Simon Bolívar-infancia-historia

Esta es la primera parte de la biografía de Simón Bolívar, donde hablaremos de su infancia( muy lejos de ser el idílico personaje retratado por los historiadores habituales, era ante todo un humano, hijo de su tiempo y de su entorno). La familia Bolívar provenía de Vizcaya; existen rastros de la misma hasta el siglo XIII; en 1470, cuando pasaron a ser sometidos los feudatarios vizcaínos, también lo fueron los Bolívar. Migraron algunos elementos de dicha familia hasta América, en Venezuela, donde participaron en la fortificación del puerto de La Guaira, construcción de caminos, etc.

En 1773 don Juan Bolívar, poseedor de un capital cuantioso y persona de influencia en la sociedad caraqueña, se empecina en comprar para su familia un título nobiliario, es decir obtener para los suyos un escudo de armas; el título de nobleza (marqués de San Luis) costaba algo así como 22.000 doblones de oro. El asunto es que al exigir las autoridades los documentos para demostrar la pureza de su sangre, se comprobó algunos mestizajes no permitidos por los españoles. Se vino al traste la misión de don Juan Bolívar.

La ciudad de Caracas en el siglo XVIII se dice que tenía entre 40 y 45.000 habitantes. La mansión de don Juan Vicente Bolívar quedaba en la plaza de San Jacinto. Solo hasta los 46 años, luego de años de despilfarro y desenfreno, decide casarse y la escogida fue una niña de 15 años, Concepción Palacios y Blanco, una mujer bellísima pero de un genio fogoso. Tuvieron cuatro hijos, dos tranquilos como su padre, Juan Vicente y Juana; dos impetuosos como su madre, María Antonia y nuestro biografiado, Simón Bolívar.

Simón Bolívar nació el 24 de julio de 1783 y fue bautizado con el nombre de Simón, pues su padrino así lo pidió, el presbítero Félix Xerex y Aristeguieta. Desde muy pequeño tuvo varias niñeras, por así decirlo: doña Inés Manceba de Miyares fue la primera, luego la esclava negra Hipólita, con quien se dice aprendió las primeras palabras. ¿Cómo entender que su madre, doña Concepción Palacios y Blanco se alejara de su hijo de esta forma? Aducen los entendidos que ya presentaba los primeros síntomas de una enfermedad en el pecho, que años después se la llevaría a la tumba. Simón Bolívar jamás logró entender porqué su madre lo mantenía separado de ella y esto le causó algunos traumas. En todo caso y para hacer justicia histórica, la negra Hipólita lo colmó de mimos (lo malcrió, como decían nuestros mayores), satisfaciendo sus caprichos. Se dice que esta característica de creerse con derecho a mandar de don Simón Bolívar la fortaleció en esta etapa. Cuando el menor Simón Bolívar tenía 3 años, fallece su padre, don Juan Vicente Bolívar, presumiblemente de tuberculosis. Le toca ahora a su madre Concepción Palacios y Blanco, ocuparse de la crianza de los hijos y de administrar la fortuna familiar (ayudada de cerca por Feliciano Palacios), pese a estar progresivamente más enferma, sobre todo luego de su último parto donde murió una niña al nacer. Ahora el pequeño Simón Bolívar quedaría bajo el cuidado y  educación de don Miguel José Sanz (su curador ad litem), un señor autoritario y tosco dedicado a la carrera judicial, con quien tendría muchos conflictos, pues el futuro libertador era muy difícil de someter y de orientar. Entonces doña Concepción, lo entrega a los mejores maestros de Caracas de su tiempo, en orden cronológico: el Padre Andújar, Guillermo Pelgrón, el doctor Vides y don Andrés Bello. A todos ellos, el precoz Simón Bolívar, «les quedó grande». Era muy difícil de disciplinar, disperso y muy activo. Cierta hostilidad quedaría en don Andrés Bello hacia Simón aún hasta la edad adulta.

La primera educación de don Simón Bolívar estaba complicándose. Resulta que había un escribiente muy culto, muy estimado por la familia Palacios, don Simón Rodríguez, influído fuertemente por sus lecturas de Juan Jacobo Rosseau, que hablaba de educar para la felicidad; era tal su contacto con la familia Bolívar que sin proponerselo, se acercó al niño Simón Bolívar, con quien congeniaría. Simón Rodríguez no le imponía los conocimientos intelectuales habituales en los primeros momentos (lejos las matemáticas, los idiomas, la religión y las demás materias de costumbre), sino que quiso saber qué juegos y deportes le gustaban, que actividades…en esa medida, al son de diversión fue inculcándole deseos de superación; en sus paseos y caminatas le explicaba las leyes de la naturaleza, etc.

