Muerte de Guillermo Cano

La muerte de Guillermo Cano fue sobrecogedora, casi tan cataclísmica como la de Lara Bonilla. Ocurrió el 17 de diciembre de 1986. Se sabía que había sido por la valentía y el coraje de las denuncias que había hecho él personalmente y el diario de su familia sobre la mafia en Colombia. Una hipótesis conjetura que el Sr Cano fue mandado a matar por el cartel de Cali, liderado por Gilberto Rodríguez Orejuela quien se hallaba preso en Cali. La gente de El Espectador había publicado un informe titulado La Gran Jugada del Ajedrecista de la Droga, allí se contaba cómo una columna del periodista Alvaro Bejarano (director de la revista del América) había dado la oportunidad a un fiscal para denunciar al Sr Rodríguez Orejuela por narcotráfico.Según se afirma, Don Gilberto pediría ayuda en este «problemita» a Pablo EScobar Gaviria, quien le facilitó a los hermanos Carvajalino, unos exguerrilleros del M 19 que hacían trabajos para la mafia.El narcotraficante José Agustín Nova Vargas habría coordinado la operación. Daniel Robayo y Carlos Alberto Mejía habrían recogido el dinero para sufragar los gastos.
Otra hipótesis afirma que el atentado y muerte de don Guillermo Cano fue obra de El Negro Pabón, un personaje siniestro, amigo de Escobar y quien había estado preso en Estados Unidos pro tráfico de droga. Siguió a don Guillermo Cano muchos días para conocer sus rutinas (entraba y salía a diario a las mismas horas) del edificio ubicado en la avenida 68, el único rumbo posible era hacia el norte usando un cruce que quedaba enfrente del periódico y donde tenía que parar obligatoriamente el director de El Espectador, quien conducía una camioneta Subaru, sin guardaespaldas ni acompañantes.

La noche del 17 de diciembre de 1986 moriría asesinado en el sitio previamente estudiado por los sicarios.Una ráfaga de balas segó su vida. La camioneta se salió de la vía y chocó contra un poste de la luz eléctrica.A las 6:30 había salido de la sala de redacción, se había despedido de su hijo Juan Guillermo. Un día antes se les había avisado de un sujeto en una moto blanca en los alrededores. A las 7 de la noche varios empleados del periódico y su hijo Juan Guillermo recogieron su cuerpo mal herido…moriría en el trayecto a un hospital cercano.

Bibliografia consultada.
Crónicas que matan. María Jimena Duzán.Tercer mundo editores, primera edición diciembre de 1992.
Los jinetes de la cocaína. Fabio Castillo, Editorial Documentos periodísticos, Bogotá 1987, quinta reimpresión 1988.
Mercaderes de la muerte. Edgar Torres Arias. Intermedio editores Círculo de lectores, Santafé de Bogotá 1995.

Ver también: muerte de Rodrigo Lara Bonilla

This post is also available in: Español