Frederic Bastiat-historia-biografia-libros-obras-aportaciones

Claude Frederic Bastiat-historia-biografia-libros-obras-aportaciones; fue un importante economista y político francés.
Nació Bastiat en Bayona, Aquitania, Francia, el 29 de junio de 1801, quedando huérfano a edad temprana (su padre falleció cuando tenía 9 años y dos años antes lo había hecho su madre) y para agravar su situación, contrajo tuberculosis pulmonar.Quedó a cuidado de sus abuelos.

Al fallecer estos le heredaron un pequeño capital con el que se pudo dedicar a su pasión, la economía, la filosofía y la política. Estudió en una universidad y posteriormente se lanzó a los negocios pero su idealismo estaba por encima de los detalles comerciales. Solo hasta cuando sus ocios le empujaron a leer sobre temas económicos ya opinar sobre estos temas, fue incentivado a publicar sus ideas en un artículo que envió a un periódico parisiense. El artículo fue publicado y, debido a su originalidad, se hizo famoso el señor Bastiat.

Se traslada entonces a París nuestro provinciano estudioso, dedicándose a leer los periódicos de París donde publicaban columnas los políticos franceses defendiendo sus posturas egoístas; Frederic Bastiat les contestaba con una réplica mordaz.

En seis años, que es el lapso que duró su vida literaria, aplicó a las ciencias económicas un recurso destructor pero interesante: el ridículo. Bastiat tenía aguzado el don de poner en relieve los absurdos de economistas y políticos aplicados a la economía. Su libro Sofismas económicos llevó el tema casi al humorismo. Se convirtió en el adalid más quijotesco del libre cambio sin olvidar toda hipocresía en las actuaciones públicas: podía protestar contra las tarifas proteccionistas de las aduanas o contra el socialismo en alza: «Todos quieren vivir a costa del Estado. Pero olvidan que es el Estado quien vive a costa de todos.». Peor el blanco predilecto de los dardos de Bastiat, eran los sujetos con un apetito individual de ganancias disimulado bajo la capa de una tarifa proteccionista implantada para «el bien de la nación».

Bastiat, este ilustre defensor del liberalismo, llega entonces en 1848 a la Asamblea Nacional constituyente y allí, temiendo que las gentes exageraran la importancia de las imperfecciones del sistema se lanzaran ciegamente al socialismo, empezó a escribir un libro titulado Armonías Económicas, donde se propuso demostrar que el aparente desorden del mundo era solo superficial…Pero la salud de Bastiat, menguaba; apenas si podía respirar (tenía una tuberculosis padre y madre). Habiéndose trasladado a Pisa, tuvo ocasión de leer en los periódicos la noticia de su propia muerte…Pero Bastiat se resistió a fallecer…solo lo hizo el 24 de diciembre de 1850, en Roma.
Herencia de Bastiat nos queda la pregunta, ¿no es el sistema, en ocasiones, un absurdo? ¿No existen paradojas donde constriñen el bien público y el privado?

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Ascención de Rómulo

En un artículo anterior, historicidad de los evangelios, comentaba como Lucas había querido añadir algo de la mitología que había probado su éxito con los romanos, la leyenda de Rómulo, el fundador de dicha ciudad, para agregarle algo más de espectacularidad al personaje Jesús y cómo copió literalmente la ascensión de Rómulo.

Pues bien, este es el pasaje alusivo que sirvió de referencia:
«XXVII.- … pero habiendo Rómulo repartido por sí solo a los soldados las tierras ganadas por las armas, y restituido a los Veyanos los rehenes, sin hablarles de ello y consultarlos, creyeron que aquello ya era burlarse enteramente del Senado; y de aquí nació contra éste la sospecha, habiendo Rómulo desaparecido imprevistamente de allí a poco tiempo.

Fue, pues, su desaparecimiento en las Nonas Quintiles, como se decía entonces, o de Julio, como se dice ahora, sin que nada cierto y seguro haya quedado acerca de su muerte, sino, la época, como se deja expresado; porque todavía se ejecutan en aquel día muchos ritos y actos a imitación de lo que en él pasó. Y no hay que extrañar esta incertidumbre, cuando habiéndose encontrado muerto de sobrecena a Escipión Africano, nada hay acerca del modo de su muerte que merezca algún crédito o lleve camino; diciendo unos que, andando ya enfermizo, naturalmente falleció: otros que él mismo tomó hierbas para este efecto, y otros, que sus enemigos, echándose sobre él en aquella noche, le cortaron la respiración.

Y al cabo Escipión estuvo de cuerpo presente para que todos le viesen, y su cadáver, registrado por todos, pudo dar alguna sospecha y conocimiento; pero Rómulo desapareció repentinamente, sin que se viese ni miembro de su cuerpo ni jirón de su vestido; habiendo conjeturado algunos que los Senadores cargaron sobre él en el templo de Vulcano, le despedazaron y repartieron entre sí el cuerpo, llevándose cada uno en el seno una partecita.

Otros opinan que ni fue en el templo de Vulcano, ni se hallaban solos los Senadores cuando Rómulo fue quitado de en medio, sino que esto ocurrió fuera, junto al lago llamado de la Cabra o de la Cierva, donde aquel estaba celebrando una junta pública; y que en el aire sucedieron entonces de repente fenómenos maravillosos, superiores a cuanto puede ponderarse, y trastornos increíbles; que la luz del sol se eclipsó, y sobrevino una noche nada serena y tranquila, sino con terribles truenos y huracanes violentos, que de todas partes movían gran borrasca.

En esto, lo que es la plebe se dispersó y dio a huir, y los principales se juntaron; cuando luego, desvanecida la tormenta y restituida la luz, volvió con esto a reunirse el pueblo, todos buscaban y deseaban ver al rey; pero los principales no se lo permitían, ni les daban lugar para hablar en ello, sino que los exhortaban a venerar a Rómulo, como arrebatado a la mansión de los Dioses, y convertido, de buen rey que había sido, en un dios benéfico para ellos.

Creyólo la mayor parte, y se retiraron contentos, venerándolo con las más lisonjeras esperanzas; pero hubo algunos que reconvinieron agria y desabridamente a los patricios sobre este hecho, inquietándolos y acusándolos de que querían hacer creer al pueblo los mayores absurdos, después de haber ellos sido los matadores del rey. »[1]
[1] Tomado de Plutarco. Vidas paralelas. Tomo I.