Historia de Brasil hasta 1964

Vamos a redactar una historia breve de Brasil hasta 1964, empezando por su descubrimiento y colonización, luego con los bandeirantes, Corte portuguesa en Brasil, la regencia, independencia, primer imperio, segundo imperio, la república y el varguismo.

Brasil, descubrimiento y colonización, el primero de muchos artículos históricos sobre el gigante suramericano.

El primer navegante portugués que llegó a las costas de Brasil, fue Pedro Alvarez de Cabral, en 1500. Le llamó Brasil, debido a la abudancia de un arbusto de madera roja como una brasa. Pero antes otros descubridores ya habían tocado las tierras de los que hoy es Brasil: Vicente Yañez Pinzón y Rodrigo de Bastidas.
Los territorios selváticos ubicados al sur del rio amazonas carecían de incentivos para los conquistadores renacentistas, adheridos a los puntos de vista de los mercantilistas, que veía en el oro y la plata la base de la riqueza. Los conquistadores españoles no se preocuparon por ocupar las tierras que, según el tratado de Tordesillas de 1494, les correspondían.La colonización del Brasil se inició con la explotación maderera.

Los portugueses comenzaron por fundar poblaciones sobre la costa; Thomé de Souza fue el primer oficial que llegó con propósitos de establecerse, y poco a poco se fue estructurando un sistema de ocupación de territorios costeros por parte de colonos portugueses. Pero ya avanzado el siglo XVI, los franceses, ansiosos de lograr bases de asentamiento en las Indias y atraídos por el negocio de la madera, comenzaron incursiones destinados a instalarse en tierras portuguesas. Los hombres de Lisboa defendieron con energía sus derechos; y sobre las ruinas de una fortaleza ubicada sobre el llamado Morro de la Gloria, se levantó la ciudad de Rio de Janeiro.
Como recurso para evitar la presencia francesa, más que por interés directo, Portugal empezó a impulsar una política de asentamiento y de creación de villas hacia el interior de la selva brasileña. La población indígena, muy atrasada culturalmente, fue sojuzgada o eliminada; pero el mestizaje fue más intenso que en los territorios ocupados por los españoles.

La caña de azúcar comenzó a cultivarse ya en el siglo XVI, y se convirtió pronto en el gran recurso económico de Brasil. La dificultad que presentaba el uso de mano de obra indígena produjo el comercio esclavista. a fines del siglo XVI ya existían 14.000 negros en Brasil; y si resultó intenso el mestizaje, la unión de indios y negros (que producen zambos) y aun de blancos y negros (que produce mulatos) se dio con mucha frecuencia, promoviendo la formación de una amplia gama de tipos raciales intermedios, característica de la población de Brasil en su historia.
La riqueza azucarera brasileña provocó las ambiciones holandesas; a partir de 1624 se hicieron frecuentes los intentos de establecimientos de navegantes y colonos holandeses. Esto provocó constantes enfrentamientos entre las autoridades portuguesas y los intrusos; y determinó la fundación de numerosos pueblos, ubicados como barrera a la penetración extranjera. Finalmente, los holandeses fueron expulsados, a mediados del siglo XVII. Los enfrentamientos de este periodo, que alcanzaron su mayor intensidad en el norte del territorio, resultaron muy importantes para la formación de una incipiente pero firme conciencia nacional.

Los bandeirantes

En los primeros años del siglo xviii, se descubrieron importantes yacimientos de metales preciosos en el sur de Brasil; fundamentalmente oro y diamantes.Sao Pablo se convirtió en el gran foco desde donde partían los buscadores de estas nuevas riquezas hacia diversos puntos del territorio. a medida que se fueron abriendo minas- sobre todo en el territorio que se llamó Minas de Gerais, los expediciones se fueron transformando en incursiones de caza de hombres, dado que los indios eran utilizados como mano de obra barata en las explotaciones mineras. Es en ese instante que adquieren gran importancia los bandeirantes o mamelucos: se trataba de bandas integradas generalmente por tipos mestizos- aunque el concepto tiene un sentido sociológico y no racial- dedicados a asaltar las aldeas indígenas, con métodos de la más extrema violencia, a efectos de capturar esclavos para luego venderlos en las minas. Estos bandeirantes acostumbraban llevar una gran bandera blanca al frente del grupo. Estos aventureros que vivían del robo y la agresión, tuvieron, sin embargo, una gran importancia para la historia de la constitución de Brasil; sus incursiones, frecuentemente respaldadas, por las autoridades, abrían la selva a penetraciones de pacíficas familias de colonos portugueses, que se establecían en los lugares que los mamelucos o bandeirantes habían «limpiado».

Así, los límites originales del Brasil portugués, fijados según el tratado de Tordesillas, fueron absolutamente desconocidos, y los territorios interiores del continente fueron sistemáticamente ocupados por los portugueses.Luego, de alguna forma, visto a la distancia y muchos años de por medio, los bandeirantes o mamelucos fueron una suerte de pioneros de la expansión brasileña. Fueron el azoe no solamente de la población indígena, sino también de las poblaciones españolas que trataban de instalarse en lugares disputados o fronterizos.

