Napoleon subteniente-historia-biografia

Vimos anteriormente un opúsculo titulado “nacimiento de Napoleón”; ahora veremos la faceta de Napoleón subteniente o segundo teniente, como se prefiera.
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Criado entre la estrechez, el joven oficial Napoleón no desea contraer deudas; habiendo muerto su padre sabe que debe aportar para su hogar materno[1] y esto lo obliga a ahorrar. De él decían sus superiores que era: “reservado y trabajador, prefiere el estudio a toda especie de recreo; gusta de la lectura de los buenos autores; singularmente aplicado a las ciencias abstractas… silencioso y amante de la soledad; caprichoso, altivo y extremadamente propenso al egoísmo; de pocas palabras, enérgico en sus respuestas, pronto y mordaz en la réplica, con mucho amor propio; ambicioso y aspirando a todo.”. Ese habrá de ser el perfil de nuestro iniciado del selecto club de los ganadores.
Es destinado a un regimiento en Valence, debiendo hacer, por escasez de medios, el trayecto a pie casi todo el camino. Establece su morada junto a un billar, pero esto no lo distrae de su pasión por los libros que hablaran del Estado o de la cuestión social. Sus apuntes sobre estas lecturas se dice que ocuparían impresas más de 400 páginas[2]. Pero es también durante esta época que esboza por sí mismos sus propios escritos. Escribe sobre el emplazamiento de la artillería, el suicidio, sobre el poder de los reyes, sobre la desigualdad de los hombres, y sobre Córcega especialmente.
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Pide una licencia y vuelve temporalmente a su terruño, “para abandonarme a mis ensueños y a mi melancolía… ¡qué espectáculo el que ofrece mi patria!…Mis compatriotas besan las manos que los oprimen…”
Su licencia duró todo un año. Esta vez no lo destinaron a Valence, lo enviaron a Auxonne. Tiene 19 años Napoleón y su superior inmediato le comisiona trabajos especializados para envidia de los capitanes, mientras sigue rumiando su amargura contra el rey y el régimen vigente, en privado.
En junio de 1789 le escribe ilusionado a Paoli, el líder de la insurrección corsa que peleó junto a su padre para manifestarle sus ansias de grandeza y sus ideas independentistas para Córcega. Este, discretamente le increpa que los jóvenes no deberían intentar escribir la historia. Cuatro semanas después ocurre la toma de la Bastilla (Ver la Revolución francesa) por parte de jóvenes ideólogos y agitadores que incitan al pueblo. Napoleón participa de la represión oficial y dispara a la turba.
Pero a Napoleón solo le preocupan los decretos de la Asamblea Constituyente, aboliendo los privilegios de la nobleza y del clero y concediendo el derecho al voto de más de cuatro millones de varones, esto tal vez le sirviera para sus ideales respecto a Córcega. Tanto fue su entusiasmo que fue nombrado secretario de la sociedad de amigos de la Constitución, grupo de 200 patriotas de Valence. El 14 de julio de 1791 jura fidelidad a la nueva Constitución.
Mientras tanto en octubre de ese 1791 regresa a Ajaccio durante una corta temporada al lado de su madre y sus hermanos. Sus ideales jacobinos enardecen su alma y convoca a sus coterráneos para que formen una Guardia Nacional como lo ha hecho París, pero su movimiento no tiene suficiente apoyo. La provincia es declarada provincia de Francia, con los mismos derechos de las otras y Pauli y Mirabeu, junto con los otros desterrados pueden regresar a su patria. Cambia de rumbo su táctica Napoleón y consigue entonces que su hermano José sea elegido concejal. Cuando Puali torna a su terruño, Napoleón tiende a desengañarse por cuanto el tiempo y la distancia han logrado aplacarle, moderar sus ansias libertarias en el viejo prócer.
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Retorna a Francia llevándose consigo a su hermano Luis de 13 años, debiendo vivir una temporada de estrecheces e incomodidades. La Academia de Lyon ofrece un premio de ensayo: 12.000 francos. El tema es “sobre las verdades y sentimientos que más conviene inculcar a los hombres para su felicidad”. Napoleón se inscribe y escribe sobre lo que el cree correcto: idealiza a Esparta, destacando de ellos su valor y su fuerza. “Los hombres verdaderamente grandes son como los meteoros: brillan y se consumen a fin de alumbrar las tinieblas de su época.” Por supuesto la academia declaró su ensayo “indigno de recomendación”.
Por esos días Luis XVI en una tentativa de fuga es detenido en Varennes y reintegrado a París. El movimiento revolucionario crece por días. Aun de su misma isla llegan noticias revolucionarias. Decide regresar y probar de nuevo sus ideas en su patria.
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Mientras tanto, su tío el archidiácono (arcediano) Luciano, muere y hereda a la familia una buena cantidad de dinero que aliviana las penurias. Otro tío suyo, hermano de su madre Letizia, el clérigo Fesch ha logrado entrar al club jacobino. Napoleón se postula para comandante de la guardia Nacional en Córcega. No escatima ningún esfuerzo, desde obligar a los comisarios que llegan a posar en su casa, hasta apalear a los partidarios de su contrincante. Logra ser nombrado comandante segundo, con el rango de teniente coronel, a sus escasos 22 años. Pero recordemos que él estaba de licencia y ya la había prorrogado. No obstante pide sus pagas atrasadas pero tan solo obtiene que su nombre sea borrado del escalafón. Tan solo tiene su cargo popular, ese que cualquier político podría anular. Decide apoderarse del comandante de los regulares y expulsarlo de la isla, libertando así al país. El día sábado de pascua de 1792 intenta tomarse la fortaleza, dirigida por el Coronel Maillard. Es acusado a París de rebelión armada. Se le incoa expediente de alta traición. Paoli proclama su fidelidad a Francia y destituye al joven corso. Napoleón marcha a París en mayo de 1792 a hacer frente a las acusaciones. Desempleado, desertor y sin dinero su enlista entre los partidarios de Robespierre. Cuando la población asalta las Tullerías, Bonaparte está dentro de los espectadores. Cuando el 16 de agosto es clausurado el colegio donde estudiaba su hermana María Anna (de 15 años por esa entonces), Bonaparte se apresura a sacarla de allí. Permanecen unas semanas en París.
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El nuevo gobierno reintegra a Napoleón con el grado de capitán, pero este decide regresar a Ajaccio, donde retomará su cargo de teniente coronel del segundo batallón de la Guardia Nacional corsa.[3]
[1] Muere su benefactor, el gobernador de Córcega; la casa había perdido sus principales ingresos; los morales del jardín ya no eran un ingreso considerable; José no tenía empleo remunerado…
[2] Se colige que algo estaba podrido en Francia. Había corrupción en los altos cargos, pobreza en el pueblo, injusticia en la magistratura.
[3] Bibliografia consultada:
Ludwing Emil. Napoleón. Editorial Juventud, S.A., Barcelona, 1929.
Cardona Castro Francisco Luis (director de la obra). Napoleón. Colección grandes biografías. Edimat Libros. ISBN: 84-8403-871-8

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