Cuando Simón Bolívar tenía 9 años, fallece su madre. Pero don Simón Rodríguez sigue entregado a la tarea de orientar al infante Bolívar: le enseña disciplina física, sobre los peligros de la naturaleza, de las reglas de higiene, le leía biografias de grandes hombres, le enseñó a montar a caballo, a nadar, a manejar el lazo, etc. No obstante en 1797 se supo de la participación de don Simón Rodríguez en planes subversivos  contra la corona española (ya existía descontento contra el sometimiento ibérico) y tuvo que salir del país, cuando Simón José Antonio tenía tan solo 14 años. La educación y custodia de Simón Bolívar pasa entonces a manos de sus tíos, Feliciano y Carlos Palacios, con quienes tendría todos los roces habidos y por haber por su tendencia autoritaria y su personalidad que difícilmente toleraba una crítica. Buscando soluciones para su carácter indómito, le hacen ingresar en las Milicias de los Valles de Aragua, cuerpo aristocrático fundado por Juan Bolívar, donde le fue bien en términos generales por su estado físico y energía, si bien las relaciones con sus superiores no fue muy buena. Para 1798 era subteniente; abandona el Regimiento y regresa a Caracas.

Ver:Francisco de Paula Santander

Restos Simon Bolívar

Los restos de Simon Bolívar.
Finalizando el año de 1842 se trasladaron de Santa Marta hacia Caracas los restos del Libertador Simon Bolívar.
Como algunos recuerdan era la expresa voluntad de Bolívar que sus restos yacieran en Venezuela.

El presidente Páez solicitó fondos al Congreso de su país y se dirigió al presidente Herrán. El 4 de agosto por medio de decreto presidencial se ordenó la entrega de los despojos mortales del Libertador, siendo encargados de primera mano el señor gobernador de Santa Marta (el general Posada), así mismo el obispo Luis José Serrano, Joaquín de Mier (dueño de la quinta donde falleció Bolívar), entre otros.
Por Venezuela vinieron a recibir los restos el expresidentes José Vargas, el general José María Carreño, Mariano Ustáriz y Manuel Cipriano Sánchez.
Parte del acompañamiento consistió en un bergatín de guerra inglés, otro holandés, la goleta venezolana «Constitución» y una corbeta francesa.

El 20 de noviembre de 1842, a las cuatro de la tarde, se exhumó el cadáver de Simón Bolívar. Los asistentes a la catedral (donde yacían los restos), vestidos rigurosamente de luto. El Dr. Próspero Reverend, el médico de cabecera del Libertador y quien había hecho la autopsia respectiva, y Manuel Ujeta (jefe político aquel diciembre de 1830 cuando falleció Bolívar) fueron llamados a reconocer los restos de nuestro ilustre personaje.

Se levanta la lápida de mármol de la bóveda, tres cañonazos y los coros respectivos (entonando cantos fúnebres) de la iglesia hacen su irrupción. El cofre mortuorio se componía de dos capas, una interna de plomo que contenía los restos y una externa de madera en mal estado. Desecharon la de madera podrida y tomaron la urna de plomo para ponerla en una caja de madera nueva mandada a hacer para el evento.
Los despojos del libertador fueron vistos de la siguiente manera: el cráneo aserrado horizontalmente; las costillas por ambos lados cortadas oblicuamente (para examinar el pecho); quedaban restos de sus botas una casi entera y la otra desecha.
El día 21 hubo funeral en propiedad y en horas de la tarde fue transportado el féretro al embarcadero. Todo en medio de una ceremonia fastuosa y memorable. El día 22 de noviembre partieron las embarcaciones hacia Venezuela.[1]

Temas relacionados: la gran Colombia.
[1] ARBOLEDA Gustavo. Historia contemporánea de Colombia tomo II (Administraciones de Herrán y de Mosquera) 1841-1849. Bogotá 1919, Librería Colombiana de Camacho Roldán & Tamayo, Casa Editorial de Arboleda & Valencia.

Venezuela 1806-1812 historia

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Vamos a reseña los acontecimientos más importantes de Venezuela 1806-1812.

Ahogada en la apariencia la revolucion, fermento sordamente durante los primeros años del siglo actual entre la juventud venezolana. Las familias que tuvieron la desgracia de perder alguno de sus miembros, y aquellas que habian sufrido y sufrian aun las consecuencias del primer paso dado hacia el templo de la libertad, aleccionadas por la experiencia, se agitaban con cautela en favor de la santa causa y esperaban el momento oportuno de poder obrar con mayor acierto, con nueva decision y energia.

