Henri de Saint Simon; historia, biografia, quien fue, que hizo, aportaciones

Henri de Saint Simon; historia, biografia, quien fue, que hizo, aportaciones.  Claude Henri de Rouvroy, el conde de Saint-Simon, (17 de octubre 1760-19 de mayo 1825).
Filósofo, historiador y político francés, uno de los fundadores de la sociología moderna, creador del movimiento del saint-simonismo, cuyo pensamiento influyó en el positivismo de Comte y en el socialismo francés[1].

Como sus apellidos sugieren era aristócrata; su familia afirmaba descender de Carlo Magno. Nació en París en el año de 1760.

Fue educado de manera que en él se mantuviera viva la conciencia de la nobleza de su linaje y de la importancia que tenía el conservar el ilustre de su apellido; siendo joven, su lacayo lo despertaba todos los días con estas palabras. “Levantaos, señor conde, porque hoy tenéis que hacer grandes cosas”.
De alguna forma este estilo de crianza le incrementó su egolatría, testarudez y egoísmo.
Su obra se enmarca en el tránsito entre la Ilustración y el positivismo, y aparece como uno de los fundadores del socialismo utópico. Fue educado en las ideas ilustradas y probablemente tuvo a d´Alembert como preceptor.
No obstante pronto abrazaría las ideas de la democracia y ya para el año de 1778 Saint Simon marcha a Norteamérica, distinguiéndose en la guerra revolucionaria. Combatió en cinco campañas, ganó la Orden de Cincinnatus y se volvió adicto a las nuevas ideas de libertad e igualdad.

El final de la guerra de independencia norteamericana lo dejó en Luisiana, desde donde marchó a Mexico, y allí apremió al virrey para que construyese un canal que se habría anticipado así al de Panamá. Pero no fue posible. Entonces el joven aristócrata revolucionario Saint Simon regresa a Francia. Llegó a su patria exactamente al estallar Revolución Francesa, y tomó parte en ella con gran ardor. Los ciudadanos de su pueblo natal Falvy, en Peronne, le ofrecieron la alcaldía, pero Saint-Simon la rechazó, diciendo que constituía un mal precedente el elegir a un miembro de la antigua nobleza; mas como a pesar de ello lo enviaron de representante a la Asamblea Nacional, propuso en ésta la abolición de los títulos nobiliarios y renunció al suyo para no ser sino un simple ciudadano… La revolución se portó con Saint-Simon de manera extraña. Por un lado le permitió especular hábilmente con las tierras de la iglesia y crearse así una modesta fortuna; por otro lado le permitió desarrollar un proyecto educativo de grandes proporciones que lo puso en entredicho, tanto, que fue puesto en prisión preventiva.

Sintiéndose elegido para grandes designios, al salir de la cárcel, invirtió todos sus recursos y esfuerzos a aprender, todo lo que fuera posible…En un momento llegó al convencimiento de que carecía de conocimientos de primera mano acerca de la vida familiar, y que éstos le eran necesarios para completar sus estudios sociales…, y entonces se casó, pero mediante un contrato de matrimonio de solo tres años. La curiosidad solo le duró un año, puesto que su mujer hablaba en demasía y sus invitados bebían demasiado. Saint- Simon llegó a la conclusión de que el matrimonio tenía sus inconvenientes como institución educativa. Intentó entonces relacionarse con una mujer brillante como Madame de Staël, pero fue una relación imposible. Viéndose reducido a la estrechez económica rayana en una pobreza auténtica, hubo de buscar trabajo como escribiente, y salió adelante gracias al cariño de un antiguo servidor suyo que le proporcionó casa y pensión. En esta etapa escribía profusamente sobre la sociedad. Envió sus obras a uno de los más destacados mecenas de su tiempo, con una nota desgarradora: “Señor: Sed el salvador mío, porque me muero de hambre…Quince días llevo ya a pan y agua…, después de vender todas mis ropas a fin de imprimir mi obra con su importe. Si he llegado a situación tan calamitosa, ha sido debido a mi ardiente pasión por el saber y a favor del público bienestar, a mi anhelo de descubrir medios pacíficos para salir de esta crisis espantosa por que atraviesa toda la sociedad europea…”

Nadie le ayudó. En 1823, aunque ya su familia le pasaba para entonces una pequeña pensión, intentó suicidarse pero la intentona desesperada tan solo le hizo perder un ojo. Vivió dos años más, enfermo, pobre, retirado, pero altivo.Fue sepultado Henri de Saint Simon en el cementerio Le Père Lachaise de Paris, Francia.

La mayoría de sus primeras obras datan de la época del Imperio Napoleónico, siendo la primera de ellas las Cartas de un habitante de Ginebra a sus contemporáneos (1802), obra en la que ya señala las bases de su orientación posterior, a saber, que el progreso de la ciencia entraña un cambio radical de la vida humana, una importante mutación social que surge a partir de la industria y es fruto de la revolución científica.
La reflexión de Saint-Simon se basa simultáneamente en los efectos de la Revolución Francesa y en los de la Revolución Industrial .
La revolución meramente política no es suficiente para llevar a un nuevo orden más justo sino que es precisa una revolución económica, ya que con la aparición de la gran industria las bases de la sociedad han cambiado sustancialmente. (A veces se ha señalado que esta tesis de la importancia capital de la estructura económica es precursora de las ideas del materialismo histórico de Marx.)

