Constantino I el grande:historia y biografía (1)

En este artículo, explorarás la fascinante vida de Constantino I El Grande, un emperador romano que transformó el destino del Imperio. Desde su ascenso al poder en un periodo de guerra civil y rivalidades, hasta su papel en la expansión del cristianismo y la creación de Constantinopla, su historia está llena de contradicciones. A través de los ojos de historiadores y pensadores, descubrirás tanto su lado benéfico como su faceta más oscura, revelando la complejidad de su legado en la historia del mundo.

Puntos cruciales:

  • Constantino I, conocido como “el Grande”, fue emperador romano desde 312 hasta 337 y es famoso por legalizar el cristianismo y convertirse en su principal promotor, aunque su conversión y motivos son objeto de debate.
  • El emperador logró una serie de victorias militares, destacando la batalla del Puente Milvio en 312, que le permitió consolidar su poder en Roma y eventualmente convertirse en el emperador único tras derrotar a Licinio en 324.
  • En 313, promulgó el Edicto de Milán, que otorgó derechos iguales a la religión cristiana y a los cultos paganos, marcando un hito en la tolerancia religiosa del imperio.
  • Constantino trasladó la capital del imperio a Bizancio, renombrada como Constantinopla, lo que tuvo un impacto duradero en la historia política y cultural de Europa y el cristianismo.
  • A pesar de su promoción del cristianismo, Constantino mantuvo elementos de la religión pagana y su administración fue marcada por actos controvertidos, incluyendo el asesinato de familiares y competidores, lo que plantea cuestiones sobre su carácter y motivaciones.

Vida Temprana y Ascenso al Poder

Tu historia comienza con Flavio Valerio Constantino, conocido como Constantino I el Grande, nacido en Nis en 272. Hijo del emperador Constancio I Cloro y de la princesa Helena, su linaje noble lo destinó a un papel crucial en el Imperio Romano. Su vida temprana estuvo marcada por el caos de la tetrarquía, la que terminó transformando al Imperio bajo su mando.

Contexto Familiar

Constantino nació en una familia influyente; su padre, Constancio I Cloro, fue augusto de Occidente y su madre, Helena, llegó a ser venerada como santa. Esta herencia familiar lo posicionó desde joven para competir por el poder en un sistema político volátil.

Educación y Posición Inicial

Desde pequeño, Constantino fue educado en la corte del emperador Diocleciano en Nicomedia, lo que le permitió absorber conocimientos sobre la administración imperial y el arte de la guerra. Su educación en un ambiente donde la política y el poder eran fundamentales le enseñó a navegar en un mundo lleno de rivalidades y ambiciones.

En tu investigación, descubrirás que la educación de Constantino fue crucial para su ascenso. Fue instruido en diversas disciplinas, lo que fomentó su capacidad para ser un líder estratégico. A los 30 años, en el año 306, fue proclamado augusto por su ejército tras la muerte de su padre. Esto marcó el inicio de su carrera, que lo llevó a participar en una serie de conflictos que lo posicionarían en el centro del poder romano, mientras que la tensión entre los tetrarcas se intensificaba, permitiéndole aprovechar la atención y el caos en sus favorables circunstancias. Su formación y su entorno lo prepararon para ser un emperador influyente y revolutivo.

Emperador y Campañas Militares

Durante su reinado, Constantino I el Grande consolidó su poder a través de diversas campañas militares y estrategias políticas que le permitieron unificarse como el único emperador del Imperio Romano. Su habilidad militar fue fundamental para fortalecer su autoridad, mientras que su promoción del cristianismo y su relación con la Iglesia cimentaron su legado histórico.

Batalla del Puente Milvio

La Batalla del Puente Milvio, librada el 28 de octubre de 312, fue un punto de inflexión crucial en la historia romana. En esta batalla, Constantino derrotó a su rival Majencio, consolidando su posición como emperador. Se dice que antes de la batalla, Constantino tuvo una visión que le prometió la victoria bajo el símbolo del cristianismo, lo que marcó el inicio de su apoyo a esta fe.