Los intentos expansivos de Portugal llegaron por el sur, hasta el Río de la Plata. Las autoridades portuguesas, deseosas de dominar los puertos de la costa platense y capaces de resolver el grave problema que los terratenientes sureños tenían para entrar en contacto con los mercados internacionales por la falta de buenas salidas marinas, intentaron establecerse sobre la costa sur de lo que hoy es el Uruguay. En 1680, el almirante Lobo fundó la colonia de Sacramento, destinada a convertirse en un próspero foco de comercio ilegal y verdadera piedra de la discordia entre España y Portugal. A efectos de evitar la continuidad de los esfuerzos brasileños, las autoridades españolas de Buenos Aires fundaron la plaza fortificada de Montevideo, en 1724-1730. A fines del siglo xviii, la colonia fue definitivamente ocupada por el que sería primer virrey del Río de la Plata, Pedro de Ceballos. El territorio de la banda oriental del Uruguay, permanecería en poder de los españoles; pero Portugal no abandonaría su intención de llevar la frontera sur del Brasil «hasta sus límites naturales». Los mamelucos o bandeirantes continuaron sus incursiones sobre el norte uruguayo hasta bien entrada la època de la independencia.

CORTE PORTUGUESA EN BRASIL

Ya en el siglo XVIII se dibujaba claramente las características socioeconómicas del Brasil. En el noreste se hallaban las grandes plantaciones de caña de azúcar, trabajadas por esclavos negros -la trata de negros se mantuvo in crescendo durante todo el periodo colonial- y propiedad de una oligarquía de plantadores, los «senhores de ingenio». Más al sur, grandes latifundios dedicados a la ganadería, extensiva y a la exportación de cueros, con problemas para hallar vía de salida adecuada para su producción al escasear los buenos puertos. Esta zona del país vio desarrollar un tipo de sociedad rural muy similar a la de la zona ganadera del litoral del Uruguay y el Paraná; el «gaucho» riograndense, corresponde obviamente, al gaucho rioplatense.

Hacia el centro del país se hallaba la zona minera, caracterizada por la mano de obra servil y el trato inhumano, que determinó diversos levantamientos de esclavos. La aristocracia minera levantó allí lujosas ciudades, que desaparecieron luego con el agotamiento de las minas; un tipo de arte particularísimo, mezcla de elementos indígenas, negros y europeos, se desarrolló en aquella área.
Su exponente máximo fue un escultor mulato llamado Antonio Francisco Lisboa, apodado «El Aleijadihno», cuyas figuras humanas contienen una enorme fuerza expresiva; realizó sus últimos trabajos corroído («llevado» diría yo en mi coloquial hablado) por la lepra, y atándose el cincel y el martillo a las manos sin dedos.
Destaquemos que el desarrollo de la economía minera en el sur provocó un desplazamiento de la mano de obra hacia dicha región,perjudicando a las plantaciones azucareras del norte; empezó así la larga decadencia de los  «senhores de ingenio», cuyas tierras se arruinaron por los métodos inadecuados de explotación, por la competencia de otras zonas como Cuba y Barbados, por ejemplo, y por la mencionada escasez de manod e obra.
En las ciudades existía una pequeña clase media integrada por pequeños comerciantes y artesanos; no adquirió nunca una fuerza suficiente como para convertirse en un sector realmente influyente.
Una oligarquía de plantadores, mineros, terratenientes ganaderos y grandes comerciantes controlaba la sociedad brasileña a fines del siglo XVIII. Una gran masa de esclavos, en permanente crecimiento numérico, sostenía la economía del virreinato. Los indios se hallaban marginados y los sectores medios no pesaban.

La oligarquía blanca había ido adquiriendo, a lo largo del periodo colonial conciencia de su poderío real, y de las enormes posibilidades de Brasil, muy superiores a las que podía tener Portugal en Europa.Los sucesos del siglo XIX influirían de manera decisiva en el afianzamiento de esta conciencia nacional, y la transformaría en un impulso independentista.

A principios del siglo XIX, Portugal era un país situado en la esfera de influencia británica.. Por obvias razones no podía acatar el bloqueo continental impuesto por Napoleón y, por tanto, tuvo que desafiar al emperador, el cual invadió el territorio portugués a través de España, contando con el aval de un confiado Manuel Godoy.

Incapaces de resistir, los miembros de la familia real portuguesa y los principales elementos de la corte se trasladaron al Brasil, donde permanecerían hasta 1821. Y la oligarquía brasileña se vio inmediatamente favorecida con aquella situación. Don Juan de Braganza, príncipe regente de Portugal -por enfermedad de la anciana reina María- favoreció con diversas concesiones los territorios en los que había instalado su corte, suprimió toda restricción al desarrollo de industrias y al comercio, fundó el Banco de Brasil, creó la facultad de medicina, etc. El mercado brasileño se abría al mundo, y sus clases dominantes veían un porvenir dorado, en la cual la idea de la independencia se veía como un imperativo histórico, poco antes o poco después.

