Poemas de Alvaro Mutis

Esta es mi pequeña antología personal de poemas de Alvaro Mutis, este escritor colombiano tan interesante:

EL HOMBRE

De su torpeza, de sus gestos vanos y gastados, de sus deseos equívocos y tenaces, de su «a ninguna parte», de su clausurado anhelo de comunicarse, de sus continuos y risibles viajes, de su levantar los hombros como un simio hambriento, de su risa convencional y temerosa, de su paupérrima letanía de pasiones, de sus saltos preparados y sin riesgo, de sus entrañas tibias y estériles, de toda esta pequeña armonía de entre-casa, debe hacer el canto su motivo principal.
No temáis el esfuerzo. A través de los siglos hay quienes lo han logrado hermosamente. No importa perderse en el camino y sentarse a mirar pasar la tropa con un espeso alcohol en la mirada. No importa.

LA MUERTE

No inventemos sus aguas. Ni intentemos adivinar torpemente sus cauces deliciosos, sus escondidos remansos. De nada vale hacerse familiar con ella. Volvámosla a su antigua y verdadera presencia. Venerémosla con las oraciones de antaño y volverán a conocerse sus rutas complicadas, tornará a encantarnos su espesa maraña de ciudades ciegas en donde el silencio desarrolla su líquida especia. Las grandes aves harán de nuevo presencia sobre nuestras cabezas y sus sombras fugaces apagarán suavemente nuestros ojos. Desnudo el rostro, ceñida la piel a los huesos elementales que sostuvieron las facciones, la confianza en la muerte volverá para alegrar nuestros días.

EL ODIO

De todas las vendas con las cuales hemos tratado de curar sus heridas hagamos un sucio montón a nuestro lado. Que vibren los labios desnudos de la llaga al sol purificador del mediodía. Que los vientos desgarren la piel y se lleven pedazos de nuestro ser en su desordenado viaje por las extensiones. Sembremos la alta flor palpitante del odio. Arrojemos a los cuatro vientos su semilla. Con la cosecha en los brazos entraremos por las primeras puertas de blancos soportales.
No más falsificación del odio: el odio a la injusticia, el odio a los hombres, el odio a las formas, el odio a la libertad, no nos han dejado ver la gran máscara purificadora del odio verdadero, del odio que sella los dientes y deja los ojos fijos en la nada, a donde iremos a perdernos algún día. Él dará las mejores voces para el canto, las palabras que servirán para sostener en lo alto su arquitectura permanente.

LAS BESTIAS

¡Cread las bestias! Inventad su historia. Afilad sus grandes garras. Acerad sus picos curvados y tenaces. Dadles itinerario calculado y seguro.
¡Ay de quienes no guardan un bestiario para enriquecer determinados momentos y para que nos sirvan de compañía en el futuro!
Extendamos el dominio de las bestias. Que comiencen a entrar en las ciudades, que hagan su refugio en los edificios bombardeados, en las alcantarillas reventadas, en las torres inútiles que conmemoran fechas olvidadas. Entremos al reino de las bestias. De su prestigio depende nuestra vida. Ellas abrirán nuestras mejores heridas.

LOS VIAJES

Es menester lanzarnos al descubrimiento de nuevas ciudades. Generosas razas nos esperan. Los pigmeos meticulosos. Los grasientos y lampiños indios de la selva, asexuados y blandos como las serpientes de los pantanos. Los habitantes de las más altas mesetas del mundo, asombrados ante el temblor de la nieve. Los débiles habitantes de heladas extensiones. Los conductores de rebaños. Los que viven en mitad del mar desde hace siglos y que nadie conoce porque siempre viajan en dirección contraria a la nuestra. De ellos depende la última gota de esplendor.
Faltan aun por descubrir importantes sitios de la tierra: los grandes tubos por donde respira el océano, las playas en donde mueren los ríos que van a ninguna parte, los bosques en donde nace la madera de que está hecha la garganta de los grillos, el sitio en donde van a morir las mariposas oscuras de grandes alas lanudas con color acre de la hierba seca del pecado.
Buscar e inventar de nuevo. Aún queda tiempo. Bien poco, es cierto, pero es menester aprovecharlo.

SOLEDAD

En la mitad de la selva, en la más oscura noche de los grandes árboles, rodeado del húmedo silencio esparcido por las vastas hojas del banano silvestre, conoció el Gaviero el miedo de sus miserias más secretas, el pavor de un gran vacío que le acechaba tras sus años llenos de historias y de paisajes. Toda la noche permaneció el Gaviero en dolorosa vigilia, esperando, temiendo el derrumbe de su ser, su naufragio en las girantes aguas de la demencia. De estas amargas horas de insomnio le quedó al Gaviero una secreta herida de la que manaba en ocasiones la tenue linfa de un miedo secreto e innombrable. La algarabía de las cacatúas que cruzaban en bandadas la rosada extensión del alba, lo devolvió al mundo de sus semejantes y tornó a poner en sus manos las usuales herramientas del hombre. Ni el amor, ni la desdicha, ni la esperanza, ni la ira volvieron a ser los mismos para él después de su aterradora vigilia en la mojada y nocturna soledad de la selva.

UN BEL MORIR

De pie en una barca detenida en medio del rio
Cuyas aguas pasan en lento remolino
De lodos y raíces,
El misionero bendice la familia del cacique.
Los frutos, las joyas de cristal, los animales de la selva,
Reciben los breves signos de la bienaventuranza.
Cuando descienda la mano
Habré muerto en mi alcoba
Cuyas ventanas vibran al paso del tranvía
Y el lechero acudirá en vano por sus botellas vacías.
Para entonces quedará bien poco de nuestra historia,
Algunos retratos en desorden,
Unas cartas guardadas no sé donde,
Lo dicho aquel día al desnudarte en el campo.
Todo ira desvaneciéndose en el olvido
Y el grito de un mono,
El manar blancuzco de la savia
Por la herida corteza del caucho,
El chapoteo de las aguas contra la quilla en viaje,
Serán asunto más memorable que nuestros largos abrazos.

Bibliografía consultada
MUTIS Álvaro. Summa de Maqroll El Gaviero. Poesía 1948-1970. E. Oveja Negra Ltda. Bogotá Colombia 1982

Ver también: poemas de mujeres; Poemas de familia

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