Después de mil y mil contrariedades, el 25 de Marzo de 1806 se presentaba Miranda en la Costa Firme, a vista de Ocumare, con una corbeta y dos goletas, unicos auxilios que pudo conseguir de la America del Norte. Sus fuerzas de desembarco se componian de unos 200 jovenes que se le unieron en Haiti. Atacado de improviso por dos bergantines, despues de una vigorosa pero inutil pelea, con perdida de las goletas, se retiro a Trinidad, donde impetro el auxilio de los ingleses y muy particularmente el de Cochrane, almirante de la escuadra que estacionaba entonces en las islas de Barlovento.
De alli a cuatro meses guiaba quince diferentes buques con 500 hombres, y habiendo puesto en fuga a los enemigos que defendian la costa, penetro vencedor en la Vela de Coro el segundo dia de Agosto; pero no encontrando alli la acogida y proteccion que esperaba, renuncio a su expedicion y regreso a Trinidad, pasando luego a Europa desde esta isla.
Diez de los suyos, hechos prisioneros en el combate, fueron pasados por las armas en Puerto-Cabello y varios otros confinados a los presidios.
Este fue el último de los actos del mando de Vasconcelos.

Los acontecimientos de España en 1808 pusieron al capitan general sucesor, Don Juan Casas, en la más crítica situacion. Los comisionados mandados alli por Murat que le exigian obediencia al nuevo monarca, y la presencia de un buque de guerra ingles en las costas, le envolvieron en una inmensa perplejidad. Por otra parte, la imprudente lectura que un oficial frances hizo en publico de la “Gaceta de Bayona” produjo un motin entre los oficiales criollos y españoles, que dieron el grito de «¡Viva Fernando VII y mueran los franceses!» Ademas, la actitud del pueblo le impidio decidir por si solo en tan arduas circunstancias, y acordo reunir una junta auxiliar compuesta de un miembro por cada tribunal, corporacion y clases de la sociedad.
La junta, presidida por Casas, se hizo cargo de los despachos de Murat y de los que el gobierno britanico habia enviado por medio de Colincour y de Cochrane, y opto decididamente por la conservacion del estado de cosas sin alteracion de ninguna especie. Esta medida, como era natural, mantuvo y sobreescito la general inquietud, ocasionando motines y alborotos que el capitan general tuvo que castigar con mano fuerte.
El ayuntamiento le instaba a que constituyese una junta como las de la metropoli, algunos dias antes de la llegada de un comisionado mandado por la junta de Sevilla. El 28 de Julio Casas accedio a las instancias del ayuntamiento, y el 5 de Agosto se presentaba en Caracas el mencionado agente.
Constituida la junta, no sin que antes hubiesen mediado contestaciones entre el cabildo y el capitan general que exigio de este obediencia ciega, subsistio hasta el 13 de Enero de 1809, en que fue reconocida la soberania de la central, instalada en Aranjuez por Septiembre del año anterior.
Declarados como parte esencial e integrante de la monarquia espanola sus dominios ultramarinos, el valiente, antiguo y distinguido capitan de la marina real Don Vicente de Emparan fue nombrado, en reemplazo de Casas, como capitan general de Venezuela.

Bolivar acompaño en su viaje al nuevo representante militar de España, pues como buen patriota no podia vivir lejos del suelo que le había visto nacer y cuya precaria suerte tantas veces aceleraba los latidos de su noble y esforzado corazon. La idea de poder dar a su pais dias de dicha y prosperidad, abriendole la senda de su futura independencia, en mas de una ocasion habia venido a interrumpir su sueno y a mecer sus halagueñas esperanzas de gloria. El 17 de Mayo, Emparan y Bolivar pisaban la Costa Firme. Las primeras disposiciones del nuevo capitan general fueron tan violentas y desacertadas, que todos, sin excepcion alguna, asi españoles como criollos, con animo de no separar la colonia de la madre patria, formaron el plan de derrocar su poder y de constituir en seguida un gobierno analogo al de aquella.

Expiraba el mes de Marzo de 1810, y segun estaba convenido, el marques del Toro, coronel del batallon miliciano de los valles de Aragua, debía señalar la entrada del de Abril apoderandose por sorpresa del capitán general, quien noticioso del proyecto, merced a un vil denunciador, dio un golpe de mano a los conspiradores.
Contra lo que podia esperarse, y en desacuerdo con sus primeros actos de gobierno, se limito Emparan a confinar en Maracaibo, Margarita y otros puntos de la provincia a los principales autores del abortado plan.

Vagos rumores se esparcieron por este tiempo acerca de la disolucion de la Junta central y de la dispersion de sus miembros, rumores que fueron confirmados el 18 de Abril, dia de Miercoles Santo, de una manera muy amplia, pues ademas se supo que toda la Peninsula, menos Cadiz y la Isla de Leon, estaba ya ocupada por los franceses; lo cual hizo cundir la inquietud con la rapidez del rayo entre todas las clases del pueblo, y hasta los mismos españoles manifestaban temores, sobresaltos y desconfianza del gobierno.
La ocasion se presentaba muy propicia para hacer renacer en los criollos las pasadas pretensiones, y conjurandose nuevamente, atrajeron a su partido a los principales jefes y oficiales de las tropas que guarnecían la ciudad; y hasta el cabildo, que estaba compuesto de españoles y americanos casi por partes iguales, se presto a provocar una discusión con el capitan general.