La política internacional del Brasil comenzó a generar sus propias orientaciones; y mientras Portugal y España eran aliados en la lucha antinapoleónica, las fricciones eran frecuentes en América, a causa de la política intervencionista de la Corte instalada en Rio ; política impulsada fundamentalmente por la reina Carlota Joaquina, hermana de Fernando VII y, por lo tanto, aspirante al trono de España.

En 1808 y 1809 los agentes de la reina intervinieron en los conflictos creados por los movimientos junistas en Montevideo, Buenos Aires y Alto Perú. En 1811, tropas brasileñas invadieron el Uruguay, para respaldar al virrey Elío, sitiado por las fuerzas sublevadas de Artigas y Rondeau; esa incursión determinó el trasiego de casi toda la riqueza pecuaria uruguaya al Brasil, para mayor gloria de la naciente industria saladeril de Rio Grande. Durante todo este perodo continuó la ocupación de territorios al sur, violando los límites establecidos por el tratado de San Ildelfonso, firmado en 1777 entre Portugal y España.

La importancia y el peso de Brasil en la monarquía portuguesa era tan evidente que, en 1815, don Juan, ya convertido en rey de Portugal, declaró la constitución del Reino Unido de Portugal, Brasil y Algarve; la ex colonia era colocada en plano de igualdad con la metrópoli. En 1816, con el pretexto de combatir la «anarquía» revolucionaria de Artigas, el general Carlos F. Lecor invadió el Uruguay; en 1817 estalló una revolución de carácter republicano en Pernambuco, que fue reprimida pero que provocó una profunda crisis en el seno del gobierno portugués, planteando por primera vez, al rojo vivo, la gran disyuntiva de don Juan VI: volver a Portugal o quedarse en Brasil, convirtiendo la colonia en metrópoli.

En 1820 las guerrillas artiguistas fueron vencidas y el territorio uruguayo quedó ocupado por las fuerzas portuguesas; pero en 1821, y relacionado sin duda con la rebelión liberal en España (véase la sublevación de riego), estalló un movimiento del mismo signo en Portugal, que exigía la transformación de la monarquía absoluta en monarquía constitucional y el regreso del rey a Lisboa. Mientras Juan VI dudaba, el nuevo primer ministro liberal Pinheiro Ferreira ordenaba a Lecor organizar en Montevideo un congreso, en el cual la población del Uruguay decidiera libremente su destino. Pero el general, en contacto directo con el príncipe Pedro de Braganza, ya por entonces cabeza del movimiento independentista, desobedeció la orden de Pinheiro y maniobró en el congreso de tal forma que éste votó por la incorporación al Brasil. Los intereses de la metrópoli y su ex colonia diferían cada vez más profundamente, y la independencia era cuestión de muy poco tiempo.

Finalmente en 1821, el rey Juan VI adoptó la responsable medida de regresar a Lisboa, dejando en la regencia de Brasil a su hijo don Pedro. Todo el mundo sabía a esa altura que el Brasil se declararía independiente casi inmediatamente; pero el pequeño Portugal, viviendo de sus pasadas glorias, no estaba en condiciones de impedir este hecho.

REGENCIA

La regencia en Brasil, se da cuando la abdicación de Pedro I en su hijo, Pedro II, un niño de seis años que adquiere los derechos imperiales. De acuerdo con la constitución, se organizó una regencia constituida por las Cámaras y por un tutor del joven monarca, el primero de los cuales fue José Bonifacio de Andrada. Hasta 1840, cuatro regentes se sucedieron, en un periodo señalado por la intrigas cortesanas y la confusión.

En 1835 estalló una rebelión separatista en Rio Grande do Sul, en la que participó el aventurero Giuseppe Garibaldi; se proclamó la República de Piratinhí, sostenida por las clases populares del medio rural (los farrapos, como se les llamaba); y fue después de diez años de luchas y de sacrificios que el Imperio pudo volver a controlar la turbulenta zona sublevada. Rebeliones similares, estalladas en Sao Pablo y Minas Gerais conmovieron las estructuras del Brasil. Los restantes países americanos miraban con recelo aquel gigante imperial, y el gobierno uruguayo propuso un plan de acción conjunta de todas las repúblicas contra Brasil, para obligarlo a respetar las fronteras establecidas.
La Regencia llegaría hasta 1840 que es cuando Pedro II, a los 14 años es declarado mayor de edad, aunque a decir verdad solo hasta el año siguiente tomaría posesión del gobierno.