Guerras Civiles y Consolidación del Poder

Las guerras civiles que asolaron el Imperio Romano durante la época de Constantino, fueron el resultado de las rivalidades entre tetrarcas. A pesar de los peligros y la inestabilidad, Constantino demostró ser un líder astuto, logrando derrotar a sus rivales y estableciendo su dominio absoluto tras la muerte de Licinio en 324. Esto no solo le permitió convertirse en el único gobernante, sino que también sentó las bases para la expansión del cristianismo en el imperio.

Tu capacidad de liderazgo en momentos de crisis fue notable durante las guerras civiles. Al enfrentar la oposición de los otros tetrarcas, Constantino logró aliarse con fuerzas clave y mejorar su posición militar, a pesar de estar en un entorno lleno de incertidumbre. Tras las victorias estratégicas, sucedió un periodo de paz relativa, lo que le permitió llevar a cabo una serie de reformas que consolidaron su autoridad y establecieron a su figura como uno de los emperadores más influyentes de la historia, además de seguir promoviendo la religión cristiana frente a los antiguos cultos paganos.

Políticas Religiosas y el Edicto de Milán

Constantino I implementó políticas religiosas decisivas que transformaron el Imperio Romano. En el año 313, promulgó el Edicto de Milán, que otorgó a la religión cristiana derechos iguales a los cultos paganos, marcando un hito en la historia del cristianismo y consolidando la tolerancia religiosa en el imperio.

Promoción del Cristianismo

Como emperador, Constantino promovió activamente el cristianismo, reconocida como religión oficial, asegurando así su predominancia en el imperio. Asistió a concilios e intervino en conflictos eclesiásticos, lo que reflejó su compromiso con los intereses de la Iglesia cristiana.

Interacción con el Paganismo

A pesar de favorecer el cristianismo, Constantino no eliminó el paganismo. Mantuvo prácticas y creencias paganas, demostrando un enfoque pragmático hacia la religión que le permitió gobernar un imperio diverso y con una población aún profundamente arraigada en la tradición pagana.

La interacción con el paganismo fue compleja. Constantino continuó utilizando símbolos y festividades paganas, como el culto a Sol Invictus, coetáneamente a su promoción del cristianismo. Este enfoque dual le permitió apaciguar a las poblaciones que aún veneraban deidades paganas, asegurando así la estabilidad durante su reinado. Influenciado por intereses políticos y sociales, su gestión religiosa refleja el delicado equilibrio que intentó mantener entre antiguas tradiciones y nuevas creencias, llevando al Imperio a una nueva era de transformación cultural y religiosa.

La Fundación de Constantinopla

En el año 330, Constantino I estableció una nueva capital para el imperio romano en la antigua colonia griega de Bizancio, a la que renombró Constantinopla. Esta decisión no solo representó un cambio geográfico, sino también un nuevo comienzo para el cristianismo y la administración del imperio, al posicionar estratégicamente el área como un centro político y religioso influencial.

Ubicación Estratégica

La ubicación de Constantinopla fue clave para su éxito. Situada entre Europa y Asia, y en la encrucijada de rutas comerciales, te permitió controlar el comercio y la comunicación en el Mediterráneo y más allá. Esta posición la convirtió en un punto neurálgico tanto militar como económico.

Significado Cultural

Constantinopla no solo fue una nueva capital, sino un epicentro cultural que fusionó influencias griegas, romanas y orientales. Tuvo impacto en la religión, el arte y la arquitectura, marcando el inicio de un período significativo en el que el cristianismo se consolidó como la religión predominante, modificando las estructuras sociales y culturales de la época y dejando un legado perdurable en la historia europea.

Durante su tiempo, Constantinopla se convirtió en un faro de aprendizaje y cultura. La Basílica de San Pedro en Roma y otras estructuras sorprendentemente elaboradas surgieron de su influencia. La ciudad también facilitó el intercambio de ideas y el encuentro de pensamientos, formando así una base importante para el eventual surgimiento de la civilización europea moderna. Este enriquecimiento cultural perduró mucho más allá de los días de suyo, reafirmando la importancia de la ciudad en la historia mundial.