El dia siguiente, con motivo de la asistencia a la celebracion de los oficios de Jueves Santo, el ayuntamiento, fiel a su promesa, paso una invitacion a Emparan, quien se presento en la casa capitular y encontró al cuerpo municipal constituido en sesion extraordinaria, arrogandose ajenas facultades y tratando del peligro que corria la America, de la politica que debia adoptarse en aquellas circunstancias y de la perentoria necesidad de organizar un gobierno propio que la pusiera a cubierto de la anarquia.

Emparan, despues de haber eludido habilmente las consideraciones y dificultades que el ayuntamiento le presentaba, concluyo declarando: «que seria inconvenientisima toda innovacion,» y salio de allí dirigiendose luego hacia la iglesia metropolitana. Pero los conspiradores le siguen, le interceptan el paso, y uno de ellos, llamado Francisco Salias, auxiliado del populacho, le obliga a volver a la casa capitular sin que los cuerpos de guardia que encuentran al paso opongan la menor resistencia, sino que, antes por el contrario, manifiestan su actitud amenazadora negando a su jefe los honores de ordenanza.

Emparan tuvo que asentir a la idea de formar una Junta suprema; pero habiendo tenido los capitulares la debilidad de acceder por su parte a que este siguiera ocupando al frente de ella el cargo de Presidente, un doctor y canonigo de la catedral de Caracas, el Señor Don Jose Cortes Madariaga, que se anuncio en el ayuntamiento como diputado del clero y del pueblo, en un interesante y elocuente discurso pidio la deposición del capitan general.

En tan criticas circunstancias, Emparan, presentandose en el balcon a la muchedumbre que cercaba la casa capitular, apelo a su voto; pero esta, siguiendo a los conjurados, grito: ¡Afuera! ¡Afuera! No le queremos.–Ni yo tampoco quiero el mando-, dijo el despechado, si bien tratando de disimular su enojo y bochorno. Tomose acta de estas palabras y se consideraron alli mismo como una renuncia voluntaria.

El ayuntamiento, auxiliado por varios particulares llamados a su seno en calidad de diputados de las diferentes corporaciones y clases de la sociedad, declaro: «Que las provincias de Venezuela procederian a constituir un gobierno encargado de ejercer la soberania a nombre y en representacion de Fernando VII,» acto por medio del cual desconocio la autoridad de la regencia, y luego expulso de su territorio las autoridades principales que hasta alli habian representado a la nación española, aboliendo al propio tiempo el odioso tributo de los indios y la Inútil de esclavos.

Una vez desterrado el capitan general, el mando superior de las armas fue conferido a un sujeto de gran instruccion y valor personal; este era el coronel Fernando Toro, hermano del marques de este nombre, que había sido educado en España.

Pronto las provincias de Barcelona, Cumana, Margarita, Barinas y asi sucesivamente las demas, menos las de Coro y Maracaibo que se declararon fieles a la regencia, enviaron sus diputados a la junta, reconociendo asi el nuevo gobierno de Venezuela. Y si bien es cierto que a poco la Guayana se retracto de su primer acuerdo mandando presos a la metropoli, a la Habana y Puerto-Rico a los adictos al nuevo orden de cosas, por otra parte, el reconocimiento hecho por Merida del gobierno establecido en la capital, separandose de Maracaibo con noble entusiasmo, compenso en parte semejante defeccion.

La Junta envio a Coro y Maracaibo algunos comisionados para tratar con las autoridades españolas, y estas los recibieron como traidores, y como a tales los remitieron sin vacilar un momento a las prisiones de Puerto-Rico. En vista de semejante atropello, ordeno la Junta que el marques del Toro partiese al frente de alguna tropa contra la provincia de Coro; y dicho señor, cumpliendo con lo dispuesto por aquella, situo por lo pronto su cuartel general en Carora.

Mientras estos sucesos tenian lugar, el coronel Simon Bolivar, investido de los poderes necesarios por la Junta y acompanado de Luis Lopez Mendez, se dirigia a Inglaterra para solicitar la proteccion de su gobierno contra el enemigo comun, en el caso de que este intentara apoderarse de Venezuela, y al propio tiempo impetrar su mediacion con el de España para que no se turbase la paz y buena armonia que hasta allí habian existido entre los habitantes de ambos hemisferios.

