Joaquín (Joachim) Murat

Joaquín (Joachim) Murat. Mariscal del Imperio, gran duque de Berg y rey de Nápoles.

Nació Murat el 25 de Marzo de 1767 en La Bastide-Fortunière, departamento del Lot Francia, donde su padre era un humilde posadero.
Desde pequeño Murat manifestaba inclinaciones belicosas siendo un muy buen jinete desde los diez años. Luego de terminar la escuela, obtuvo una pensión del colegio de Cahors y más tarde marchó a Toulouse para estudiar la carrera eclesiástica, hasta cuando harto de la rutina sagrada, escapa del seminario para enrolarse como voluntario en el 12º de cazadores de caballaería, un 23 de febrero de 1787.

El 29 de abril de 1792 era brigadier ([1]), sargento, subteniente y teniente en el mismo año, capitán, jefe de escuadrón ([2]) y hasta jefe de brigada en el año siguiente. En octubre de 1795 fue en parte en París en el momento en que Napoleón Bonaparte se le encomendó la misión de reprimir una insurrección monárquica[3]; la contribución de Murat le ganó un lugar como ayudante de campo de Bonaparte para la campaña italiana de 1796 -97.
En Italia y más tarde en Egipto (1798-99) estableció su reputación como un talentoso y audaz líder de la caballería[4], y sirvió a su nuevo jefe, Bonaparte, en el golpe de Estado del 18 Brumario, año VIII (9 de noviembre de 1799), por el que tomó el poder como primer cónsul. Murat fue recompensado con la mano de la hermana menor de Napoleón, Caroline, de solo 17 años. El matrimonio se realizó en París el 29 de diciembre de 1799.

En la campaña italiana de 1800 Murat ayudó a ganar la decisiva batalla de Marengo.
El 11 de septiembre de 1801 Murat es nombrado comandante en jefe del ejército del medio día, con radio de operación en el reino de Nápoles al que obligó a firmar la paz, obteniendo Francia de este armisticio, la isla de Elba.

Implantado el Imperio, Murat pasa a ser Mariscal, el 19 de junio de 1804; el 13 de julio siguiente es nombrado gobernador o jefe militar de París y poco después, gran Almirante (capitán general) del Imperio con el título de príncipe.
En 1805 desempeñó un papel notable en la campaña de Austerlitz, ayudando en la victoria sobre Austria y Rusia; lo mismo en Jena, 1806 y en Eylau, 1807, su aporte fue trascendental.

Recompensado con el título de Gran Duque de Berg y Cleves, Murat empezó a tener sueños de soberanía.
Luego Murat es enviado por Napoleón a la cabeza del ejército de los pirineos, entrando en España en febrero de 1808 y ocupando Madrid el 23 de Marzo siguiente.
Vacante el trono de Nápoles por el advenimiento del rey José Bonaparte a la corona de España, Napoleón se la concede al bravo y leal Murat, siendo proclamado rey el 1º de agosto de 1808 bajo el nombre de Napoléon-Joachim (o Joaquín-Napoleón, en italiano). Allí también se granjeó el afecto de sus súbditos, como lo hiciera en su ducado.

Murat, en 1812 tomó parte en la campaña rusa de Napoleón y una vez más se distinguió por su bravura. Habiendo abandonado el Emperador el mando del ejército en la desastrosa retirada, el 5 de diciembre de 1812, confió el mando de aquel a Murat; pero sorprendentemente el 17 de enero de 1813 entrega este el mando en jefe al príncipe Eugenio, para volver a sus estados, a intentar salvar su reino de Nápoles. Llegando allí arregló una alianza con Austria e Inglaterra.