INDEPENDENCIA DE BRASIL

Hacia fines de 1821, don Juan VI, de acuerdo con las Cortes, ordenó a su hijo que se trasladase a Europa. Pero don Pedro, ya resuelto a dar el paso decisivo de la independencia, respondió con su famoso «eu fico». Y ante la violenta reacción de las autoridades de Lisboa, el mismo don Pedro, el 7 de septiembre de 1822, a orillas del arroyo Ypiranga, declaró su independencia según la clásica fórmula de «independencia o muerte».

Portugal no podía responder militarmente al pronunciamiento, y el Brasil entró en el mundo de las naciones independientes sin derramar una gota de sangre; solamente en el Uruguay, donde las tropas ocupantes se dividieron en partidarios de la independencia y fieles a Portugal, hubo escaramuzas.

PRIMER IMPERIO

Luego de la independencia de Brasil, viene el Primer imperio, un ente político donde se coronó como emperador a don Pedro de Braganza (Pedro I), se aprobó una constitución de signo levemente liberal -persistía la esclavitud- y se lograba rápidamente el reconocimiento de Inglaterra.
Pronto, un cúmulo de dificultades superó al joven monarca; hombre superficial y algo soñador, con serios atisbos de irresponsabilidad, se dedicó más a su vida particular, signada por la abundancia de aventuras galantes, que a los problemas de estado. Su figura se hizo rápidamente impopular.

En 1825 estalló en la Banda Oriental del Uruguay un movimiento anti brasileño, encabezado por Juan Antonio Lavalleja y Manuel Oribe y apoyado por el partido federal argentino. A pesar de que en la Argentina gobernaba Ribadavia, jefe de los unitarios, la presión popular determinó que todo el país tomara como causa de honor la lucha de los «orientales» por volver al tronco nacional argentino. Don Pedro acusó a la Argentina de pretender arrebatarle una parte de su territorio, y declaró la guerra.
Las primeras acciones resultaron favorables a los rioplatenses (victoria de Lavalleja en Sarandí, el 12 de octubre de 1825; victoria de Alvear en Ituzaingó, el 20 de febrero de 1827); pero las disensiones internas argentinas, permitieron la recuperación la recuperación brasileña, y el conflicto amenazaba prolongarse. Intervino entonces Inglaterra, cuyos intereses comerciales se veían directamente perjudicados por la situación de guerra; lord Ponsomby propuso la solución salomónica: el Uruguay no sería de ninguna de las partes en conflicto, sino independiente. La solución fue aceptada de buen grado por los uruguayos -que habían luchado desde viejos tiempos por su autonomía- y como solución transitoria por los gobiernos de Argentina y de Brasil, muy presionados por Inglaterra.

La guerra le costó al Brasil la pérdida de una provincia y de mucho prestigio. Este fracaso relativo se sumaba a las dificultades internas, ante las cuales el emperador Pedro I no sabía ubicarse. Su figura se iba deteriorando ante la opinión pública y ante los poderosos oligarcas brasileños. Se le miraba como un portugués, ajeno al espíritu nacional y a los problemas del Brasil.
La disconformidad con el monarca y las tensiones sociales cada vez más visibles, sobre todo en el sur del país, provocaron el surgimiento de tendencias republicanas; para evitar males mayores, don Pedro I abdicó en su hijo de seis años, en 1831; «mi hijo tiene sobre mi la ventaja de ser brasileño», declaró el monarca con amargura. Se iniciaba así el segundo imperio de Brasil.

SEGUNDO IMPERIO

En Brasil, segundo Imperio, veremos el desarrollo del gobierno de Pedro II, crucial para la historia de Brasil y su ulterior desarrollo.
Como vimos en Regencia, Pedro II se hizo adulto y se hizo cargo del gobierno. Hombre aficionado a la lectura, con arrestos de filósofo y fama de liberal, fue siempre contradictorio y oscuro en sus intenciones; trascienden de sus actuaciones como gobernante sus permanentes intervenciones en los países vecinos y sobre todo su brutal crimen contra el Paraguay.

Durante sus primeros años de reinado siguió su crecimiento demográfico fortalecido por su altos índices de natalidad y la importación de negros esclavos, así como por oleadas de inmigrantes. Se crearon los ferrocarriles nacionales y se desarrolló la marina nacional.Desde el punto de vista económico, la decadencia de las plantaciones azucareras fue sustituida por las plantaciones de café; en 1869, el Brasil producía ya la mitad del café mundial, y las necesidades de traslado de la producción desde las plantaciones hasta los puertos de exportación dieron un gran impulso a la construcción de ferrocarriles. Este progreso material no ser vio acompañado por medidas de reforma social. La sociedad brasileña continuo basándose en enormes desigualdades.