Aunque Bolivar fue bien recibido por el marques Wellesley, ministro de Negocios Extranjeros de la Gran-Bretaña, solo obtuvo contestaciones evasivas a causa de la alianza que por aquel tiempo tenian hecha las dos naciones. Cumplida esta mision, nuestro heroe se hizo a la vela de regreso para su pais nativo en compañia del general Miranda.

Las Cortes generales y extraordinarias de la nacion española, instaladas el 24 de Setiembre en la Isla de Leon, dieron omnimoda facultades al ministro del Supremo Consejo de España e Indias Don Antonio Cortabarria para que, auxiliado por algunos buques de guerra, las tropas de Puerto-Rico, Cuba y Cartagena, interviniese en los asuntos de las colonias; pero con la prevencion de no apelar a la fuerza de las armas sino en el caso extremo de que los medios de persuasion fuesen de todo punto esteriles. Para esto debia obrar de acuerdo con el gobernador de Maracaibo, Don Fernando Miyares, a quien el mismo Cortabarria llevaba el nombramiento de capitan general de Venezuela.

La junta de Caracas se nego en un principio a reconocer y prestar obediencia a las Cortes generales; pero luego, accediendo a la opinión de sus miembros mas respetables, quiso dar una prueba de desinteres convocando a un Congreso nacional. Hubo por entonces un conato de sublevacion en sentido de reconocimiento del Consejo de regencia, y sorprendidos por la Junta, los revoltosos fueron condenados unos a encierro en las bovedas de Puerto-Cabello y la Guaira, y otros desterrados a perpetuidad. Entre estos ultimos figuraban los ricos hermanos peninsulares Don Francisco y Don Manuel Gonzalez y Linares, del comercio de Caracas.

La noticia de horribles asesinatos perpetrados en Quito en las personas de varios decididos patriotas, produjo grande indignacion en el pueblo caraqueño, quien, cercando el palacio de la Junta, pedia la expulsion de los españoles y canarios; pero la Junta, decretando se hiciesen honores funebres a los desgraciados americanos, logro apaciguar el tumulto; y para evitar la reproduccion de semejantes escandalos y trastornos, la noche de aquel mismo dia, que era el 24 de Octubre, apreso y expulso a los que suponia promovedores de disturbios. Estos fueron Jose Maria Gallegos, Jose Felix Ribas y tres hermanos suyos.

Treinta y cinco dias despues de este acontecimiento, es decir, el 28 de Noviembre, el ejercito de occidente, al mando de Toro, atacaba a las tropas de guarnicion en Coro, desalojandolas de un reducto y tomandoles un cañon; y dos dias despues ponia en fuga a las de Miyares, que le salio al paso en Sabaneta con 800 hombres entre infantes y caballos, haciendole algunos prisioneros y ganando una pieza de campana. En Carora dejo de picarles la retaguardia, y despues de guarnecer esta poblacion, asi como tambien la de Barquisimeto, se retiro a Caracas, donde corria la noticia de la llegada de Miranda al territorio venezolano.

La Junta que gobernaba en nombre de Fernando VII, creyo que el dar asilo a tan ardiente republicano seria altamente contradictorio con la situacion en que se habia colocado, y trato de estorbar el desembarco de este general, y hasta llego a brindarle con una dependencia diplomática a fin de alejarle. Pero el pueblo le tendio su mano protectora, recibiendole con las mas singulares muestras de respeto y deferencia.
Entonces el gobierno hizo alarde de entusiasmo y le confirio el titulo de teniente general, mandando que se buscasen y destruyesen todos los documentos que la anterior administracion formulo contra el buen nombre de tan distinguido militar y patriota.

De este modo terminaba el año 1810, preparandose, merced a acontecimientos que casi nos atreveremos a calificar de providenciales, la realizacion de los deseos en que ardia el corazon de los venezolanos.
Inaugurabase el año 1811 con el bloqueo de las provincias venezolanas, bloqueo que Cortabarria mandaba ejecutar en cumplimiento de un decreto de la regencia, mientras que la junta, fiel a su convocatoria, llevaba a cabo la reunion del aplazado Congreso. Conforme a lo dispuesto por ella debia constar de cuarenta y cuatro diputados.

El 2 de Marzo era el dia senalado para la reunion, la cual debía verificarse en la capital, donde aquel alto cuerpo quedo instalado, formando una Camara, comun e indivisa, compuesta de respetables patricios enviados por las provincias de Barcelona, Barinas, Caracas, Cumana, Margarita, Merida y Trujillo. Entre sus dignos miembros figuraban el general Miranda, el marques del Toro, Francisco Javier Ustariz, Lino Clemente, Martin Tovar, Juan German Roscio, Antonio Nicolas Briceño, Francisco Javier Yañes y otros varios.

