Historia de Lisboa hasta 1930

Emprenderé una serie de post sobre historia de Lisboa, Portugal, desde su fundación y hasta el año de 1930.

Origen y fundación

El valle del río Tajo, su desembocadura en el océano y la pequeña colina que domina el emplazamiento constituyeron, sin lugar a dudas, condiciones favorables para el establecimiento de los pueblos mediterráneos. parece probable que la fundación de lo que hoy conocemos como Lisboa haya sido dada por el año 1200 antes de la era cristiana, como centro de comercio, por los fenicios.

El nombre antiguo de la ciudad, Olisipio, puede derivarse del fenicio «Alis Ubbo» (puerto pequeño y encantador), pero no falta quien diga que algo tiene que ver la leyenda de la fundación de la ciudad por cuenta de Ulises.

Hasta el año 409

Independiente del origen, sea griego o fenicio, tenemos rastros del paso de los romanos por la actual Lisboa (dominación que comprende del 205 antes de la era actual hasta el año 409).

De la época de dominación romana se conservan en la actualidad algunos vestigios: unos baños termales y un  anfiteatro, aparte de muchos otros legados dispersos, como inscripciones y lápidas. Al imperio romano se incorporaría como felicitas Julia.

711-1375

Pero fueron los moros que conquistaron la ciudad en 711, quienes legaron los vestigios de una fortificación en lo alto de la colina y de una muralla que rodea la ciudad, construida probablemente sobre otra anterior visigótica.
El barrio de Alfam, fuera de los muros, cuyas actividades están estrechamente ligadas al río, constituyó un suburbio de mercaderes moros, judíos y cristianos, una zona floreciente de la ciudad dominada por el primero de estos pueblos. Fue durante la dominación mora que la ciudad empieza a ser conocida con variantes de «Lisboa» como Luzbona, Lixbuna, Ulixbone y, Olissibona. Actualmente los historiadores consideran que tiene el nombre, alguna conexión con Agua Boa (Agua de buena calidad).

En 1147 Don Alfonso Henriques, primer rey de Portugal, conquistó la ciudad que a partir de entonces permanecería bajo dominio cristiano. Los moros, según la tradición, fueron expulsados de la ciudad y alejados hacia la vertiente norte y poco solariega de la colina del castillo.
Durante éste y los siguientes reinados, edificaciones nobles de forma dispersa por los alrededores de la ciudad, junto con iglesias y conventos, dieron lentamente origen a pequeños poblados. Mientras tanto, en 1256, Don Alfonso III elevaba la capital de Lisboa a la condición de capital del reino.
Las expansiones de la ciudad más allá de los muros, condujeron a la construcción de una nueva muralla durante el reinado de Don Dinis, que fue completada y corregida más adelante durante el reinado de Don Fernando. La muralla Fernandina comprendía, en 1375, un área de 101 Ha. donde residían 65.000 personas.

Hasta el siglo XVII

Mientras, y como consecuencia de la época de los descubrimientos marítimos, la ciudad sobrepasaba la muralla Fernandina. D. Manuel II transfirió la Residencia Real de Alcaçova, en el Castillo, al Paço da Ribeira, en la parte baja de la ciudad y fuera de los muros, en el lugar donde, más adelante, se construiría el Terreiro do Paço. El castillo dejó de ser desde entonces la sede del poder político.

El crecimiento de la ciudad de Lisboa iba definiéndose según los ejes creados a partir de las puertas de la ciudad, en dirección a las zonas rurales o junto a la zona ribereña, acompañando las actividades portuarias.
El trazado rectilíneo del Barrio Alto, definido por esta época, se convirtió más adelante en la zona preferida por la aristocracia y burguesía de los descubrimientos.
Los límites de la ciudad dejaron de estar definidos. las calles, a medida que iban siendo edificadas, eran incluidas sucesivamente en la jurisdicción parroquial de la ciudad, creando nuevas parroquias y ampliando las ya existentes.
Durante todo el siglo XVII, la ciudad creció lentamente, siguiendo ejes anteriormente esbozados y sufriendo los efectos de la decadencia del comercio marítimo con la India y las querellas con España.