En 1851, el imperio se decidió a entrar en el prolongado conflicto rioplatense que tenía como centro la figura de Juan Manuel de Rosas, el caudillo federal argentino. Buscando eliminar del poder a aquel gobierno nacionalista y autoritario, que significaba una real amenaza para los proyectos imperiales, Brasil firmó varios tratados muy favorables con el gobierno uruguayo que controlaba Montevideo -por los cuales se aseguraba el control definitivo de todo lo que es hoy Río Grande do Sul -y pactó con el caudillo entrerriano Justo José de Urquiza, sublevado contra Rosas. La participación de tropas brasileñas resultó definitiva para el logro de la victoria de Monte Caseros (1853) que terminó con el gobierno rosista. El 20 de febrero de 1853, los brasileños entraban en Buenos Aires, vengando la derrota de Ituzaingó.
Favorecido económica, territorial y militarmente en virtud de su triunfo, don Pedro II continuó su política expansiva e intervencionista. En 1862 intervino descaradamente en el Uruguay, provocando la caída del gobierno constitucional progresista de don Bernardo Berro al apoyar al caudillo sublevado Venancio Florez. Comenzaba así a aplicarse el plan que concibiera Gran Bretaña para terminar con la política nacionalista del Paraguay.
Ya en el poder Venancio Florez en el Uruguay, en 1865 se firmó el pacto de la Triple Alianza; el gobierno unitario argentino de Bartolomé Mitre, el gobierno «colorado» uruguayo de Flores y el imperio pactaron la destrucción del Paraguay, cuya experiencia de nacionalismo autárquico perjudicaba los intereses del capitalismo internacional en expansión. No es difícil adivinar a Gran Bretaña como garante del pacto.

La llamada «guerra de la Triple Alianza», que duró desde 1865 a 1870, no fue sino una calculada y fría operación de exterminio, que destruyó casi toda la población viril del Paraguay, desmontó sus industrias y fortificaciones y le cercenó aproximadamente la mitad de su territorio. El Brasil salio favorecido otra vez de este conflicto; pero la historia ha condenado con energía su participación en semejante crimen.
Por entonces, se habían definido con Brasil dos grandes tendencias , por otra parte clásicas en los paises americanos de esa época; los liberales y los conservadores. No se diferenciaban mayormente, dado que ambos eran expresión política de la oligarquía blanca; pero mientras los liberales del brasil pertenecían a la burguesía de los puertos, partidaria de la aplicación de los modernos esquemas capitalistas, los conservadores era expresión de los intereses de los grandes plantadores y terratenientes. El punto álgido en las discrepancias por aquella época era la libertad de los esclavos, defendida por los liberales y resistida por los conservadores.

En marzo de 1871 se inició el gobierno de José María Silva de Paranhos vizconde de Rio Branco. Su gobierno marcadamente conservador, debio conceder algo a la oposición liberal: la ley de libertad de vientres,que impedía el nacimiento de nuevos esclavos en Brasil.
Por aquel entonces, Gran Bretaña presionaba seriamente al Brasil para que éste aboliera la esclavitud. Las Antillas británicas producían azúcar con mano de obra asalariada, y la competencia brasilera, con mano de obra servil, no era conveniente. Los plantadores y los terratenientes combatieron, en Brasil, adopción de dicha medida, a la cual el propio emperador era afecto. Pero en un país de economía muy dependiente de Gran Bretaña, resistir las presiones de la gran potencia insular resultaba muy difícil. Finalmente el 13 de mayo de 1888, el gabinete presidido por Juan Alfredo Cortés Correia declaró abolida la esclavitud , sin compensación alguna para los ex-propietarios. Por entonces el emperador se encontraba enfermo en Milán, y el imperio era gobernado por la princesa Isabel, en carácter de regente.

La abolición de la esclavitud provocó hondas alteraciones en la sociedad brasileña. Numerosas fábricas y plantaciones que trabajaban con mano de obra servil cerraron sus puertas; los productos comenzaron a escasear y subieron de precio; la población negra, desocupada, se trasladó a las ciudades masivamente, generando problemas habitacionales, laborales y policiales gravísimos. Los oligarcas brasileños,sintiéndose despojados, comenzaron a conspirar,afianzándose así el movimiento republicano.
Brasil, segundo Imperio, un periodo pletórico de enseñanzas sobre los procesos formativos de nuestras naciones americanas.

LA REPÚBLICA

En Brasil, la República proseguiremos reconstruyendo la historia del Brasil.
Después de casi cincuenta años de gobierno, la figura política de Pedro II se hallaba muy deteriorada a ciertos niveles; los terratenientes y plantadores lo miraban con ojos desconfiados por sus ideas supuestamente liberales, y entraron en franco conflicto con él en ocasión de la abolición de la abolición de la esclavitud; la burguesía progresista lo miraba como la encarnación de una estructura política obsoleta, que ya no tenía razón de ser y que debía ser sustituida; la iglesia católica no soportaba su calidad de masón, y el ejército  veía con malos ojos la inestabilidad económico-social del país y la falta de heredero del emperador. Se produjo así una extraña coalición de fuerzas oligárquicas que, bajo las banderas de la república, derrocaría al anciano emperador.