Despues de haber organizado su servicio; el Congreso nombro tres individuos encargados de ejercer el poder ejecutivo, y otros tres como suplentes para los casos necesarios de ausencia o enfermedad de los primeros, que fueron los senores Baltasar Padron, jurisconsulto acreditado; Juan Escalona, oficial de milicias elevado a la clase de coronel por la Junta Suprema, y Cristobal Mendoza, que ejercia de abogado. Ademas establecio un Consejo Consultor.

Uno de los acuerdos mas importantes del Cuerpo Legislativo fue el de la sancion de la famosa acta, por la cual se declaraba que las provincias de Venezuela en el representadas, formarian en lo sucesivo una Confederacion de Estados libres e independientes, con absoluta separacion de España. Cada uno de estos podria darse la forma de gobierno que mas le conviniera, conforme a la voluntad de sus pueblos.

Pronto se hicieron sentir algunos movimientos revolucionarios, promovidos por los agentes de Cortabarria, que fueron sofocados por las fuerzas del gobierno, y condenadas a la última pena por sus tribunales las personas que aparecian como autoras de la rebelion. Pero una peligrosa sublevacion estallo en Valencia, donde los revoltosos, desconociendo la autoridad del Congreso, proclamaron la legitimidad de Fernando VII.

El general Toro voló a reprimirla, logrando en un principio desalojar al enemigo de sus puestos avanzados, y concluyendo por ser rechazado a su vez hasta Maracay, desde cuyo punto envio emisarios a Caracas para que le auxiliaran con tropas de refuerzo. El gobierno entonces nombro a Miranda general en jefe del ejército; marcho este contra los españoles y les obligo a capitular, entrando en la ciudad sublevada el 13 de Julio.
Pero por falta de la precaucion necesaria los vencidos, que habían conservado armas y municiones, saliendo de sus cuarteles cayeron sobre las tropas de Miranda, llevandolas en precipitada fuga hasta Guaraca.

Despues de un hecho tan poco noble, Miranda, en ánimo de tomar venganza, allego nuevas fuerzas y en los dias 12 y 15 de Agosto, reducidos los españoles al ultimo extremo, se rindieron a discrecion por haberles sido rechazadas cuantas proposiciones de capitulacion habian presentado. Los prisioneros fueron condenados a muerte por los tribunales, pena que el Congreso determino se conmutara por otras.

Formulada, discutida y sancionada la Constitucion federal de las siete provincias venezolanas, se publico el decreto en 21 de Diciembre.
Reconociase como base el sistema representativo, residiendo la soberanía en el pueblo; dividiase el poder en legislativo, ejecutivo y judicial, formando cuerpos independientes entre si; garantizabase el derecho popular y la inviolabilidad de domicilio; proscribiase para siempre el uso de la tortura y el fuero personal, y ninguna sentencia pronunciada por traicion contra el Estado tendria caracter difamatorio para los hijos del reo; aboliase la trata de negros y los indios eran igualados a los demas venezolanos en derechos y deberes: desarrollabase la instruccion publica; extinguianse los titulos de nobleza hereditarios, asi como toda calificacion degradante de raza y, por ultimo, quedaba adoptado el pabellon amarillo, azul y rojo, enarbolado por Miranda cuando su expedicion de 1806, considerandolo como distintivo de la federacion.

La ciudad de Valencia fue declarada despues como capital del Estado; y el Congreso suspendio sus tareas el 15 de Febrero de 1812, aplazando su proxima reunion para el 1 de Marzo, no sin haber antes de disolverse ordenado guarnecer la margen izquierda del Orinoco para colocarse a la defensiva.

Desde esta fecha hasta la llegada del capitan de fragata Domingo Monteverde, natural de Canarias y al servicio de España, hubo algunos encuentros, prosperos unos y adversos otros, entre las tropas federales mandadas por los coroneles Francisco Gonzalez y Moreno, Manuel Villapol y Francisco Sola y las espanolas; estos combates tuvieron lugar en Santa Cruz de la Soledad, en las aguas entre el cano de Macareo y el de Pedernales, en Barrancas, en Lorondo y en Angostura, donde, despues de un grave descalabro en que Villapol tuvo que fortificarse en Maturin para salvar su gente, Moreno y Sola desaparecieron, dejando sus soldados en el mas criminal abandono y a merced del enemigo.

Monteverde llego a Coro en compania del brigadier Don Juan Manuel Cagigal y otros jefes militares, llevando consigo dinero, armas y demás necesario para hacer la guerra a las provincias sublevadas; y desde este momento los patriotas, no por falta de valor y decision sino a causa del menor numero, fueron estrechados y acosados con mayor actividad cada dia.