Siglo XVIII

A inicios del siglo XVIII, Lisboa contaba con una población de cerca de 360.000 habitantes.Durante el reinado de D, Joao V, en la primera mitad de dicho siglo, el oro llegado de Brasil aportó un nuevo aliento a la capital, al permitir que la edificación de obras importantes, quintas, palacios y construcciones de gran envergadura, entre las que se encuentra un acueducto para el suministro de agua a la ciudad, sobreviviendo muchas de estas empresas hasta hoy. Varias fortificaciones (en la línea desde Alcántara hasta Cruz de Pedra) protegían la ciudad en su totalidad, al construirse una muralla entre estas fortificaciones que definían los límites de la ciudad de Lisboa. Y también durante el mismo reinado se hizo mención por vez primera de una nueva reestructuración de la zona portuaria, a través de una extensa nivelación del terreno.

En 1775, la ciudad sufrió un terremoto, seguido de un violento incendio. El resultado fue una gran disminución de la población (10.000 bajas aproximadamente) y, a pesar de los planes lanzados por el ministro del rey y más adelante por el marqués de Pombal, la ciudad dejó de extenderse durante un siglo. Las zonas reconstruidas, al tener un índice de ocupación muy superior al anterior, resultaron suficientes para albergar a la población que mostró un aumento reducido.
La reconstrucción de la parte baja de Lisboa, la zona más carente y afectada, siguió un trazado ortogonal y calles jerárquicamente diferenciadas, uniendo el Terreiro do Paço -plaza sobre el mar de gran valor simbólico y dea cigida- al Rossio, en el norte.

Siglo XIX

La ciudad pombalina en su totalidad ocupaba unas 600 ha. y contaba con 250.000 habitantes aproximadamente. La ciudad solo reiniciaría un proceso de expansión territorial a partir de la segunda mitad del siglo XIX.
Se emprendieron algunas obras que llegaron a constituir ejes de expansión, el Passeio Público/ Avda. de Liberdade y la Avda. Rainha D. Amélia/ Avda. Almirante Reis, siguiendo los valles por donde la ciudad había crecido ancestralmente, fomentando más adelante el surgimiento de las urbanizaciones que los rodean.
El proyecto de nivelación del suelo se alargó durante cas todo el siglo XIX.
A finales del siglo, la ciudad de Lisboa tenía alrededor de 301.000 habitantes.

Hasta 1930

Las expansiones de 1904, conocidas como las avenidas Novas, determinaron la construcción de Lisboa hacia el norte, alrededor de los márgenes del río. La industrialización de la ciudad, aunque lenta, hacía surgir unidades de fábricas y núcleos de viviendas obreras diseminadas por el tejido urbano. En 1885, una nueva carretera de circunvalación, cubriendo un área de 8.244 ha. sustituyó a la que había sido construida a mediados del siglo y, adaptada en 1903, corresponde bastante a la que existe hoy en día. Poco a poco, fueron desarrollándose mallas urbanas que habían sido postpuestas con anterioridad. En 1930, Lisboa contaba con cerca de 529.000 habitantes. Los enlaces ferroviarios con los alrededores, lugares de veraneo como Cascais y Sintra, se utilizaron progresivamente como medio de transporte pendular. Durante los años 30, el tejido urbano de Lisboa carecía de un control de fondo que diera coherencia a toda una suma de intervenciones que iban teniendo lugar desde hacía un siglo; el entonces ministro de obras públicas, Duarte Pacheco, dirigió estas operaciones.

Se creó una estructura viaria principal, ya en parte construida, que serviría de apoyo a la ciudad, así como un sistema de autovías de unión con el exterior. La expropiación de 2/3 partes del área del municipio, con vistas a futuras expansiones, permitió las intervenciones urbanísticas estatales que tuvieron lugar durante la décadas siguientes, y la creación de la gran zona verde urbana de Montesanto.

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