Religión griega y la impiedad de Sócrates

Mucho se ha hablado de la religión griega y de la impiedad de Sócrates. Diógenes Laercio decía que no reconocía a los dioses de la ciudad y corrompía a la juventud.

Nosotros entendemos en el presente que corromper a la juventud pudiera significar que les enseñaba ideas revolucionarias para su entorno espacio-temporal; sin embargo, él mismo refuta este argumento en su discurso de defensa, alegando que no tiene sabiduría para enseñar y que no puede ser responsable de las acciones de sus oyentes (Ver Platón, Apología).

Los rituales y ceremonias religiosas de la ciudad, no solo eran patrimonio de la región y sus pobladores sino que eran monopolizadas por los sacerdotes nombrados y reconocidos. Que un secular (por llamarlo de alguna forma) se atreviera a criticar esto de manera pública era mal visto por la sociedad (dícese de la clase gobernante) de su tiempo. Un crimen religioso era una afrenta contra los dioses y contra la propia ciudad.

Sócrates y sus contemporáneos vivían en una sociedad politeísta donde los dioses no crearon el mundo; tenían vigencia los relatos de Hesíodo y Homero donde los dioses no eran omniscientes ni eternos, sino criaturas caprichosas que se inmiscuían en los asuntos humanos con una regularidad pasmosa. Los humanos debían temer a los dioses, hacer sacrificios a estos y honrarlos con festivales y plegarias.

Para este pensador griego, las divinidades deberían operar de acuerdo con la racionalidad,donde se prescinde de la oración y el sacrificio (que era una esperanza o motivación de una recompensa material). Es decir que los dioses de la ciudad van a beneficiar a sus habitantes independientemente de sus muestras públicas de fe, sencillamente porque los dioses eran buenos y razonables.

Sin embargo, al parecer, lo que más ofendió a los jurados griegos de su tiempo era la lealtad de Sócrates a una divinidad desconocida en la ciudad, el daimon, una especie de espíritu, un modo de actividad, una fuerza que lo acompañaba desde niño y de alguna manera dictaba sus actos.

Ver también: Pentateuco y griegos; aportes de Sócrates a la lógica; Mujeres griegas en la era arcaica

Ediciones 2015-18

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