Absurdo, que es, definición, concepto, en que consiste

¿Que es absurdo? ¿Qué connotaciones tiene? Ese el tema de este artículo.

En lenguaje corriente se llama absurdo a lo que «no puede ser de ninguna manera». Ya en esta noción parece insertarse en la idea de lo absurdo la de imposibilidad.

Sin embargo, esta imposibilidad puede ser concebida de dos maneras: o totalmente, en cuyo caso lo absurdo es por principio lo que carece de significación, o parcialmente, en cuyo caso lo absurdo sería lo que escapa a ciertas reglas o normas, sea de carácter lógico o de cualquier otra índole. En todo caso, la ausencia de significación de lo absurdo —dentro de un lenguaje dado o dentro de cualquier lenguaje como tal— parece constituir su carácter más patente, si bien en algunos casos se admite la posibilidad de que lo absurdo tenga una significación. Entonces lo absurdo sería aquello que, no pudiendo ser en ningún caso objeto de una efectuación intuitiva, resultaría «inconcebible».
Finalmente, se llama absurdo a lo que, por considerarse imposible, es estimado asimismo como afectado por el valor de falsedad.
Así sucede con la expresión ‘reducción al absurdo’, es decir, el modo de argumentar que demuestra la verdad de una proposición por la falsedad, imposibilidad o, en términos neutrales, inaplicabilidad de la contradictoria o de las consecuencias de la contradictoria. Este tipo de razonamiento es habitual en la geometría y ha sido empleado también por Zenón de Elea para sus demostraciones de la imposibilidad del movimiento y de la multiplicidad del ser.
Hobbes llamaba absurdas a las expresiones sin sentido; la posibilidad de una afirmación general que no sea verdadera es inconcebible y por ello, dice Hobbes, «si un hombre me habla de un rectángulo redondo; o de accidentes del pan en el queso, o de substancias inmateriales; o de un sujeto libre, de una voluntad libre o de cualquier cosa libre, pero libre de ser obstaculizada por algo opuesto, yo no diré que está en un error, sino que sus palabras carecen de significación; esto es, que son absurdas»
(Leviatán, t. esp., 1940, pág. 35).
Hobbes utiliza de este modo la noción de absurdo para calificar con ella las entidades que no entran dentro del marco de su nominalismo corporalista, e indica que las causas del absurdo son principalmente: la falta de método al no establecer las significaciones de los términos empleados; la asignación de nombres de cuerpos a accidentes o de accidentes a cuerpos; la asignación de nombres de accidentes de cuerpos situados fuera de nosotros, a los accidentes de los propios cuerpos; la asignación de nombres de cuerpos a expresiones; la asignación de nombres de accidentes a nombres y expresiones; el uso de metáforas y figuras retóricas en lugar de los términos correctos, y el empleo de nombres que nada significan y se aprenden rutinariamente (op. cit., pág. 36).
Además de los Caps. IV y V del citado Leviatán, Hobbes consagra algunos pasajes a la diferencia entre el error (en nuestro lenguaje, el predicado ‘es erróneo’) y lo absurdo (en nuestro lenguaje, el predicado ‘es absurdo») en varias otras obras (Human Nature, V; De corpore, III), repitiendo a veces las mismas frases (siendo el tratado Human Nature, 1640, anterior al Leviatán, 1651, y al De corpore, 1655, puede considerarse como el primer texto de Hobbes al respecto, pero hemos citado el Leviatán por ser el más conocido y posiblemente más consultado hoy día). En el De Corpore ofrece, además, una «Tabla de lo absurdo», en la que, a base de una clasificación de tipos de proposiciones (empíricas, a las que se aplican los predicados ‘no es erróneo’ y ‘es erróneo’; analíticas, a las que se aplican los predicados ‘es verdadero’ y ‘es falso’; y propiamente ficticias —o, mejor dicho, simplemente imaginativas—, a las que se aplica el predicado ‘es absurdo’). Hay frecuentes absurdos, por ejemplo, cuando se usan nombres de una clase de entidades como si perteneciesen a otra clase de entidades.
En un sentido parecido al de Hobbes se usa hoy la expresión ‘es absurdo’ por quienes estiman que deben eliminarse del lenguaje todas las expresiones que no pueden ser verificadas por la experiencia o que no siguen las reglas de una determinada sintaxis.
En cambio, lo absurdo posee otro sentido cuando se refiere a lo absurdo en la vida humana, tal como ha sido destacado por algunos escritores que, aun sin ser existencialistas o aun rechazando formalmente tal supuesto filosófico, se mueven dentro de una comprensión de la vida humana muy cercana a dicha tendencia. Es el caso de la expresión de lo absurdo en Franz Kafka y especialmente en Albert Camus, si bien este último, al oponerse justamente al existencialismo, proclama algo semejante a la «lucidez frente a lo absurdo». En rigor, Camus se ocupa no de una filosofía absurda, sino, como dice explícitamente
(Le mythe de Sysiphe, 1942), de una «sensibilidad absurda que puede hallarse esparcida en la época» (Cfr. también, del mismo autor, sus novelas L’Étranger y La Chute).
Manuel de Diéguez, De l’absurde. Précédé d’une lettre à Albert Camus, 1948. — Annibale Pastore, La volontà dett’assurdo. Storia e crisi dell’esistenzialismo, 1948. — Ismael Quiles, S. J., Jean Paul Sartre. El existencialismo del absurdo, 1949. — Joseph Möller, Absurdes Sein? Eine Auseinandersetzung mit der Ontologie J. P. Sartres, 1959. — Sobre lo absurdo en Hobbes: «S. Morris Engel, «Hobbes’ ‘Table of Absurdity»‘, The Philosophical Review, LXX (1961), 533-43.[1]

