Angel Gonzalez poemas-poesias-versos

Hagamos una breve biografia de Angel Gonzalez y relacionemos al gunos de sus poemas más recordados: Nació en 1925 en Oviedo[1] donde vivió y se licenció en Derecho.

«Para que no me llame Ángel González, /Para que mi ser pese sobre el suelo,/Fue necesario un ancho espacio/Y un largo tiempo:/Hombres de todo mar y toda tierra,/Fértiles vientres de mujer, y cuerpos/ y más cuerpos, fundiéndose incesantes/en otro cuerpo nuevo.

…De su pasaje lento y doloroso, /de su huída hasta el fin, sobreviviendo/ naufragios, / aferrándose al último suspiro de los muertos, / yo no soy más que el resultado, el fruto, / lo que queda, podrido, entre los restos;/ éste que veis aquí,/ tan solo esto:/ un escombro tenaz, que se resiste/ a su ruina, que lucha contra el viento,/ que avanza por caminos que no llevan a ningún sitio. El éxito/ de todos los fracasos. La enloquecida/fuerza del desaliento…»[2]
Los antepasados paternos de Ángel González eran de clase media, vinculados a la docencia. Fue su madre entonces su sostén permanente:

« Recuerdo/ bien a mi madre. / Tenía miedo del viento, /era pequeña de estatura,/le asustaban los truenos,/ y las guerras/siempre están temiéndolas/ de lejos/ desde antes de la última ruptura/ del tratado suscrito/ por todos los ministros de asuntos exteriores.»[3] Esta influencia tal vez hizo de él un niño tímido y retraído.

Al cumplir los 25 años marcha a Madrid para volverse burócrata[4]: «Aquí Madrid, mil novecientos/cincuenta y cuatro: un hombre solo…. / Aquí Madrid, entre tranvías/ y reflejos, un hombre: un hombres solo.»[5] Ángel González existe en desagrado, con su trabajo y con el paisaje urbano.

Publica su primer libro a los 31 años, Áspero Mundo, en 1956. Allí González inicia su poesía social: «…y sonríen, a veces, cuando hablan. / Y se dicen, incluso, /palabras de amor. Pero/ se aman/ de dos en dos/ para odiar de mil/ en mil. Y guardan/ toneladas de asco/para cada/milímetro de dicha.»[6]

En 1961 publica “sin Esperanza, con convencimiento”: «Tú emprendes viaje hace adelante, hacia/ el tiempo bien llamado porvenir»[7]

«Te llaman porvenir/ porque no vienes nunca./…/ Y mañana será otro día tranquilo,/ un día como hoy, jueves o martes,/ cualquier cosa y no eso/ que esperamos aún, todavía, siempre.»[8]

En 1964 publica “Grado elemental”, con el que gana el premio Antonio Machado.; viene en 1965, el libro “palabra sobre palabra” y en 1967, “tratado de urbanismo”
A partir de 1972 trabaja para la Universidad de Albuquerque, Nuevo México, Estados Unidos.

Es en 1985 cuando obtiene su mayor logro, el premio Príncipe de Asturias de las letras.
Para Ángel González la poesía era una forma de conocimiento, un vehículo de expresión de ideas y sentimientos, era un instrumento para cambiar el mundo[9].[10]

Falleció el maestro el anterior sábado, a los 82 años, dejando una estela en claroscuro para que otros audaces intentemos capturar en la poesía, otros matices y destellos o de pronto, logremos cazar el unicornio esquivo que se asoma entre las sombras.

ESPERAD QUE LLEGUE[11]

Un día como hoy no malgastéis palabras/ conmigo. /Porque la voz humana únicamente/ es eficaz si encuentra el cauce de un oído que quiera interpretarla. / Un hombre dice a otro: -Detente, / y quizá lo detenga. / Pero yo me pregunto: ¿Quién le ordena/ al viento apaciguarse? ¿Quién puede/ decirle al mar que cese en su marea?/ ¿Quién es capaz de detener de un grito/ a una piedra que cae desde lo alto?/ amargo como el mar, /y desatado/ igual que un huracán, e irremediable lo mismo que una piedra en su caída: /así es mi corazón./Luego/dejadme./ Un día como hoy nada es posible,/y si es mi suerte lo que os preocupa/ guardad silencio y esperad/ un nuevo día, con el alma en vilo.

Otros datos de Ángel González en elmundo.es

[1] Su padre muere cuando el niño tiene 18 meses. Allí en Oviedo «ciudad de sucias tejas soleadas», Ángel González sufre la guerra civil española entre los once y los catorce años. Es durante una convalecencia de una tuberculosis cuando comienza a escribir poesía.
[2] Para que yo me llame Ángel González.
[3] Primera evocación.
[4] Al cuerpo técnico de Administración civil.
[5] Aquí, Madrid, mil novecientos.
[6] Todos ustedes parecen felices.
[7] El derrotado.
[8] Porvenir.
[9] Aunque después se desencantaría y afirmara que el mundo no se transforma con poemas.
[10] ALVARADO TENORIO HAROLD. La poesía española contemporánea. Editorial Oveja Negra, Bogotá, sin fecha. Páginas 27-35
[11] Sin esperanza, con convencimiento.

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