Legado e Impacto Histórico

El legado de Constantino I el Grande trasciende su época, marcando una era de transformación en el Imperio Romano y en la historia del cristianismo. Su decisión de favorecer el cristianismo, junto con la fundación de Constantinopla, sentó las bases para una nueva estructura política y religiosa, configurando el futuro de Europa y su cultura.

Influencia en el Cristianismo

Constantino tuvo un impacto profundo en el cristianismo al convertirlo en la religión oficial del Imperio, lo que facilitó su expansión y consolidación. Con el edicto de Milán, otorgó a los cristianos derechos legales, promoviendo así una era de paz religiosa en un tiempo de intensa persecución.

Papel en la Transición del Imperio Romano

El papel de Constantino en la transición de un Imperio Romano pagano a uno cristiano marcó un hito crucial en la historia. Fue un líder que gestionó con astucia las luchas internas, y su victoria en la batalla del puente Milvio consolidó su poder. La capitalización de Constantinopla simbolizó un cambio no solo geográfico, sino también cultural y religioso, reforzando el cristianismo como fuerza unificadora en un imperio fragmentado.

Perspectivas Críticas sobre Constantino

Cuando se analiza la figura de Constantino I el Grande, se presentan diferentes perspectivas que destacan tanto sus logros como sus crímenes. Su papel como promotor del cristianismo es indiscutible, pero también está marcado por una conducta autoritaria y violenta que plantea dudas sobre su sinceridad religiosa. Las opiniones sobre su legado se dividen entre admiradores y detractores que valoran distintos aspectos de su reinado.

Perspectivas de los Historiadores de la Iglesia Primitiva

Los historiadores de la Iglesia Primitiva suelen considerar a Constantino como un benefactor del cristianismo, destacando su decisión de convocar el Concilio de Nicea y su contribución a la expansión de la fe. Sin embargo, su participación en políticas eclesiásticas a menudo es vista con escepticismo, evidenciando un enfoque más político que espiritual en sus decisiones.

Evaluaciones Modernas

Las evaluaciones modernas sobre Constantino presentan una imagen matizada. Por un lado, se le reconoce por haber puesto fin a la persecución de los cristianos, pero, por otro, se menciona su ambigüedad en la práctica de la religión. Su legado es considerado fundamental para la transformación de la sociedad europea, aunque su conducta autocrática y el uso del cristianismo para consolidar su poder generan críticas.

En la actualidad, muchos historiadores argumentan que Constantino utilizó el cristianismo como un medio para obtener poder político más que como una verdadera conversión espiritual. A pesar de sus esfuerzos por establecer una paz religiosa a través del edicto de Milán, sus decisiones como el asesinato de su hijo Crispo y su eventual inclinación hacia el arianismo generan incertidumbre sobre sus motivaciones. De esta manera, su figura se convierte en un símbolo de la complejidad de la transición del paganismo al cristianismo en el Imperio Romano, dejando un legado que sigue siendo objeto de debate.

Conclusión sobre Constantino I El Grande

Al estudiar la figura de Constantino I el Grande, te das cuenta de su impacto en la historia del Imperio Romano y el cristianismo. Su ascenso al poder, la promulgación del Edicto de Milán y la fundación de Constantinopla marcan un hito en la transición de la antigüedad a la Edad Media. Aunque su legado es contradictorio, enfrentando tanto alabanzas como críticas, su papel en el establecimiento del cristianismo como religión dominante es indudable; así que reflexiona sobre cómo sus decisiones han influido en la cultura y la religión hasta nuestros días.

Preguntas y respuestas

Q: ¿Quién fue Constantino I El Grande?

A: Constantino I El Grande fue un emperador romano que gobernó desde el año 312 hasta el 337 d.C. Nació el 27 de febrero del 272 en lo que hoy es Serbia y fue conocido por su papel fundamental en la legitimación del cristianismo dentro del Imperio Romano y por la fundación de la ciudad de Constantinopla, que se convirtió en la nueva capital del imperio.

Q: ¿Cuáles fueron las principales contribuciones de Constantino I al cristianismo?