El 15 de Marzo protegia Monteverde la revolucion que en Liquisique acaudillaba deslealmente el indio Reyes Vargas, que sin grandes merecimientos habia recibido el nombramiento de capitan del gobierno de Venezuela; y a los seis dias de esta defeccion los patriotas, a quien una grave dolencia privaba de su jefe el comandante Gil, eran derrotados completamente en Carora.
La causa de la independencia principiaba a perder terreno en Venezuela, viniendo un sacudimiento momentaneo de la naturaleza a juntarse con los de la guerra. El 28 de Marzo, dia de Jueves Santo, a las cuatro de la tarde, un espantoso terremoto destruyo la mayor parte de Caracas, sepultando millares de habitantes bajo sus minas. Igual desgracia afligio a la Guaira, Barquisimeto, San Felipe, Merida y otras poblaciones, en las que, asi como en la primera, perecieron gran número de voluntarios al servicio de la Confederacion. No faltaron adeptos al antiguo regimen que hicieran correr la voz de que semejante natural suceso era un castigo del cielo, puesto que venia a cumplirse precisamente en el dia mismo en que dos años antes la revolucion había depuesto y desterrado a las autoridades españolas.

Este acontecimiento, unido a los desastres que la guerra hacia sentir a los pueblos, no dejo de influir en favor de la regencia, cuyas armas, guiadas por el general Monteverde, se presentaban favorecidas por la fortuna en todas partes y ocupaban la arruinada ciudad de Barquisimeto el 7 de Abril. Alli se detuvo su jefe algunos dias desenterrando pertrechos y armamentos, reclutando gente y dando acogida a algunas partidas que con sus oficiales desertaron de las filas republicanas. El dia 25 batia cerca de San Carlos al coronel Miguel Ustariz, bajo cuyas ordenes puso Jalon cerca de 1.400 hombres. En lo mas encarnizado de la pelea, y cuando el triunfo estaba aun indeciso, el escuadron de Pao se paso a los realistas dandoles la victoria. Casi todos los soldados de Venezuela que habian tomado parte en la accion cayeron en el campo de batalla; y, con los pocos que se quedaban, Ustariz se refugio en Valencia.

Merida, Trujillo y otras poblaciones de la parte occidental fueron declarandose por el invasor, que se disponia a proseguir su marcha; y en tan tristes circunstancias la idea de la dictadura vino a apoderarse del animo de los leales. El poder trato de realizarla delegando todas sus facultades en el marques del Toro, quien rehuso esta distincion; entonces fue puesta la suerte de la santa causa en manos de Miranda; este no tuvo dificultad en admitir el alto cargo y peligrosa confianza con el titulo de Generalisimo, por juzgarlo menos pretencioso y mas modesto que el de dictador.

La Constitucion, promulgada aun no hacia tres meses, quedo en suspenso de este modo; y mientras que el jefe absoluto fijaba su cuartel general en Maracay, y en Barinas se juntaba una fuerza considerable de caballeria, y salian emisarios en busca de hombres, buques y subsistencias, Ustariz, elevado al cargo de gobernador de Valencia, se veia abandonado de sus tropas y, dejando la plaza en poder de Monteverde, se retiraba a la Cabrera.

En medio de tantos desastres como sufria la causa de la independencia, los generosos donativos de muchos extranjeros, amantes del nuevo orden de cosas y de la libertad de America, vinieron a fortificar un tanto los abatidos animos, que recobraron su antigua esperanza viendo como al mismo tiempo se organizaba un cuerpo de franceses a las ordenes del coronel Ducayla, y como algunos alemanes e ingleses de distincion, entre los cuales figuraban Sir Gregor MacGregor empunaban las armas en defensa de Venezuela.

Miranda formo entonces el plan de estrechar a Monteverde: al intento, despues de haberse asegurado de la custodia de Puerto Cabello, poniendo en esta plaza un oficial de toda confianza asi por su aptitud como por su valor y decision hacia la santa causa de la independencia, cubrio el punto de los Guayos con un fuerte destacamento que a los pocos dias, mientras el avanzaba en la linea de las operaciones proyectadas, fue batido y desbaratado el 8 de Mayo por la deslealtad de algunas companias que se pasaron al enemigo. En vista de esto volvio atras y se dispuso a fortificar bien la Cabrera, Guayca y Magdalena para poder hacer frente a los ataques de Monteverde, quien se disponia a atacarle.

El hombre de confianza, el militar experto, el valiente soldado, el inteligente y decidido patriota que Miranda coloco en el mando de Puerto Cabello, aquel que habia merecido este cargo delicado y de cuya aptitud para el desempeno no podia dudarse un solo instante, no era otro que el coronel Simon Bolivar, a quien el Generalisimo consideraba como el oficial mas activo y de mas vasta instruccion de todo su ejercito.

