¿Cual es la regla de oro en las consultorías? La reciprocidad, el ser valorado y valorar a la otra parte, el dar y recibir confianza y franqueza ante todas las cosas. De esa manera aseguramos la realización de una estrategia coherente y armónica, no solo por parte de la empresa contratante sino de la agencia que ejecuta la consejería.
Pese a la anterior recomendación se percibe un exceso de cautela o desconfianza en las partes por norma general lo que resquebraja el accionar como equipo, la unidad táctica para solucionar inconvenientes. Y no se trata de algo forzado o impuesto, ha de ser una forma sincera de afrontar los negocios y los retos.
Cuando la persona o empresa contratante se pone en condiciones de superioridad con el consultor, como si fuera un empleado de su compañía o el asno tras la zanahoria,en este caso los honorarios, quieren o intentan controlar la relación, afectando el equilibrio y la independencia requerida. Un consultor debería ser un potencial socio estratégico, capaz de pensar por sí mismo y de manifestar lo que cree respecto a la situación problemática por la cual fue convocado.
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