Antisemitismo económico

Antisemitismo económico. He amanecido con ganas de hablar sobre el antisemitismo económico, solamente de esta faceta del antijudaísmo, como una forma de diseccionar y aislar de mejor forma esta compleja materia.

Se trata de señalar los estereotipos respecto a la situación económica de los judíos o de sus ocupaciones.

De acuerdo con Leon Poliakov este tipo de estigmatización tiene mucho que ver con el antisemitismo religioso; por su parte Derek Penslar sostiene que en el presente son distintos aunque prevalece efectivamente el económico por sobre el teológico.

Generalmente se asume que el judío es avaro, codicioso, prestamista de dinero y usurero. Inclusive no falta quien diga que además están implicados en una suerte de conspiración internacional para gobernar al mundo, pero eso es tema de otra ocasión. Ver los protocolos de los sabios de Sion,donde se pretende documentar una reunión sostenida a finales del siglo XIX por poderosos judíos para dominar el orbe.

Desde los siglos 17 y 18, los comerciantes cristianos tendían a tildar a estos de tramposos y deshonestos para comerciar; sin embargo se ha concluido que esto no era más que un síntoma de frustración por las innovadoras formas de hacer negocios por parte de aquellos.

Lo que muy pocos se han puesto a ver con detalle es que desde la edad media en adelante, de las pocas profesiones permitidas a los judíos, fueron, el comercio ambulante y  prestar dinero.

Y esta práctica, en sus comienzos, de cara a la comunidad propia de ellos, no permitía el cobro de intereses, es decir que un judío estaba obligado a ayudar a sus semejantes de la misma estirpe (aportaban el 10% de sus ingresos para caridad y ayudas a sus semejantes) y, llegado el caso a prestarle dinero sin esperar ingresos por concepto de intereses.

No sucedía lo mismo con los cristianos a quienes sí se les cobraba por el uso de este dinero.

También en la edad media los católicos consideraban que prestar dinero era pecado y, soportar a los judíos era un mal económico necesario(de por sí para la doctrina cristiana ya estaban condenados, luego añadir otro “pecado” más no cambiaba la percepción).

Otra profesión permitida a estos personajes era la de recaudar impuestos para los poderosos, debido a su fama de buenos administradores del efectivo y de las cuentas en general.

Un argumento más que contribuyó a enrarecer el ambiente frente a esto, era el razonamiento de que el dinero era de por sí estéril y que la industria y el comercio, que necesitaban del metálico eran los creadores de riqueza, por tanto los prestamistas eran un zánganos de la sociedad, parásitos en la línea de producción.

Luego de la emancipación judía en el siglo 19 los judíos empezaron a participar en una gama de ocupaciones más grande, como el derecho, la medicina y el periodismo por ejemplo. Fundarían bancos y sociedades de inversión.

Henry Ford culpaba de la primera guerra mundial a los judíos, provocada según él para sacar provecho económico de la misma. Dicha aversión la puso de manifiesto en su diario The Dearborn Independent con publicaciones donde ampliaba lo que creía era el control judío de los medios financieros, sustentados casi todos ellos en los protocolos de los sabios de Sion.

En la Alemania Nazi, Hitler culpaba a los judíos de las desgracias económicas alemanas. Para finales de 1939 casi todas las empresas de judíos habían quebrado o se habían visto obligados a vender a los alemanes.

Ojalá este pequeño resumen avive la curiosidad por saber más al respecto. (Pagina rescatada desde la caché de Google)

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