A pesar de los esfuerzos de Miranda, de los auxilios que encontraba, de alguna que otra accion en que el enemigo era rechazado, no por eso dejaba de agravarse la causa de la independencia, siendo derrotados sus patriotas hasta en las llanuras de Caracas, en Calabozo y San Juan de los Morros, donde el jefe espanol Don Eusebio Antonanzas paso a cuchillo, sin piedad alguna, no solo a los prisioneros sino tambien a las mujeres y los ninos.

La autoridad y prestigio del dictador menguaban de dia en dia, haciendose mas frecuentes las decepciones de sus subordinados; por lo que, para vigorizar su poder, se rodeo en Maracay de algunas personas notables pertenecientes a los altos cargos del poder ejecutivo, del Congreso y del gobierno peculiar de Caracas, y de todas formo una especie de Consejo Consultor que le auxiliaba en los casos graves y circunstancias apremiantes o dificiles.

Sin embargo, de nada sirvio que la promulgacion de una ley marcial llamando a las armas a todos los venezolanos, excepto los ordenados “in Sacris” y unos pocos empleados de la administracion civil, y la de un decreto ofreciendo la libertad a los esclavos que se alistasen por diez años, prometiendo indemnizar a sus amos en mejores circunstancias, le diesen una superioridad numerica sobre el enemigo; pues habiendo perdido el punto de Magdalena y las alturas que dominan a Maracay, el jefe venezolano se encontraba cortado en sus posiciones, viéndose forzado a retirarse y pegar fuego a los ricos depositos de viveres y municiones que venia formando en aquella poblacion.

Con sus fuerzas, las de Guayca y la Cabrera, se encamino hacia la Victoria: pero Monteverde, sabedor de este movimiento, se adelanto hasta San Mateo y le sorprendio, poniendo en desordenada fuga a sus soldados.
Mientras tanto la capital de la republica se encontraba en un estado de continua alarma, pues los esclavos de Curiepe y otros puntos de la costa y de los valles orientales, a pretexto de defender los derechos de Fernando VII, desde el 24 de Junio, en que habian tomado las armas, andaban cometiendo todo genero de desmanes, tropelias y vejaciones con el mas feroz vandalismo, y Monteverde avanzaba hacia alli, despues de haber dejado algunas tropas frente a la Victoria.

En el punto que este movimiento del enemigo tenia lugar, una nueva decepcion ponia a Bolivar en inminente peligro y con el a la republica.
El ultimo dia de Junio, el oficial de milicias Francisco Fernandez Vinoni, con alguna tropa, el presidio y varios reos de Estado, proclamaba a Fernando VII, enarbolando en el castillo de San Felipe de Puerto Cabello una bandera roja, y despues de algunas intimaciones infructuosas rompia el fuego de su artilleria contra la plaza. En tan critica situacion, y fuera de si con un suceso que tal vez iba a decidir de la suerte del pais, trato Bolivar sin embargo de sostenerse, y lo hizo asi durante tres dias; pero al saber que los españoles de Valencia se dirigian ya hacia alli y que sus puestos avanzados se pasaban al enemigo, antes de abandonar Puerto Cabello quiso tentar fortuna y mando a su encuentro unos 200 hombres con los coroneles Mires y Jalon. Estos fueron derrotados en San Esteban y habiendo quedado prisionero el último con solo siete soldados regreso el primero al lado de Bolivar.

Con 40 hombres que le quedaban, despues de haber capitulado los habitantes de Puerto Cabello temiendo la ruina de la poblacion, el digno jefe trato de defenderse todavia en las afueras desde el Trincheron: pero el dia 6 no contando sino 8 oficiales a su servicio, se embarco con ellos en Borburata, arribo a la Guaira y comunico a Miranda desde Caracas, algunos dias despues, los incidentes de tan lamentable acontecimiento.

Asi que lo supo el Generalisimo, propuso a Monteverde, que se hallaba en Valencia, una suspension de hostilidades; pero el general español por toda respuesta se ofrecio a concederle una capitulacion; la cual, admitida en principio por Miranda, pronto recibio este las condiciones que, despues de ajustadas, dieron lugar a algunas diferencias. Pero apremiado por Monteverde las ratifico Miranda el 25 de Julio de aquel año, el de 1812, quedando la Confederacion, conforme a las capitulaciones, asi como el armamento y demas objetos militares en poder del general español bajo garantia de respeto a las personas, cualesquiera que hubieren sido su conducta y opiniones durante la revolucion.

Al dia siguiente las tropas espanolas penetraban en la Victoria, y tres mas tarde en Caracas, de donde huyeron algunos patriotas con intención de embarcarse en la Guaira, y entre los que asi se precipitaban, poco seguros del cumplimiento de lo estipulado, figuraba tambien el desgraciado Generalisimo de la efimera Confederacion venezolana.

Ver también: Colombia 1797-1810

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