A: Constantino I es conocido por haber promulgado el Edicto de Milán en el año 313, que otorgó a los cristianos la libertad de culto. Además, convocó el Primer Concilio de Nicea en 325, donde se abordaron cuestiones sobre la doctrina cristiana, y estableció el cristianismo como la religión predominante del imperio, dando fin a un largo periodo de persecuciones.

Q: ¿Cómo llegó Constantino al poder?

A: Constantino fue proclamado emperador en el año 306 tras la muerte de su padre, Constancio Cloro. Su ascenso al poder estuvo marcado por una guerra civil que involucró a varios tetrarcas romanos. Finalmente, tras derrotar a su rival Majencio en la batalla del puente Milvio en 312, se estableció como una de las figuras más poderosas del imperio.

Q: ¿Qué importancia tuvo la fundación de Constantinopla?

A: La fundación de Constantinopla (actual Estambul) en el año 330 como nueva capital del imperio marcó un punto de inflexión en la historia romana. La ciudad se convirtió en un importante centro cultural y religioso, fusionando aspectos de las tradiciones griega y romana, y se estableció como un bastión del cristianismo oriental.

Q: ¿Qué eventos clave ocurrieron durante el reinado de Constantino I?

A: Durante su reinado, Constantino I logró varias victorias militares, estableció el Edicto de Milán, y convocó el Primer Concilio de Nicea. Además, implementó importantes reformas administrativas y económicas y promovió el cristianismo como una herramienta para unificar el imperio. También inició la construcción de numerosas iglesias y estructuras religiosas.

Q: ¿Cómo se llevó a cabo la relación de Constantino con la religión pagana?

A: A pesar de promover el cristianismo, Constantino mantuvo una cierta tolerancia hacia las religiones paganas. Raúl su gobierno, continuó emitiendo monedas que llevaban imágenes de dioses paganos y promovió festividades en honor al Sol Invictus. Su relación con el paganismo fue ambigua, ya que buscaba usar el cristianismo para consolidar su poder, pero sin renunciar del todo a las tradiciones antiguas.

Q: ¿Qué legado dejó Constantino I para la historia?

A: El legado de Constantino I es vasto e incluye la cristianización del Imperio Romano, la fundación de Constantinopla, y su papel en el establecimiento de la Iglesia Cristiana como una institución influyente en la política y la cultura europea. Su reinado marcó el inicio de un nuevo orden en el occidente europeo, donde el cristianismo pasó a ser una fuerza dominante que afectó la historia y la cultura en los siglos venideros.

Text Original del post

Constantino I el grande (en latín, Flavius Valerius Aurelius Constantinus Augustus):

«De entre todos los emperadores romanos, él solo honró a Dios, el Altísimo, con extraordinaria devoción, él solo anunció con valentía la doctrina de Cristo, él solo exaltó a su Iglesia como nadie desde que existe memoria humana; él solo puso fin a los errores del politeísmo y abolió toda clase de culto a los ídolos.» EUSEBIO DE CESÁREA, OBISPO

«Ese monstruo Constantino. […] Ese verdugo hipócrita y frío, que degolló a su hijo, estranguló a su mujer, asesinó a su padre y a su hermano políticos, y mantuvo en su corte una caterva de sacerdotes sanguinarios y cerriles, de los que uno solo se habría bastado para poner a media humanidad en contra de la otra media y obligarlas a matarse mutuamente.» PERCY BYSSHE SHELLEY

(Nis[1], actual Serbia, 27 de febrero 272-Nicomedia, hoy Izmit, actual Turquía, 22 de mayo 337) Emperador romano (312-337). Hijo de Constancio I Cloro, augusto de Occidente (305-306), y de Helena[2], Flavio Valerio Constantino fue educado en la corte del emperador Diocleciano, en Nicomedia.

En el verano del año 306, durante una campaña contra la tribu escocesa de los pictios, Constancio Cloro murió en Britania e inmediatamente el ejército aclamó a su hijo como augusto de Occidente. En un principio, Galerio, augusto de Oriente, reconoció a Constantino la dignidad de césar, pero al fin tuvo que aceptarlo como augusto.