Vuelto a llamar al frente por Bonaparte estuvo con él hasta la batalla de Leipzig (19 de octubre), que perdió el ejército francés, regresando entonces a su reino, donde el 11 de enero de 1814 firmó con Austria un tratado, por el que se comprometió a facilitar a los aliados un cuerpo de ejército de 60.000 hombres[5].
Murat perdió bien pronto los frutos de su defección, pues arrojado de sus Estados por los mismos con quienes se había aliado, y vendido por aquellos que más confianza le merecían, fue obligado a embarcarse precipitadamente, para no caer en manos de sus enemigos, marchando a refugiarse en Tolón, mientras la reina Carolina Bonaparte y sus cuatro hijos fueron conducidos a Austria como prisioneros.
Después de la batalla de Waterloo y de las insurrecciones realistas de Marsella y Tolón, no creyéndose Murat, seguro, se refugió en Córcega donde organizó una pequeña expedición con la loca esperanza de reconquistar su reino de Nápoles. Partió de Ajaccio el 28 de septiembre de 1815, arribando el 8 de octubre a Pizzo, en Calabria; pero preso en la misma fecha, cinco días después era juzgado por una comisión militar que lo condenó a muerte, otorgándole como gracia única que escribiese a su esposa. El oficial encargado de hacer ejecutar la sentencia quiso vendar los ojos de Murat pero este le espetó: “he desafiado demasiadas veces a la muerte para tenerle miedo”. Murió pues el 13 de octubre de 1815, en Pizzo, Calabria.[6]
[1] Cabo.
[2] Comandante.
[3] Napoleón Bonaparte le confió reunir doscientos hombres de caballería para ir a traer cuarenta cañones que consideraba necesarios para defender la sede del gobierno (Las Tullerías).
[4] Rápidamente al lado del corso ilustre, ascendió a Coronel y a general de brigada por su bravura y osadía, al frente de su caballería.
Muchas heridas recibió Murat, pero esto no le obligó a permanecer por mucho tiempo en la inacción, pues muchas veces se le vio cargar con el brazo en un cabestrillo y dominado por la fiebre, dando con esto ejemplo y prueba patente de su energía moral y fuerza física.
En Egipto acumuló tantos éxitos militares, que culminando el 25 de julio de 1799 en la batalla de Abukir, le valió ser nombrado el mismo día, general de división: «Murat, que vestía un soberbio uniforme, con más alamares dorados que paño azul, reveló un soberbio coraje. Mustafá, el general turco de barba blanca, disparó una pistola directamente a la mandíbula inferior de Murat, entonces Murat arrancó de un sablazo la pistola de la mano del turco, y el arma voló acompañada por dos dedos de la mano; después, continuó dirigiendo a su caballería hacia el centro de los jenízaros, y finalmente los arrojó al mar. Cinco mil turcos murieron ahogados, unos dos mil fueron muertos y otros dos mil fueron hechos prisioneros. Sólo un puñado escapó».
[5] Caroline Murat ya había convencido a su marido de que aceptara la propuesta de Metternich, abandonase a un Napoleón condenado y crease para sí mismo un reino italiano independiente. Si las repúblicas hermanas se hubiesen mantenido firmes, Napoleón habría podido defender una posición fuerte, pero después de Leipzig se derrumbaron de un modo imprevistamente súbito.
Napoleón en Santa Helena expresaba así su parecer: “si con su ejército de 60.000 hombres se hubiese unido al ejército galo-italiano que mandaba el príncipe Eugenio, hubiese obligado al austriaco a permanecer a la defensiva en la Carintia y el Tirol. De esta suerte, el peso que él puso en esta ocasión en la balanza, fue de 120.000 hombres”.
« Murat, su amigo desde hacía veinte años, a quien había convertido en Rey de Nápoles, lo abandonó, firmó un tratado con los aliados, y declaró la guerra a Francia. Napoleón se sintió profundamente herido. «Abrigo la esperanza de vivir lo suficiente —dijo a Fouché—, para tomar mi propia venganza y la de Francia por tan terrible ingratitud.» Pero la traición de Murat también gravitó sobre la batalla de Francia. Napoleón había abrigado la esperanza de que el príncipe Eugéne pudiese cruzar desde Italia para atacar la retaguardia del enemigo. Esa posibilidad ahora estaba fuera de cuestión.»
[6] Bibliografia consultada:Murat, Joachim. (2008). Encyclopædia Britannica. Ultimate Reference Suite. Chicago: Encyclopædia Britannica.
Delacroix Désiré. Los Mariscales de Napoleón. París. Casa editorial Garnier hermanos. S/f, páginas 25-42.
Cronin Vincent. Napoleón Bonaparte, una biografía íntima. Ediciones B, S.A., 2003 para el sello Javier Vergara Editor Bailen, 84 – 08009 Barcelona (España).

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