El 15 de noviembre de 1889, un pronunciamiento cívico-militar, respaldado por las fuerzas sociales que señaláramos, declaró depuesto al emperador y constituía la república federal. Pedro II viajó a Europa, al ver que era imposible ofrecer resistencia al golpe. El general Manuel Diodoro da Fonseca fue proclamado presidente de un gobierno provisional, que estaría en funciones hasta la aprobación de una Nueva Constitución. Mientras esta se redactaba, el país se sumía en desórdenes; se politizó el ejército, comenzaron las primeras movilizaciones obreras de cierto volumen, se fortalecieron los jefes regionales, y la integridad del país se vio amenazada. Por aquel entonces Brasil contaba 14 000 000 de habitantes y tenía 10 000 Km de vías férreas.

Fonseca orientó su gobierno con carácter conservador, pero con signo progresista; separó la iglesia del estado, aprobó la ley del matrimonio civil y estableció el sufragio universal para las elecciones legislativas. Se aprobó la Constitución, en la que se instituía una república federal llamada Estados Unidos del Brasil, compuesta de 20 estados y un distrito federal; el presidente duraba cuatro años y era elegido directamente; la capital se fijaba en Rio de Janeiro.
A pesar de estas realizaciones, Fonseca, sin pasta de gobernante, adoptó pronto medidas que le hicieron impopular. A finales de 1891, y por motivo de discrepancias, declaró disuelto el Congreso. Identificado como dictador, Fonseca debió enfrentarse a una revuelta en Rio Grande; finalmente, la marina exigió la renuncia del presidente. El 23 de noviembre de 1891, Fonseca debía renunciar y alejarse del gobierno. Terminaba así el fugaz primer gobierno de la república del Brasil.

El mariscal Floriano Peixoto ocupó la presidencia entre 1891 y 1894. gobernó con mano de hierro; el 6 de septiembre de 1893 debió someter una sublevación de la marina en Rio de Janeiro. Preocupado por la concentración de poder, anuló la autonomía de Rio Grande do Soul. Peixoto fue llamado el «Mariscal de hierro».
Con Prudente José de Morais Barros, que ascendió a la presidencia el 15 de noviembre de 1894, el poder volvió al elemento civil. Realizó intentos de reforma económica, orientados a favorecer la industrialización del país, y chocó con Inglaterra, al ocupar ésta la isla de Trinidad en 1895. El conflicto fue grave, pero se solucionó con la devolución de la isla al Brasil.

En 1898 ascendió a la presidencia Mannuel Ferra de Campos Salles; su gobierno significó el retorno al poder de los representantes de la vieja oligarquía terrateniente, adversos a cualquier reforma que cuestionase sus privilegios. Más allá de algunos progresos técnicos y de algunas normas progresistas impulsadas por los primeros presidentes liberales, el Brasil de principios de siglo conservaba  todas las características de injusticia social y dependencia económica que lo habían señalado a lo largo de todos los años anteriores de su existencia. Con 17 millones de habitantes, grandes diferencias sociales, la tierra concentrada en poquísimas manos, un desarrollo industrial escaso y absolutamente dependiente (sobre todo de Gran Bretaña, Francia y Estados Unidos) y una economía monocultora-el predominio de los cultivos de café era absoluto), el Brasil desmentía en la cruda realidad de los hechos la imagen de prosperidad que los intelectuales vinculados a los sectores dominantes pretendían dar. Y los gobiernos que se sucedieron entre 1898 y 1930 no hicieron nada por alterar esta realidad.
La economía brasileña siguió expuesta a los vaivenes del mercado internacional, y a las fluctuaciones del precio del café y del caucho, cuya importancia como producto exportable creció espectacularmente a partir de los inicios del siglo. Los déficits económicos se fueron paliando con empréstitos, que aumentaron la dependencia a los grandes centros financieros internacionales. La población continuó aumentando constantemente, por efectos sobre todo de la inmigración italiana y alemana: más de 30 millones de habitantes tenía Brasil en 1920. Toda la actividad economía del país se centraba en la zona poblada del Atlántico, permaneciendo el interior del territorio aún inexplorado.
Esta realidad fue provocando, a medida que avanzaba el siglo, y sobre todo después de la primera guerra mundial -en la cual Brasil participó, declarando la guerra al eje-, reacciones de diverso tipo; comenzó a hacerse presente el movimiento obrero; se crearon los primeros partidos marxistas ( el partido Comunista en 1922); movimientos de tipo federal o separatista se mantenían en algunas zonas, y los oficiales jóvenes del ejército, comenzaron a influir políticamente, con inquietudes nacionalistas.

