La vida es eso que pasa mientras planeamos

La vida es eso que pasa mientras planeamos, mientras recordamos, mientras soñamos, al menos así recuerdo que lo decía mi padre. Y ahora sé que tenía razón; en esa entonces no lo comprendía en su justa dimensión. Ya no puedo regresarlo, es cierto pero puedo tratar de imitar todo aquello que me legó, como consejo, como estrategia de vida.

Ando en la mitad de mi existencia, viendo cómo la gente confunde prioridades con cosas relevantes tradicionales, cómo creemos que hay cosas o personas importantes cuando en realidad solo son efímeros elementos de un gran tablero del cual no tenemos total control.

Desencuentros en todos lados, un buscar a quien no quiere ser hallado o a quien no le importamos de la misma forma y viceversa. Podemos ser crueles, sin proponernoslo, yo se, pero eso no excusa nuestra indelicadeza.Lo lógico es que uno vaya por la vida esparciendo bondad, luz y ejemplo; lo que no resulta del todo correcto es que haya seres humanos esponja que lo quieran absorber todo, sin dejar nada a sus semejantes y a su vez, sin poner esos recursos a girar. La clave de la abundancia reside en esto, no en acaparar sino en dejar fluir para que regrese.Y la gratitud, hay mucho que decir al respecto; que es tal vez el primer paso hacia la prosperidad, hacia la felicidad misma; hay muchos motivos para estar agradecidos, por el solo hecho de estar vivos, por tener salud, por tener nuestros sentidos, en buen estado y ser capaces de percibir la luz del sol, el viento en nuestro rostro.

Mañana, es posible que ya seamos historia o peor aún, que nadie nos recuerde y todo aquello que para nosotros resultare crucial y quede en el maldito y condenable olvido.A mis años he aprendido a decir la verdad al precio que deba pagar, a no quedarme con nada, ni con un sentimiento mucho menos con un algo que deba expresar. Es preferible decir y que no suceda nada a quedarnos con la sensación de, que pasaría si hubiera sido valiente y lo hubiera expresado claramente.El peor cargo de conciencia no es haber realizado algo sino lamentarnos por algo que pudo ser y no fue.

La vida es un préstamo, que no sabemos cuando se nos quitará pero el ser conscientes de esta finitud debería hacernos cambiar radicalmente nuestras perspectivas, ajustar nuestro comportamientos, no porque una religión o una ideología lo exija sino porque nosotros seamos capaces de ver diáfanamente el camino.Tantos y tantos tratados que se escribieron, se escriben y se escribirán, todo serán palabrerío para muchos; recuerdo a un gran maestro que decía que solo cuando el discípulo está preparado, aparece el maestro. Hasta entonces, hay que disfrutar el camino, casi tanto como el destino o la llegada. Y aclaro, disfrutar no quiere decir abusar, solo explorar con los ojos y lo sentidos abiertos.

Cae la tarde, como telón a este discurso. Al pasar el tiempo, tal vez me ría un poco de las mismas o acaso no se me concedan más minutos y otro haga conjeturas sobre las mismas. Me queda complicarlo saberlo.¿Me reuniré con mis muertos o jamás sucederá? ¿El instante preciso de morir será un deslumbramiento, un balance raudo de lo realizado? ¿Podré observar el mundo que dejo antes de esfumarme? ¿Veré a mis seres queridos y percibiré sus actitudes ante el que se marcha? ¿Esto me servirá de algo? ¿El finado será solo polvo luego, solo eso? Todo lo realizado ¿habrá valido la pena?

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