No voto por delfines ni por recomendados para estas elecciones legislativas. Ni por el hijo del cacique, la hermana o hermano, la esposa, sobrino o pariente del gamonal.
Tenemos que acabar con la clase política tradicional de nuestra Colombia, la misma que vive, educa y pasea con nuestros impuestos; la que nos ha llevado de equivocación en equivocación y, en ocasiones, sin proponérselo, a los pocos aciertos de nuestra historia reciente.
No me vale que sean hijos de Luis Carlos Galán o de Rodrigo Lara, hijos de Piedad Córdoba o que sean de la familia López, Pastrana, etc. Conmigo no cuenten (y ojalá millones de colombianos lo entendieran de esa forma). Mi voto, como siempre será de opinión y por convencimiento.
Tampoco votaré por listas cerradas, creo ser lo suficientemente inteligente para elegir personas y no partidos, considero tener la suficiente capacidad de razonar para que me vengan a imponer nombres (solo las ideologías antiguas y los partidos rancios usan esta figura).
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