En 1929, y gobernando Washington Luis Pereira de Sousa, Brasil debió hacer frente a la gran depresión de 1929, que afectó a todo el mundo capitalista, y que en Brasil adquirió especial gravedad por la baja del precio del café y el carácter básicamente monocultor de la economía del país. La política autoritaria del presidente provocó un golpe militar que, luego de varias alternativas, llevó al poder a Getulio Vargas, un militar que contaba con fuertes apoyos entre la oficialidad joven. Getulio Vargas inauguró una etapa nueva y diferente en la historia de su país.

EL VARGUISMO

En Brasil el Varguismo, es un periodo histórico donde Getúlio Vargas fue la personalidad dominante de la política brasileña durante casi 25 años.
Reformista y nacionalista tanto como autoritario; marcó una ruptura total con la acción de los que le precedieron. Su gobierno que tiene ciertas similitudes con el peronismo argentino, significó la expresión política de las capas medias, en alianza con sectores proletarios en una misma lucha anti oligárquica.

Getúlio comenzó por vencer una rebelión iniciada en Sao Pablo,en Julio de 1932, y que tuvo como sangrientas consecuencias. Convocó luego una Asamblea Nacional Constituyentes, la cual lo confirmó en noviembre de 1933, en la presidencia. En 1934, La Asamblea aprobó una carta constitucional de carácter democrático avanzado, pero con ciertos elementos corporativistas (representación sindical en las cámaras) que hizo que enemigos de Getúlio lo tildaran de fascista. El presidente duraría seis años y era reelegible.

La violenta oposición que las medidas anti oligárquicas y nacionalistas de Vargas provocaron en los sectores afectados determinó que el presidente radicalizara su accionar. El 10 de noviembre de 1937, proclamó la constitución del «Estado Novo», suprimió la carta constitucional y la sustituyó por otra que él mismo decretó. Esta nueva carta convertía al presidente en un dictador omnipotente, que no tenía plazo para dejar el poder y podía nombrar y destituir gobernadores según su arbitrio. Los partidos políticos fueron suspendidos, provocando esta medida alzamientos diversos -como el de mayo de 1938 que atacó el palacio presidencial- y que Vargas siempre logró neutralizar.
Pero este presidente autoritario empleaba sus poderes en contra de los privilegios de las oligarquías terratenientes del viejo Brasil, y en favor de las clases medias y populares; buscaba rescatar la economía nacional del control del capital extranjero e impulsar la industrialización autónoma del país. Y todo esto lo diferenciaba muy claramente de las clásicas dictaduras militares de derecha. Los enemigos de Getúlio se encontraron siempre entre los privilegiados, mientras el pueblo prestaba una fervorosa y constante adhesión a su líder.

Brasil participó en la Segunda guerra Mundial contra el eje fascista, y envió tropas a Italia. Ni aún este hecho fue suficiente para eliminar las acusaciones fascistas que se hacían a su gobierno por parte de la derecha «liberal», como por parte de algunos sectores de la izquierda intelectualizada. Getúlio continuó adelante, sin embargo, con sus planes económicos y sociales. Buscó la industrialización del país y logró instalar la gran fábrica de acero de Volta Redonda, a 145 km de Río de Janeiro. Nacionalizó la electricidad y las líneas de navegación; intentó diversificar la agricultura y trató de desarrollar la zona amazónica. Frente a estos logros progresistas, Getúlio se mostró vacilante y casi temeroso frente a la fuerte oligarquía terrateniente, no iniciando ningún intento de reforma agraria.Ésta fue sin embargo, la gran limitación de su proyecto de gobierno.

La legislación laboral que aprobó Getúlio era muy avanzada, una de las más socializantes que presentaba la historia de Latinoamerica. En general su gobierno auocrático se caracterizó por las realizaciones: escuelas, bibliotecas, carreteras, aeródromos y redes de ferrocarriles fueron fundadas a lo largo del territorio nacional.
En 1945, el desgaste y la oposición de los Estados Unidos- con quienes Getúlio había tenido buenas relaciones pero que miraban con malos ojos su política ncionalista- determinaron la caída de su gobierno. Vargas renunció sin violencia y fue sustituido por José Linhares, presidente del Tribunal Supremo federal. En 1946 fue elegido presidente el general Enrique Dutra, que gobernaría entre 1946 y 1951. Elegido con el expreso apoyo de Getúlio, Dutra se apoyó sin embargo, en las fuerzas reaccionarias del país. Prohibió el Partido Comunista, cambió la orientación de la política económica, volviendo a las coordenadas clásicas de dependencia del capital extranjero y aprobó una nueva Constitución, de carácter moderno y que organizó el país con una presidencia de cinco años de duración y una estructura nacional federalista.

