Cuando murio Papá

Cuando murió Papá yo recién despertaba a la vida, con rabia, descontento y un container de ilusiones. Recuerdo que una tarde llegue y le encontré con los pies hinchados, el ánimo caído y me miró con cara de tragedia. Tendría él 71 años, yo, solo 16. Lo llevarían apresuradamente al centro de salud local para ponerle oxígeno y tenerlo en observación. Fue contundente.

En la madrugada del siguiente día un paro cardiaco se lo llevó. Me encontraba en el colegio cuando un amigo, sobre las 8 de la mañana fue a decirme que me necesitaban en la casa, que estuviera tranquilo que ya el rector me había dado permiso, que buscara a mi hermana que se encontraba en actos culturales de su curso. De inmediato lo supe, supe que mi padre se había marchado. Llegamos a la casa, donde los hermanos mayores, con ojos idos y un ambiente gris, lloraban. Una hora o dos horas después llevaron el cuerpo hasta la casa. En ese tiempo y en ese entorno, la gente podía velar a sus  muertos en las residencias si así lo deseaban. «Arreglar» a sus muertos era tan solo inyectarles formol para que no se descompusieran tan rápido. Como ninguno se animó a hacerlo, yo lo hice, con miedo a que de pronto mi papá, aún tibio, se parara de la cama y me dijera «que está haciendo». No sucedió así, papá nunca se levantaría.

Cuando murió papá sentí que se me resquebrajaba el mundo y que ya no tenía sentido mi existencia, peleé con Dios por arrebatármelo, con mi novia por no entender mi agonía, con mi entorno por ser cómplice del hecho al pedirme resignación. Allí, en el sepelio, conocí a mi hermano mayor que me dijo, nos vamos para Cali Colombia; pedí autorización para ir a un municipio cercano donde vivían mi mamá y mis abuelos a despedirme, regresé al siguiente día y marché con mi recién conocido hermano.

Cuando murió papá no comprendía el amor de un padre, su desgastante labro diaria intentando hacer de nosotros personas de bien. Hoy soy padre y aunque no lo puedo conceptualizar muy bien, entiendo a mi papito y me río por lo bajo de las actuaciones de mi hijo, que de alguna manera me recuerdan las mías.

Ver también: Se murió mi viejo, poema para mi padre; relato

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