Budismo y matrimonio

Budismo y matrimonio. Muchas liturgias, como el catolicismo, el cristianismo, el yoruba y otras, cuentan con distintas ceremonias para la unión matrimonial de sus practicantes, las cuales contemplan sus propios requisitos y normas para su correcto ejercicio. Sin embargo, el caso del budismo muestra ciertas diferencias sobre el matrimonio.

Budismo y matrimonio
Budismo y matrimonio

Conozcamos qué podemos encontrar en el budismo sobre el matrimonio, pero haciendo énfasis en el matrimonio de personas del mismo sexo, un recurso que pudiera ser considerado como blasfemia en otras liturgias. ¿Es el mismo caso para el budismo?, ¿cómo son vistas las relaciones igualitarias en esta religión? A continuación, un análisis sobre el budismo y el matrimonio.

En primer lugar, se debe saber que el budismo no contempla o concibe uniones matrimoniales entre sus practicantes. No obstante, esto no significa que los budistas no puedan casarse o disfrutar de una vida en pareja. Todo esto deviene de sus conceptos y principios, los cuales debemos conocer para entender la perspectiva sobre el matrimonio.  

Sucede que uno de los principios del budismo yace en el desapego y en la impermanencia de las cosas, un enfoque que puede chocar con la idea principal del matrimonio, pues, como entenderemos, este supone la unión perenne de dos personas hasta su muerte.

A pesar de ello, el budismo apela por las decisiones individuales, así como la constante búsqueda del ser a sí mismo.

No existe, por tanto, una penalización por aquellas personas que establezcan relaciones en tanto respete los principios de Mahayana, los cuales advierten la importancia del desapego a lo material y que las relaciones pueden crear sensaciones ilusorias de inmortalidad, entre otros aspectos.

Igualitario: Budismo y matrimonio

La mirada del budismo ante el matrimonio igualitario no resulta muy distante a lo que pudiéramos denominar el matrimonio “tradicional”. Esto, rescatando la óptica del budismo en Occidente específicamente, donde se enfatiza la tolerancia y la comprensión del ser a su propia búsqueda. Una óptica que ha terminado establecida en políticas de libertad e igualdad social.

El budismo parte, de esta manera, de raíces basadas en la libertad de pensamiento, comprendiendo la diversidad como un rasgo más de la existencia misma, y, por tanto, un fenómeno que debe armonizar en la misma práctica del budismo si se quisiera.

El matrimonio igualitario no se concibe como una práctica errática en el budismo, como pudiera ser en otras de sus ramas, como es en el budismo asiático. Sin embargo, podríamos encontrar que los verdaderos focos de esta liturgia, en lo que respecta al matrimonio, estarían orientados a la forma en que son concebidas las relaciones.

El budismo pudiera apelar al matrimonio, pues su real preocupación consiste en la noción perenne del amor y las relaciones. Esto sí es, para el budismo, trazar una línea errática, donde, como ya se expresó, se concibe a la impermanencia como uno de los rasgos más importantes de la realidad.

Homosexual

Pudiéramos definir al budismo occidental como una liturgia que acoge y convive de manera pacífica con todas las personas sin importar su orientación sexual. La conducta sexual es una decisión que debe ser respetada, ya que, para el budismo, forma parte de su libertad individual, por lo que ninguna autoridad central tiene el derecho de recriminar a ningún practicante por su orientación.

Los aspectos que deben tenerse en consideración en el matrimonio homosexual -como en el matrimonio heterosexual- subyacen en el respeto a las emociones propias y de la pareja, velando siempre por la búsqueda de la felicidad conjunta. El matrimonio es una decisión que dos personas emprenden para encontrar un camino juntos, pero no eterno.

Este es, al menos, en enfoque que el budismo propone de cara al matrimonio. Todas las personas deberán, como principio, ser capaz de manejar sus emociones para poder corresponder de manera correcta sus relaciones, de modo que el respeto y el amor auténtico puedan ser siempre el primer pilar de toda relación “matrimonial” en el budismo.  

El camino a la iluminación

Como lo es en el caso de muchas liturgias en la actualidad, la diversidad de opiniones y derivaciones puede causar confusión en lo que respecta a ciertas concepciones. El budismo no escapa de esta situación, pues si bien hemos rescatado la mirada del budismo occidental, encontraremos que el budismo oriental no razona de la misma manera.

Sin embargo, no deja de ser cierto que el budismo es considerado una de las liturgias con el menor registro de comportamientos homófobos. Esto puede explicarse a través de uno de sus cánones más importantes, como lo es la tolerancia y el respeto por la exploración individual que cada individuo debe contemplar en su desarrollo personal.

Esto pudiera, tal vez, chocar con la idea de que el camino a la iluminación es, para el budismo, un proceso que puede ser perturbado por elementos intrínsecos como el deseo y la sexualidad misma. Por lo tanto, si bien su consentir no es equivalente a evadir la iluminación, podría ser entorpecer su búsqueda en cierta medida.

No es el matrimonio, es la forma del matrimonio

Podemos observar que el budismo no ha forjado un espacio para acoplar conceptos como el matrimonio y demás estatutos sobre la unión de sus practicantes. Esta liturgia no orienta al individuo a la unión amorosa, sino más bien al camino de la iluminación, donde este deberá hacer convergencia con múltiples instancias de su ser para lograrlo.

Este proceso puede convivir hasta un punto con la idea de que sus practicantes establezcan relaciones amorosas. Sin embargo, esto no puede violar sus principios como budistas, ya que esto los aislaría del verdadero camino a la iluminación.

Es así como pudiéramos concluir que, cuando se trata del matrimonio en el budismo, lo más importante es la manera en que los cónyuges se relacionan y retribuyen su propia felicidad. Mantener su camino hacia la iluminación, comprendiendo que lo único eterno es el cambio, y que el universo nunca podrá ser el mismo por siquiera dos segundos.

Esto es, para el budismo, el correcto ejercicio del matrimonio, sin importar se trate de matrimonio igualitario o tradicional.

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Referencias: Wikipedia