La política reaccionaria de Dutra, pese a se desarrollada en un momento económico favorable promovido por la guerra mundial, permitió a Getúlio Vargas regresar al poder en 1951. Triunfante en las elecciones de octubre de 1950, con un enfervorizado apoyo popular, Getúlio debió enfrentarse a la oposición feroz de los hombres de las clases altas, temerosos del regreso de aquel caudillo nacionalista y radical. El programa de Getúlio era, en esencia, el mismo de su primer gobierno, pero más claro en sus objetivos y más definitivamente contrario a los intereses de las clases dominantes. Esto explica la movilización de toda la derecha para provocar la caída del presidente. Calumniado, amenazado e insultado, Getúlio se sintió incapaz de afrontar la situación y optaría por suicidarse, pero antes, el 23 de agosto de 1954 redactaría un manifiesto a la nación del Brasil, explicando las causas de su trágica decisión ultimada un día después:
«Una vez más la fuerza y el interés contrarios al pueblo se han unido contra mí. No se me acusa, se me insulta, se me desprecia, se me calumnia. No se me da el derecho a defenderme, quieren acallar mi voz e impedir que defienda, tal como lo vengo haciendo, al pueblo y principalmente a los humildes…Después de tántos años de dominación y expoliación por los grupos económicos y financieros internacionales, me he hecho jefe de una revolución y he podido triunfar; empezada la obra de liberación, he debido renunciar; después he vuelto al poder traído por los brazos del pueblo. A la campaña soterrada de los grupos internacionales se han unido la de los grupos nacionales rebelados contra un régimen que daba garantías a los trabajadores…He luchado de mes en mes, de día en día, de hora en hora, resistiendo una presión constante, incesable, soportándolo todo en silencio, olvidándolo todo, renunciando a mí mismo para defender un pueblo que ahora se encuentra desamparado. No quieren que el trabajador sea libre, no quieren que el pueblo sea independiente. No puedo darles nada sino mi sangre. Hoy me libero para la vida eterna. Pero este pueblo del cual era el esclavo ya no será el esclavo de nadie. Mi sacrificio permanecerá siempre en su alma y mi sangre será el precio de su rescate. he luchado contra la explotación del Brasil, he luchado por mi pueblo, les he dado mi vida, ahora les ofrezco mi muerte. No temo nada, con serenidad doy el primer paso en el camino de la eternidad para entrar en la historia».

De Kubistcheck a la dictadura

Con la muerte de Getúlio Vargas, Brasil abandonó la senda del nacionalismo económico y volvió al camino de la dependencia. El presidente Juscelino Kubistcheck ofreció grandes concesiones mineras a compañías norteamericanas, a cambio de inversiones en la industria. La política de justicia social de Getúlio fue abandonada, y el país se vio conmovido por las movilizaciones obreras y campesinas (Francisco Julião organizó los campesinos en las llamadas ligas obreras).Mientras lo marginados se hacinaban miserablemente en las «favelas», Juscelino Kubistcheck emprendía la multimillonaria obra de construcción de Brasilia, especie de ciudad marciana alzada en medio de la selva.

Juscelino Kubistcheck finalizó su mandato en 1961, en medio de una situación social tensa y amenazante. Las elecciones de 1960 dieron la victoria a Janio Quadros, un político desconocido, que levantó banderas de reformismo social y moralismo (su símbolo electoral era una escoba que barrería las suciedades). Ya en el poder, Quadros inició la aplicación de una política moderada, cuyo único aspecto destacable fue su posición internacional independiente, clara sobre todo en relación con las sanciones impuestas contra Cuba. Pero presionado por el influyente y reaccionario gobernador de Río de Janeiro, Carlos Lacerda -el hombre acusado de ser el responsable más directo de la muerte de Getúlio- y amenazado por los militares reaccionarios, Quadros sorprendió al mundo el 25 de agosto de 1961, al renunciar a la presidencia y expatriarse, abandonando para siempre la vida política.

La renuncia del presidente abría el camino del gobierno de João Goulart, hombre del partido Travalhista de los seguidores de Getúlio, un terrateniente de ideas reformistas y socializantes. Su fama de izquierdista hizo que numerosos e influyentes sectores militares y civiles, intentaran cerrarle el paso (Goulard no se hallaba en Brasil cuando la renuncia de Quadros); pero la influencia de un sector joven de oficiales del ejército, de tendencia legalista, permitió el funcionamiento del mecanismo constitucional. El 7 de septiembre de 1961, Goulard asumía la presidencia compartiendo su autoridad con un primer ministro elegido por el Congreso, fórmula de compromiso gracias a la cual se pudo acordar su acceso al poder.

El breve gobierno de Goulard devolvió las coordenadas políticas de Getúlio, en un marco de liberalismo parlamentario. En 1963, el presidente logró, con gran apoyo popular, una reforma constitucional que le devolvió todos los poderes como presidente. Anunció entonces su programa de gobierno: libertades políticas totales, incluso con la legalización del partido comunista, voto universal, elegibilidad de todos los electores y reforma agraria, según un plan bastante radical. Este programa, tras el cual intentó Goulard -y su aliado Lionel Brizola, gobernador de Río Grande do Sul- organizar la movilización popular y que apenas comenzó a aplicarse, determinó el golpe militar de 1964.

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Ediciones 2011-14

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