En su Introducción a los trabajos científicos del siglo XIX (1808), Saint-Simon aboga por una rehabilitación del papel del trabajo social que ha de conducir a un orden nuevo y a una organización científica de la sociedad, basado en la ciencia, la industria y una nueva religión. Apela a los artistas e intelectuales para que pongan sus obras a actuar como propagadores y propagandistas de este nuevo orden social, y apela a los grandes industriales y científicos como los dirigentes de este nuevo orden social positivo. Dicha tesis la elaboró conjuntamente con A. Thierry en su obra Sobre la reorganización de la sociedad europea (1814). Posteriormente publicó las revistas «La Industria» y «El organizador». Durante un cierto tiempo (1817-1824) se le asoció como colaborador A. Comte, sobre quien ejerció una gran influencia, y con quien publicó Del sistema industrial (1820-22) y El catecismo de los industriales (1823-24), aunque posteriormente se distanciarían. Ante los cambios introducidos por el desarrollo de la ciencia y la industria, propugna la necesidad de una reorganización social que acabe con los vestigios del ancien régime[2].

Considera que la historia de la humanidad está regida por dos fuerzas: la del hábito y la del cambio, que originan períodos críticos, en los que se producen transformaciones y se efectúa la liquidación de las estructuras anquilosadas en el pasado, y períodos orgánicos. La moderna sociedad industrial que sucede a las sociedades teológicas y militares necesita cambiar sus estructuras y dar lugar a un nuevo orden social y económico capaz de realizar el conjunto de las virtudes humanas y permitir el pleno desarrollo de todas las capacidades productivas de la humanidad gracias al gobierno de las élites intelectuales. Esta nueva estructuración social no persigue un igualitarismo, que es declarado por Saint-Simon como plenamente imposible e indeseable, sino que se debe basar en una estructura en la cual los dirigentes han de ser los directores de fábricas, los científicos, ingenieros y artistas que han de gobernar a la mayoría de productores. Pero esta estructura, originada por la necesidad del desarrollo de la producción, no ha de ser una nueva forma de gobierno de las personas, sino una nueva forma de gobierno sobre las cosas. Puesto que considera imposible la nivelación de clases, considera también que la moral y los sistemas de ideas han de ser distintos en cada nivel social. Así, los ingenieros e industriales saben que todo está regido por el principio de gravitación, mientras que las clases populares necesitan creer en Dios, que es una versión antropomorfizada y popularizada de aquél mismo principio gravitatorio.

Elaboró también un «nuevo cristianismo» (Nuevo cristianismo 1825, obra que dejó inacabada) para sustituir a la vieja religión, inadecuada para los tiempos modernos. En el nuevo cristianismo, el imperativo fundamental es la justicia social, su virtud principal la fraternidad, y la Iglesia se sustituye por el Taller. Saint-Simon gozó de cierta popularidad y, además de influir decisivamente sobre Comte y el inicio del positivismo, tuvo muchos discípulos, entre los que destacaron Barthélemy Prosper Enfantin y Saint-Amand Bazard, que desarrollaron las ideas de Saint-Simon dando lugar al movimiento revolucionario conocido como saint-simonismo, que influyó sobre el desarrollo de las ideas del socialismo francés.Sus obras están editadas en Oeuvres, 6 vols, Anthropos, París, 1966. Además pueden consultarse: La psysiologie sociale, oeuvres choisies, PUF, París 1965, y Saint-Simon, recueil de textes, PUF, París 1969

[1] Fue uno de los pensadores políticos franceses que, incitados por el progreso de la industria y de la ciencia, se esforzaron no solamente en comprender el desarrollo de la sociedad y de la historia, sino también, y muy especialmente, en elaborar programas para una reorganización social.
Los saint-simonianos más fieles como Barthélémy Prosper Enfantin (1796-1864: La Science de l’Homme, 1858) y Saint-Amand Bazard (1791- 1832) propugnaron un movimiento revolucionario anunciado en su Doctrine de Saint-Simon: Exposition, première année (1829), aunque más tarde (1832) se separaron, produciéndose una desintegración del movimiento saint-simoniano. Éste, sin embargo, siguió influyendo (en parte como doctrina económico-social, en parte como doctrina filosófico-religiosa) sobre ulteriores desarrollos del socialismo europeo, especialmente francés.
[2] Saint-Simon considera que hay dos tipos de épocas en la historia: las épocas críticas (que son necesarias para eliminar las “fosilizaciones” sociales) y las épocas orgánicas. El hombre no es una entidad pasiva dentro del acontecer histórico, sino que trata siempre de descubrir (y lo logra con frecuencia) modos de alterar el medio social dentro del cual vive.
Estas alteraciones se imponen como indispensables para el desarrollo de la sociedad cuando ésta funciona según normas que no le corresponden.
No puede decirse, pues, en absoluto que hay normas sociales convenientes para toda agrupación humana; lo que puede ser adecuado para una época puede no serlo (y suele no serlo) para otra.

Ediciones 2012-15-17-19