Al año siguiente, sin embargo, la tetrarquía, el sistema de gobierno del Imperio Romano ideado por Diocleciano, entró en crisis a causa de las rivalidades entre los diferentes tetrarcas, hasta que en el 308 estalló una cruenta guerra civil que enfrentó entre sí a los cuatro augustos legales (Galerio, Constantino, Licio y Maximino Daya) y un césar ilegítimo (Majencio). [3]

Muerto Galerio (311), Majencio y Maximino Daya se aliaron para luchar contra Constantino y Licio, quienes también se vieron obligados a unir sus fuerzas. De hecho, hasta entonces Constantino no había tomado parte en la guerra civil, ocupado en su sede de Arevi en la organización del ejército y en rechazar los ataques de francos y alamanes contra la Galia.

Sus tropas, cuyas filas formaban numerosos bárbaros, se encontraban, en consecuencia, en condiciones relativamente buenas. Por este motivo, cuando irrumpió en Italia, se impuso con facilidad al ejército de Majencio en el valle del Po y pudo marchar rápidamente sobre Roma. Cerca de esta ciudad, el 28 de octubre del 312, derrotó en la decisiva batalla del puente Milvio[4] al propio Majencio, quien se ahogó en el Tíber en su intento de huir.

En el 313, Constantino y Licinio promulgaron el edicto de Milán, por el que reconocían a la religión cristiana iguales derechos que a los cultos paganos[5]. Ese mismo año, la victoria de Licinio sobre Maximino Daya en Asia Menor permitió a los dos augustos vencedores repartirse el imperio: Tracia, Egipto y las provincias asiáticas quedaron bajo la jurisdicción de Licinio, mientras que el resto del territorio fue para Constantino (314).

Tras casi un decenio de paz, en el 323, una nueva guerra hizo de Constantino el emperador único, tras derrotar en Nicomedia a Licinio, quien murió al poco tiempo (324)[6].

Instalado en Oriente y dedicado a la protección de la frontera del Danubio, Constantino nombró césares a sus cuatro hijos y les encargó el gobierno de diferentes regiones: la defensa del Rin fue confiada a Crispo, su primogénito, a quien acabaría por hacer ejecutar[7]; Hispania, Galia y Britania, a Constantino; Italia, Iliria y África, a Constante; y Egipto y las provincias asiáticas, a Constancio.

Esta descentralización del poder se hizo más efectiva por la existencia de cuatro prefectos del pretorio colocados al frente de las prefecturas de Oriente, Iliria, Italia y Galia.

Aunque Constantino mantuvo siempre el principio formal de tolerancia religiosa[8], durante toda su vida promovió la expansión del cristianismo, que convirtió de hecho en religión oficial[9].

El emperador participó personalmente en asuntos eclesiásticos, y así, intervino en el cisma donatista (314) y convocó el primer concilio de Nicea (325), que condenó la herejía arriana.

Con todo, posteriormente se inclinó por el arrianismo, y poco antes de su muerte, fue bautizado por el obispo arriano de Nicomedia. En el 330, trasladó la capital del imperio a orillas del Bósforo, a la antigua colonia griega de Bizancio, ciudad que fue reconstruida y cambió su nombre por el de Constantinopla. Tras haber derrotado a los godos (332), el emperador falleció cerca de Nicomedia, en el año 337, mientras preparaba una campaña contra los persas.

[1] Nissus, Nich. Como fuente complementaria hemos usado Deschner Karlheinz. Historia criminal del cristianismo (Kriminalgeschichte des Christentums). La época patrística y la consolidación del primado de Roma. Colección Enigmas del Cristianismo Ediciones Martínez Roca, S. A, Barcelona 1991.

[2] Santa según la Iglesia. …« supuesta princesa británica, había sido pagana y tabernera (stabularid) en los Balcanes. Con esta santa vivió en concubinato Constancio Cloro antes de su primer matrimonio (con la emperatriz Teodora), y luego en una situación de bigamia.

