Una entrada épica, memorable

Bueno Ángel dijo que podía escribir de “lo que quisiera”.

 Y en un orden, mis pensamientos fueron: “Realmente no sé qué quiero, ni siquiera se me facilita ahora entender lo que NO quiero… ¿estaré apta para escribir alguna reseña? ¿Alguien alguna vez ha sido lo suficientemente apto? ¿Y si escribo algo de mis últimos descubrimientos en canciones de Kevin Morby? ¿O más bien podría exponer todo mi desagrado acerca próximo álbum de Linkin Park? ¿Y qué tal si explico por qué siento que escuchar a los Strokes es como leer el Guardián entre el centeno? También cabe la posibilidad de contar la razón por la que me gusta leer más a hombres que a mujeres. Y claro, ¿por qué no? Enumerar todas las cosas que en algún momento me han hecho pensar”.

No, para la próxima.

Mi primera entrada aquí debería ser algo épico, memorable, algo que pueda quedarse en la mente de las personas, y no esta forma de divagar.

Aunque la acción y efecto de divagar no me molesta del todo. No me molesta ni un poco y apuesto que no hay mejor forma de darse a conocer que con un tema así.

Como toda buena amateur me dirigí al buscador a descubrir en términos intelectuales que es divagar. Y Google dio un excelente aporte: “Pensar desordenadamente” y “sin tener un objetivo para el discurso” figuran entre mis cosas favoritas para hacer, luego de ver Pepa Pig con mi sobrina. Pero ahí esta parte del problema, estoy dispersa en las muchas cosas en las que espero ser buena, estoy dispersa en pensamientos desordenados que varían en cosas profundas y que rayan en la idiotez. Dispersa sin objetivo.

Pero como otro de mis pasatiempos es exagerar, llevemos esta acción de divagar a un nivel más elevado.

Hay un pasaje en la Biblia… donde habla de que sucede tiempo y ocasión para todas las cosas en esta vida, de que al hombre solo le queda gozar de cada uno de sus días en su vida de vanidad, vivir con contentamiento, en fin, lo escriben mucho más poético, pero tengo esa tendencia a arruinar las cosas buenas que alguien ha dicho.

¿Y a dónde quiero llegar con todo esto? Resulta que he llegado a sentir que la vida se puede convertir en una divagación, no solo es tener la mente muy lejos y en muchas cosas, a veces uno no está sino en los tiempos que quiere vivir, a veces no se vive con contentamiento porque no estamos conscientes de nosotros mismos. Al final, divagar, no deja sino esa sensación de no concluir nada y es frustrante, no cansarse de pensar aun cuando ya se siente el agotamiento, y bien dice la canción: “nada daña más a un hombre que su propia mente”.

Y si bien ya perdí el norte de todo esto, lo que era el sentido inicial del texto, lo siento mucho he estado divagando en todo lo que quisiera decir, en pensamientos irresolubles que en cambio son reemplazados por palabras que no terminan ni por un momento de expresar lo que quisiera decir. Pero este es mi post y si quiero seguir con renglones de aburridas quejas de mis incapacidades así será. (No habrán visitas, ni lectores satisfechos, pero le basta a mi orgullo).

Tengo muchas charlas mentales, las cosas que escribo no son más que eso. Una conversación con migo misma, ese acto consciente psíquico que es pensar. Y me pregunto: «¿Por qué me permito tanto divagar? ¿Por qué no noto la dirección de mis pensamientos hasta que han pasado varios minutos?» Y antes de ser malinterpretada, que sucede mucho y al parecer la razón puede ser obvia, pero será para otro artículo, (si Ángel todavía quiere que escriba aquí porque le voy a pedir que sea muy crítico y mordaz, que me diga si esto es basura, porque por supuesto para mí nunca lo será, sé que escribo mal, pero mal con sentimiento eso sí). Entonces venia escribiendo que no quería ser malinterpretada, ni por un momento cambiaría esta habilidad de pensar desordenadamente y no tener un objetivo, por un poco más de cruda realidad. Ser yo es genial no lo voy a negar, pero hay una lucha interna, hay un deseo de madurar quizá, hay una necesidad de “estar allí”, todo eso de vivir con contentamiento, gozar cada uno de los días que se me permiten debajo del cielo, siento que estoy lejos de esa facultad. Tal vez estoy confundiendo el termino y resulta que todo esto si es realmente basura, porque divagar no tiene nada que ver con angustias existenciales adolescentes o inseguridades. Sin embargo no es cuestión de términos, no es cuestión de tecnicismos, no es cuestión de basura intelectual… Mi autoestima agradecerá el día en que sepa con seguridad cuál es la cuestión de todo esto.

Tal vez no hay una sola respuesta para las cosas, tal vez si hay y es en extremo sencilla, también cabe la posibilidad de que me complique por todo, esa última tiene más sentido, pero no se lleva el premio.

Bien, lo que sigue ahora es concluir. Y estoy buscando un conector de finalidad que vaya con una buena frase. Algo como:

“Finalmente seguiré siendo yo”.

“En conclusión hemos leído a una niña de 19 años y no hay nada más”.

“Así pues para finalizar, el mundo sigue su curso como debe”.

Pero no, no soy muy buena con los finales tampoco, ni con los nombres, aún no tengo el nombre para mi propio blog y los que llevo dan pena. En fin, no se me facilita concluir algo porque justo ahora tengo muchas más cosas que escribir de este tema pero ya me siento lo suficientemente expuesta y un tanto insegura debo confesar, trato de ser sincera pero a veces suelto la lengua, pero de esto se trata todo ¿no?

De todas formas si usted lector llegó hasta este punto ya se ha ganado un lugar en mi corazón. Así que ¿Cuál era el objetivo inicial de hablar de la divagación… ? Absolutamente ninguno, no tenía idea de que escribir y me deje llevar por una conversación mental, pero no me juzguen, yo no elegí ser así. No lo cambiaría por nada, y si tuviera la oportunidad de elegir tampoco lo haría, toda esta porquería realmente tiene sus ventajas, y como el título de un buen libro “El lado bueno de las cosas» (o una mala traducción del mismo, no quiero saberlo). Así que por el momento eso es todo amigos, gracias por dedicarle a esta lectura unos minutos de su ocupada vida de vanidad que les acontece debajo de este cielo. Adiós.

Daniela Romero 01 Divagando

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