer del Henríquez, que metieron los indios tierra adentro y que nunca más apareció. Y las que cita Cieza de León cuando dice: …y tomaron dos o tres mujeres vivas y les hicieron mucho mal. Y las que menciona Jaime Rasqui al escribir al Rey, que tengo por cierto que hay más de mil doncellas para casar. Y las criadas: Diego Núñez de Irala y Antonio de Irala y doña Ginebra Núñez de Irala, mis hijos y de María, mi criada; y doña Marina de Irala, hija de Juana. mi criada; y doña Isabel de Irala, hija de Agueda, mi criada; doña Ursula de Irala, hija de Leonor, mi criada; y Martín Pérez de Irala, hijo de Escolástica, mi criada; y Ana de Irala hija de Marina, mi criada; y María, hija de Beatriz, criada de Diego de Villaspando.(15)

NOTAS

(1) Nancy O’SuIlivan Beare: Las mujeres de los conquistadoras. Cía. Bibliográfica española, Pág. 58.
(2) Id. pp. 23-24.
(3) Fernández de Oviedo citado por N. O’SuIlivan p.41.
(4) Catálogo de Pasajeros a Indias durante los siglos XVI, XVII y XVIII, Vol. 1 (1509-1534) Sevilla.
(5) Según la Relación del Fidalgo de Elvas, citado por N. O’SuIlivan op. cit. 291.
(6 y 7) Según Bernal Díaz del Castillo, citado por N O’SuIlivan, op. Cit. 67-68.
(8) Fuentes y Guzmán: Recordación Florida I Historia de Guatemala, Madrid 1882, tomo I p.108.
(9) Garcilaso de la Vega: Comentarios Reales, tibroll, cap.l, pp.113-114.
(10)Según Enrique de Gandía, citado por N O’SuIlivan op. cit. p. 252.
(11) Citado por Fco. Morales Padrón en Los con quistadores de América, Austral, p. 129.
(12) Cita de Giménez Caballero: Las mujeres de América, Ed. Nacional, pág. 69.
(13) Idem. pág. 69.
(14) Citado por N. O’SuIlivan, op. cit. pág. 216.(15) Del Testamento de Irala citado por N. O’Sullivan op.cit.256.
[1] Aquelarre. Revista semestral del Centro Cultural de la Universidad del Tolima. Año 2003 Volumen 2 No 3.
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Jornada de reflexión en España

Hoy hay jornada de reflexión en España mientras los «indignados», el 15 M, la masa molesta de españoles sigue en las plazas pasada la media noche, después de su grito mudo, pese a la prohibición de las autoridades y el temor a las represalias por parte de la fuerza pública. Miles de personas, entre 19.000 y 28.000 en un momento dado en la Puerta del Sol en Madrid , multitudinarias manifestaciones similares en Barcelona, Valencia, etc; respaldo masivo de la comunidad hispana en todo el mundo, protestando civilizadamente frente a sus embajadas.

Jornada de reflexión en España, sobre todo para los políticos tradicionales enseñados a vivir como sanguijuelas a costas del poder, los bipartidistas que se troceaban los cargos y fagocitaban los cargos públicos, los servilistas de un sistema condenado a evolucionar sí o sí.
Jornada de reflexión en España, para Zapatero y su combo por las nefastas decisiones económicas que han lacerado el bolsillo y el futuro de los españoles; para la oposición política que salvo el show mediático de quererse congraciar con los indignados, no ha hecho ni gestado mayor cosa para el pueblo español.
Jornada de reflexión en España, que mira emocionada (como lo estamos nosotros también a la distancia) cómo la gente común y corriente también se asquea de andar sometida como borregos necesitando directrices de los de arriba.

Jornada de reflexión en España para los electores sobre si votar en blanco o anular el voto, sobre si darle el apoyo a alguno de los candidatos en disputa.

Ver: Carteles 15 M: SEO en España