En sentido amplio, aquello que no es compatible o coherente con un conjunto de creencias que se considera probado y verdadero. Así, la Iglesia condenó como absurdo el sistema copernicano[2] defendido por Galileo. En sentido estricto, lo irracional, lo ilógico, lo lógicamente contradictorio o inconsistente, o lo que carece totalmente de sentido: algo que la razón humana se marca como el límite que no está dispuesta a traspasar en modo alguno, so pena de caer en la irracionalidad.

La lógica expresa lo absurdo como la negación del principio de no contradicción[3].

Modernamente, sobre todo a partir de Schopenhauer, se considera como absurdo aquello que carece de sentido ante una reflexión atenta, o aquello cuya causa o porqué nos resulta inabordable. La filosofía existencialista de Sartre y Camus hace del absurdo el dato fundamental para la interpretación de la vida humana y del mundo.[4]

Absurdo, da.
Del lat. absurdus.
1. adj. Contrario y opuesto a la razón; que no tiene sentido. Ú. t. c. s.
2. Extravagante, irregular.
3. Chocante, contradictorio.
4. m. Dicho o hecho irracional, arbitrario o disparatado.[5]

Son sinónimos de absurdo: Descabellado, disparatado, ilógico, irracional, desatino, necedad.
Son antónimos de absurdo: Lógico, cierto, sensato, realidad, verdad.[6]

Tiene importancia en el enjuiciamiento jurídico y en el debate forense, ya que la demostración, aunque sólo sea dialéctica, de la absurdidad de una cosa, de una interpretación o de una pretensión, las privaría de eficacia.
Esa demostración se puede también hacer mediante el procedimiento de la reducción al absurdo (ad, absurdum)[7], modo de argumentar encaminado a probar que una proposición es verdadera porque la contraria es falsa o imposible. Ya en el Digesto se decía que resulta absurdo que tenga mayor derecho aquel a quien se ha legado un fundo que el heredero o el mismo testador si viviera.

[1] Ferrater Mora José. Diccionario de Filosofía. Editorial suramericana Buenos Aires. Quinta Edición 1964
[2] Véase Copérnico
[3] En el lenguaje de la lógica, todo lo que escapa a sus leyes formales, convirtiéndose en una cosa irreal, por cuanto no condice con el pensamiento normal de los hombres acerca de los objetos, del mundo y sus relaciones.
[4] Diccionario de filosofía en CD-ROM. © 1996. Empresa Editorial Herder S.A., Barcelona. ISBN 84-254-1991-3. Autores: Jordi Cortés Morató y Antoni Martínez Riu.
[5] Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua ( Drae), 1992.
[6] Diccionario práctico, Sinónimos y antónimos. Ediciones Larousse Argentina S.A., para ediciones enciclopédicas S.A. EDENSA Colombia, 1993.
[7] (del latín reductio ad absurdum) Razonamiento que se basa en demostrar que un conjunto de afirmaciones formado por las premisas y la negación de su conclusión lleva a una contradicción. Equivale a razonar de la siguiente manera: si el hecho de suponer verdadera ¬A (no-A) nos lleva a una contradicción, entonces A es necesariamente verdadera y ¬A necesariamente falsa. Recibe también el nombre de prueba indirecta. A veces, la reducción al absurdo sólo prueba que un conjunto de premisas es inconsistente.

Ediciones 2011-18

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