La aristocracia grecorromana llamaba a Constantino «el hijo de la concubina»; Ambrosio, doctor de la Iglesia, incluso dejó escrito que Jesucristo la había elevado «del fango al trono». (Pero en 326, cuando ella emprendió una «peregrinación» a «Tierra Santa» y el obispo Eustatio de Antioquía se atrevió a decirle algo semejante cara a cara, Constantino lo envió al exilio, de donde no regresó jamás.)

Las familias gentiles más notables despreciaban a Elena por sus orígenes, y la futura santa, «intrigante, autoritaria y totalmente desprovista de escrúpulos», hizo cuanto pudo por alejar a Teodora de Constancio con la colaboración de los cristianos y la desterró a unas dependencias del palacio con su familia; todo ello para asegurar la sucesión a su propio hijo»

[3] « Una vez se vio dueño de la Britania y la Galia, en el año 310 emprendió el saqueo de España, es de suponer que para privar a Roma del aprovisionamiento de los cereales ibéricos, e indisponer contra Majencio a la población hambrienta.

[4] La historiografía cristiana trató de hacer ver a Majencio como la encarnación del mal y a Constantino como su salvador.

[5] A Licino casó con su hermana Constancia para refrendar el acuerdo.

[6] Este conflicto se manejó como si fuera una guerra de religión, cuando lo que estaba de por medio era la ambición de ser cada quien el único Monarca de los territorios.

[7] Muy probablemente muerto por envenenamiento. Lactancio (en Galia) había sido uno de sus mentores (de Crispo).

[8] ¿? En 315, Constantino hizo de la conversión al judaísmo un crimen capital; tanto el judío proselitista como el cristiano converso eran reos de muerte.

[9] Así Constantino hubiera venerado al Apolo gálico, al mismo Hércules. Se sabe así mismo que «durante mucho tiempo siguió acuñando monedas con figuras de dioses paganos como Sol Invictus, Júpiter Capitolino y Marte, siendo el primero de éstos el que durante más tiempo tuvo culto oficial, tanto así que la festividad del domingo, introducida en 321, era en realidad el llamado dies Solis; con ella Constantino, notorio antisemita, evidentemente quiso reemplazar la fiesta judaica del sábado por el día del Señor cristiano.

Poco antes de su muerte, Constantino hizo representar su persona en una estatua de pórfido bajo la figura de Helios, e incluso la víspera de su fallecimiento restableció una ley antigua por la que «los sacerdotes paganos quedaban exentos a perpetuidad de los tributos inferiores». De sí mismo afirmaba que jamás había cambiado de divinidad a la hora de recogerse a rezar».

…«En tiempos de Constantino empieza la metonimia (tanto en latín como en griego) de la palabra «iglesia» para significar tanto la comunidad de los creyentes como el edificio, antes llamado también templum, aedes y otros nombres.»…De ese tiempo data la Basílica de San Pedro en Roma….

« Sin embargo, es evidente que Constantino, homo politicus al fin y al cabo, tendría sus motivos para dispensar tantos honores, favores y riquezas. Al contrario que el pueblo ingenuo, los que mandan nunca dan nada «por el amor de Dios». No existiendo en aquella época librepensadores —según la opinión autorizada—, poco nos importa saber si el emperador, que durante algún tiempo y antes de manifestarse como cristiano fomentó con más asiduidad que ninguno de sus predecesores el culto al sol, fue en realidad un creyente sincero y hasta qué punto. Cuando era soberano en las Galias, donde los cristianos eran relativamente poco numerosos, apenas hizo ningún caso de ellos.

Sólo cambió cuando pasó a reinar sobre Italia y el norte de África, donde aquéllos abundaban más, y no digamos después de conquistar las provincias orientales, casi totalmente cristianizadas. El hecho decisivo es que Constantino, hombre del «cambio», «revolucionario», pasó y pasa por haber sido cristiano y más aún, ejemplo magnífico de príncipe cristiano ideal. En este sentido, nos importan sobre todo las consecuencias de su política, «conducida en nombre del cristianismo y con plena colaboración por parte de éste», consecuencias que a través de merovingios, carolingios, Otones y el sacro Imperio romano germánico han empapado toda la cultura europea y se han prolongado hasta nuestros días.»

Angel Eulises Ortiz