Isla de Ávalon

La Isla de Ávalon fue el mítico lugar que el imaginario popular le asignó como último refugio al rey Arturo, cuando herido esperaba la curación por parte de Morgana y de sus 8 hermanas.

Isla de las manzanas

Pero también en la isla de Ávalon convergen habladurías celtas y helénicas; no falta quien lo identifique con el jardín de las Hespérides o la isla de las manzanas[1] (aval significa en lenguaje bretón y galés, manzana).

También se ha llamado Ynys Witrin , que significa «isla de cristal», un nombre que hace una clara referencia a las cualidades místicas del lugar.

Fue mencionada por primera vez por Geoffrey (Godofredo) de Monmouth[2] en su Historia de los reyes de Bretaña (Historia regum Britanniae) que vio la luz en 1136. Fue este mismo autor quien trató de asociar la leyenda de las islas de las manzanas y la tradición mitológica celta sobre los Elíseos.[3]

Inglaterra

Glastonbury

Como todos los paraísos mitológicos, este lugar ha sido buscado en todos los rincones de la Tierra. Algunos eruditos dicen que lo encontraron en Glastonbury , una ciudad en el condado inglés de Somerset donde, antes de que las llanuras fueran drenadas, la colina de Glastonbury Tor se elevaba sobre las marismas. Cuenta la leyenda que en el siglo XII, el rey Eduardo II de Inglaterra envió una expedición a este lugar, lo que supuso el descubrimiento del sarcófago del rey Arturo, y que posteriormente fue trasladado a la abadía de Glastonbury.

Otras ciudades

Pero hay muchas otras ciudades en Inglaterra donde se dice que existió el mítico Avalon: Burgh-by-Sands, cerca del Muro de Adriano, y Castlesteads , ambas en el condado inglés de Cumbria, son dos ejemplos.

Algunos dicen que se encontraba en el noroeste de Francia, en una isla llamada Ile Aval. Y finalmente, el poeta Robert Graves , en su libro The Golden Fleece, propone que Avalon está en la isla española de Mallorca.

Algunos expertos creen que existe una conexión entre Avalon y Helheim , el reino de los muertos en la mitología escandinava. Todo el mundo, al final del día, quiere que Avalon sea parte de su tierra.

El fascinante mito sostiene que después de la Batalla de Camlann, en la que, después de chocar con Mordred, el rey Arturo fue herido de muerte, el rey fue llevado a Avalon en un barco por las nueve reinas de las hadas: Morgana, Moronoe, Mazoe, Gliten, Glitonea, Gliton, Tyronoe, Thiten y Thiton -. Allí lo acostaron sobre un lecho dorado donde, según muchas fuentes, Morgana permanece hasta el día de hoy cuidando su cuerpo. También hay versiones que dicen que Arthur no murió y que volverá para guiar a su gente.

Según Monmouth, en Vita Merlini (un libro maravilloso), para llegar a Avalon es necesario emprender un viaje por mar. El historiador sostiene que en esa isla la naturaleza producía granos, manzanas y uvas por sí misma, sin necesidad de sembrar, arar o cultivar. También dijo que quienquiera que viva en Avalon podría vivir más de 100 años

[1] [ ‘Insula pomorum’]
[2] Gruffudd ap Arthur.
[3] Bibliografía consultada.

Ediciones

2011-18-21

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Insultos de Winston Churchill, desprecios famosos

En eso de los insultos finos, de los desprecios elaborados, Winston Churchill era uno de los más destacados. Veamos. Para referirse a Neville Chamberlain prefería los siguientes epítetos: » En las profundidades de esa alma polvorienta no hay sino la más abyecta perdición…contempla los Asuntos Exteriores desde el interior de un cloaca municipal…» No van a negar que valía la pena ser su enemigo, puesto que destacaba uno porque destacaba.

Para referirse al primer ministro Attlee empleaba estos otros calificativos: es » un cordero con piel de cordero». Bastante sutil, creo.

Luego la agarró con Lady Astor, la primera mujer miembro del parlamento inglés, aunque los insultos eran mutuos. Ella decía de Churchill: » Si fuera usted mi marido, endulzaría su café con veneno»…Él ni corto ni perezoso le replicó: «Nancy, si yo fuera su marido, ¡me lo bebería!». Primer round.

En otra oportunidad, Winston le decía: «Nancy, es usted una criatura horrible». Ella le contestó muy tiesa y muy maja: «Y usted está borracho, Winston». -«Bueno, al menos mi estado habrá cambiado por la mañana».

Pero las anécdotas no paran ahí. Resulta que el escritor Bernard shaw envió a Churchill dos entradas para la noche de estreno de Santa Juana, «una para usted, y otra para un amigo, si es que lo tiene». De inmediato Winston le contestó, devolviendo las dos entradas, junto a una nota en la que lamentaba no poder asistir la primera noche: «Pero me gustaría tener entradas para la segunda», continuaba, «si es que la hay…»

Los insultos de Churchill, unas perlitas para recordar y repasar la historia.

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